La odisea de cincuenta y una medidas inútiles en el Parlamento de Cataluña


Don Artur Mas, camino del Parlamento con 51 propuestas y el timón del país bajo el brazo.

El señor don Artur Mas no da pie con bola. Así que presenta en el Parlamento de Cataluña las cincuenta y una medidas que parió el Departamento de Presidencia para la regeneración democrática (eufemismo), así que discuten los parlamentarios, suenan los teléfonos móviles de los líderes patrios anunciando novedades.

No son pocas ni pequeñas novedades.

Los que eran hasta hace muy poco los máximos responsables de la sanidad pública en Cataluña, Josep Prat y Carles Manté, eran arrestados mientras se registraban sus domicilios. Un caso de pagos irregulares asociado al holding (mecachis con el inglés) empresarial Innova, de Reus. Ya saben, Innova es el modelo que quieren imponer en el sistema sanitario público catalán, pero acumula pérdidas que se cuentan en centenares de millones de euros y más casos de corrupción y trapicheo que una república bananera. Este caso es apenas la puntita de la montaña de estiercol que es la gestión política y económica de la sanidad catalana.

Complicidad en la gestión de don Baudilio y el señor Prat.

El señor Mas, que había escogido al señor Prat como asesor personal en sanidad pública, y don Baudilio, a. Bío Ruiz, que lo había escogido como el segundo mandamás, después de él, de la sanidad pública catalana, no tienen nada que decir sobre este caso, por cierto. Hacen ver que no va con ellos.

Como iba diciendo, discutían sobre las cincuenta y una medidas y ¡zas! vuelven a sonar los móviles. Ahora imputan al señor diputado de CiU don Xavier Crespo, que no se movió de su escaño ni se mostró afectado por la noticia. A éste lo imputan por sus chanchullos con la mafia rusa, que se dice pronto. El señor Crespo también metió mano en la sanidad pública, pero de eso todavía no hablamos.

¿Despertaron al señor Crespo para anunciarle su imputación?

Por meter mano, otro, Torremadé, que fuera presidente de la Diputación de Gerona, imputado en otro caso de corrupción y acusado formalmente de abusos sexuales contra una compañera de partido, en público, algo muy ruin. Volvieron a sonar los móviles, caramba, qué festival de timbres y llamadas.

Éste, acusado de abusos sexuales. El otro, de faltar a su palabra y no dimitir.

Luego salió a la grada el señor don Oriol Pujol, protagonista del caso ITV. Otros actores secundarios del drama son cargos o antiguos cargos políticos del gobierno y la administración de la Generalidad de Cataluña: un conseller, Germà Gordó; un secretario general, Colet Petit; un director general, Canós; una directora de ente público, Masià Ayala; un subdirector general, etcétera; que si no se han beneficiado directamente de los trapicheos que organizaba el señor Pujol y sus amiguitos de ESADE, sí que los facilitaron enormemente y podrían ser acusados de cohecho o yo qué sé, de nada bueno. En todo caso, podemos señalar a esta tropa con el dedo, diciendo que éste, o ésta, ayudó a que Cataluña fuera más corrupta sin temor a equivocarnos.

Pues don Oriol dijo en la tribuna de oradores (sic) que si le imputaban, se iría, aunque era todo un montaje contra su apellido para fastidiar el proceso soberanista. ¡Que nadie se envuelva en la bandera!, exclamó, no sea que alguno le imite. Un montaje contra... Valiente memez. Perdonen el paréntesis, pero quisiera preguntar qué es más contrario a una patria catalana, que metan en prisión a los sinvergüenzas o que permitan que los sinvergüenzas manden en Cataluña.

¿Todavía no ha dimitido don Oriol? Pues, no. De hecho, es el responsable de la redacción del nuevo código ético y de conducta de Convergència Democràtica de Catalunya. No es broma.

Qué bueno. Éste redactará el código deontológico de los cargos de CDC.

El señor Mas también dejó ir una perla tremebunda. Cuestionó que un juez tenga más poder que los votos que escogen a un señor diputado. ¿Cómo es posible que una sola persona pueda desautorizar lo que han votado miles de ciudadanos?, preguntó. 

Ay, señor Mas, que esa pregunta es digna de Berlusconi, siendo buenos, y propia de los regímenes que van contra las libertades civiles, siendo malos. Que se llama división de poderes, señor Mas, que es la justicia, que nuestro país es una democracia y, no se olvide, un Estado de Derecho. Por una pregunta como ésa, podría usted verse obligado a dimitir en un país serio. En éste no dimite ni la abuela, es cierto, qué le vamos a hacer y lo mucho que nos queda.


Su parecido político es sorprendente.

Curiosamente, el PSC respondió al señor Mas con guante blanco. Es lo menos: comparten muchos problemas y se comprenden mutuamente. De hecho, los problemas del PSC vienen todos de su manía por querer parecer CiU y los de CiU, por querer semejar ERC; los de ERC son intrínsecos a su manera de ser.

Fíjense en las similitudes: CiU tiene un Martorell y el PSC, un Zaragoza; la pugna entre CDC y UDC parece la del PSC y el PSOE; los casos ITV, Clotilde, Manga, Palau, Pretoria o Mercurio, y los que me dejo por el camino, mezclan con frecuencia cargos de CiU con cargos del PSC, sin olvidarnos de algún pequeño cargo del PP y un secretario general de organización de ERC. ERC, por cierto, no dijo nada interesante, pues habló de ética, en vez de mano dura. La ética está bien, pero la moral está por los suelos.

Quizá sea mejor reír que ponerse a llorar, no diré que no.

Quizá, señor Mas, en vez de cincuenta y una medidas tendría que cesar a cincuenta y una personas, sólo para empezar. Puestos a recortar, recorte las ramas podridas del árbol.

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