Anem per feina (III)



Como ya he dicho, la jornada de afirmación unitaria de los empresarios catalanes se ha convertido en motivo de disputa y querellas entre asociaciones empresariales catalanas. Se ha montado una tangana tal que el lema Anem per feina (¡Manos a la obra!) ya suena ridículo y uno se pregunta: ¿Es esto lo mejor que saben hacer? ¡Vamos apañados!

Ahora diré lo que me cuentan, que no sé yo si es verdad o no lo es. Parece ser que al Gobierno de los Mejores (CiU) le sentó como una patada en los mismísimos que se celebrara una jornada de afirmación unitaria de los empresarios catalanes. Por dos razones, básicamente.

La primera (la más importante), que no les habían invitado a la fiesta. Los jefazos de CiU se ofendieron. ¿Así nos agradecen...? ¡Qué se han creído!, exclamaban.

CiU presume de ser business friendly (i.e., amiga de hacer negocios).

¿Qué le parece que Fomento del Trabajo celebre una jornada de afirmación unitaria de los empresarios catalanes y no invite al gobierno a la juerga? le preguntaban al honorable señor Homs, conseller de Presidencia y portavoz del Gobierno de los Mejores. Visiblemente irritado, incómodo y molesto (sólo había que verlo), Homs respondía, encogiéndose de hombros, que ésa era una cuestión entre empresarios, que ellos se lo guisan y ellos se lo comen y que el gobierno no pinta nada en esas cosas. Recordaba las explicaciones de un niño que no ha sido invitado a una fiesta de cumpleaños, cuando dice Bah, para ira a una birria de fiesta como ésa..., mientras la rabia le carcome por dentro. Les juro que me dio esa impresión.

Molesto, porque no le han invitado.

La segunda, porque los empresarios no están por la labor de eso que llaman proceso soberanista. Cuanto mayor es la empresa, menos simpatías produce tal política. Además, los empresarios recelan lo indecible de los socios que ha escogido CiU para echar p'alante sus planes y ya no ocultan su disgusto. Consideran, algunos de ellos, que CiU los ha traicionado. Así, con estas palabras. CiU también se considera traicionada, porque le hubiera gustado una afirmación unitaria de los empresarios catalanes a favor de su política, no una manifestación pública de su disgusto. ¡Tan amigos que eran todos...!

Cuentan, no sé yo, que las presiones políticas sobre las diversas organizaciones empresariales catalanas han sido y son muchas y muy diversas. Además de las rivalidades y enemistades de toda la vida entre las diversas patronales catalanas, sólo faltaba que el Gobierno de los Mejores metiera cizaña. Cuidadito con la subvención, vigila que te echaré del concurso, mira qué haces, que te quedas sin patente de corso...

Se censura la politización del acto, que significa que un grupo de personas (con razón o sin ella) podría manifestarse contrario a la política del gobierno; pero no se hubiera censurado si ese grupo de personas (con razón o sin ella) se hubiera manifestado favorable a esa política, pues entonces el acto no habría sido politizado, sino que habría sido una manifestación libre y razonable de la sociedad civil.

La Guardia Civil no es lo mismo que la sociedad civil, aunque a veces lo parezca.

En fin, un follón y un lamentable espectáculo de miserias humanas, envidias y chanchullos.

Pero ¿saben qué les digo? Que me da lo mismo. El vodevil de la jornada de afirmación unitaria de los empresarios catalanes ha merecido mi atención por ridículo y sintomático. Ridículo, porque la afirmación unitaria acaba en todos contra todos y el sancta santórum de la sociedad civil catalana (la que antes iba al Liceo y ahora ocupa el palco del Barça) resulta ser un nido de víboras. Sintomático, porque a través de esta tragicomedia se descubre como va el país. ¿Y cómo va? Pues ¿cómo va a ir? Mal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario