Privatizando, nos privan



Cuando era pequeñito, mi padre nos llevaba a veces al castillo de Montjuic, que en propiedad no es un castillo, sino una ciudadela. Vamos a ver los cañones, decía, y allá íbamos todos, apretados en el automóvil de papá, que los coches de antes eran más pequeños que los de ahora. Nos fascinaban las grandes piezas de artillería costera, esos cañones de seis pulgadas y un obús-mortero de muy grueso calibre, chaparro y feo. Mirábamos por las escotillas, y decíamos ¡Pumba! ¡Pumba! apuntando a los cargueros que trajinaban sus cosas justo debajo, en el puerto. En el patio de armas, nos subíamos a los obuses Schneider, al 88 alemán, al Trubia, a las piezas italianas de 149 mm, los contracarros de 37 mm... Algunas veces, acabábamos en el museo. 


Era un gran museo. Pudo haberlo sido. Era destartalado y cutre porque Barcelona le dio la espalda y dejó perder una magnífica colección, una valiosa oportunidad. ¡La colección de armaduras...! ¡Las piezas navales de hierro y bronce...! ¡Los soldaditos de plomo...! Las abandonamos, nos desprendimos de ellas, no quisimos verlas más... ¿a cambio de qué? De nada.

Cuando les dio a todos la pájara de cargarse el museo, perdimos la gran, grandísima oportunidad, de tener un Museo de la Guerra Civil, por ejemplo. Nos desprendimos de piezas únicas, antiguas y modernas. Creamos la nada y el vacío para llenarlo de palabras huecas. Cometimos una solemne estupidez.

Ahora, el Ayuntamiento de Barcelona ha privatizado el escenario de mis recuerdos infantiles y de mis primeras conversaciones de hombre a hombre con mi padre, que había conocido la guerra y tenía mucho que decir sobre ella, aunque lo dijera callando. Esos paseos por la terraza, a la sombra de los grandes cañones, costarán cinco euros que cobrará una empresa, Magma Cultura. Existirá una entrada a precio reducido (tres euros), para los mayores de 65 años, los parados o las familias numerosas; también para los que tengan el carnet del Consorcio de Bibliotecas de Barcelona.

Mi madre jugaba con sus amigas en el parque Güell y yo había jugado también ahí, para regresar a casa feliz y lleno de polvo. Hoy no podría llevar a jugar a mis hijos al parque, ni dejar que se subieran a los cañones de costa, que mejor servicio hacen como columpio que como defensa. Tampoco podría explicarles, a la vista del puerto, las batallitas del abuelo. Ahora, esos espacios públicos pasan a manos privadas. Unos pocos se han apropiado de lo que es de todos.

Privatizar comparte raíz con privar, y convertir el espacio público en fuente de ingresos para una empresa particular no consigue nada más que privar a los ciudadanos de lo que es de ellos y para ellos. Es una vergüenza. Pero me da la sensación de que a nadie le importa, y eso es más vergonzoso todavía.

3 comentarios:

  1. Querido Luis,

    Cuando era pequeño, iba frecuentemente a Montjuic con mi abuelo. Como tu padre, me hablaba de la guerra y de muchas otras cosas y yo lo escuchaba tan fascinado como admirado. Tengo un recuerdo muy parecido al tuyo sobre el castillo de Montjuic - ¡menuda fiesta era acabar el paseo en el museo militar! - y me siento igualmente estafado por este ayuntamiento y este Govern dirigidos por cleptócratas aficionados a esconder sus miserias bajo el beatífico manto de un nacionalismo cutre y trasnochado, capaz de cometer semejante despropósito en este lugar tan especial para nuestra infancia. No te consolará pero yo también siento pena.

    Un abrazo,

    Carlos

    ResponderEliminar
  2. En el año 1939 un primo de mi padre era Alférez Provisional en la División Nacional que ocupo el Castillo de Montjuic. Subian ACOJONADOS por que esperaban fuerte resistencia, pero se rindió sin luchar, es más creo que el que se la rindió SIN DISPARAR UN SOLO TIRO era un simple sargento del ejercito republicano ... El caso es que según subían pasaron por el Cementerio de Montjuic y al llegar a la tumba de Macias, preclaro adalid del Independentismo Catalan, mi primo mando a su asistente que ARRANCARA y le trajera la BANDERA CATALANA que estaba colocada sobre la tumba de Macias, como así hizo... Ahora se ponen chulitos los catalanes y quitan el Museo Militar de Montjuic, fíjate que valientes... Peroooo ¿ Donde esta la gloriosa enseña catalana que cubría la tumba de Macias y que dejaron que fuera MANCILLADA por las tropas nacionales ?.... Por cierto, ¿ Apostamos que hicieron con ella y para que la USARON ?...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No mezclemos churras con merinas.

      Mi queja va contra la privatización de un espacio público, un suceso cada vez más común.

      Lo que hizo su tío segundo en Barcelona me parece algo de lo que no se puede presumir demasiado y en cuanto al castillo de Montjuic, carecía de valor militar. Quitarle la bandera a un muerto (Macià, no Macias) me parece un acto de un heroísmo incomparable al sufrimiento de la familia de mi madre bajo las bombas franquistas, que se llevaron las vidas de casi tres mil barceloneses en 1938.

      No confunda churras con merinas. Me quejo de la privatización de lo público y lamento la pérdida de un museo militar no porque enaltezca a los ejércitos, sino porque su misión es recordarnos la historia y el horror de una guerra.

      Eliminar