Vale la pena buscar alguna de las entrevistas que hicieron a Eduardo Lago recién publicada Siempre supe que volvería a verte, Aurora Lee. A poco que busquen, encontrarán alguna en YouTube o en el sitio web de la editorial Malpaso, que se estrenó con esta novela y este autor hace poco más o menos un año.
Dicho esto, aconsejo leer primero la novela. No pasa nada si se hace al revés, si primero escuchamos al autor y luego nos ponemos a leer, pero dejen que les diga que leer Siempre supe que volvería a verte, Aurora Lee sin saber dónde se mete uno es una gran experiencia.
No les contaré nada del argumento que no diga la contraportada, incluso les diré menos. El caso es que un novelista tropieza con las fichas que escribió Nabokov preparando una novela que apenas pudo embastar. Es un batiburrillo de escenas y personajes que no parece tener orden ni concierto y el novelista decide contratar a un escritor anónimo (una manera muy elegante de decirle a uno negro, por muy negro literario que sea) para que saque el hilo de las tramas y el argumento de esa obra empezada y nunca acabada del escritor de Lolita. Él no puede, porque, como es novelista, tiene demasiada imaginación (sic). Dicho y hecho, y a eso se pone el escritor anónimo mientras se lía con la (auto)biografía de un multimillonario y suceden cosas que ya no pienso seguir contando.
Es una gran novela, o quizá no sea una novela, pero sigue siendo grande. Es literatura sobre literatura sobre literatura... que, simplificando, llaman metaliteratura, un palabro grandilocuente y prescindible. Pero no se asusten. Es un libro fascinante, en serio, y el sentido del humor de Eduardo Lago asoma cada dos por tres. Uno tiene que quitarse el sombrero ante el trabajo del autor, chapeau! Está llena de puyas a los grandes agentes literarios, al trabajo de novelistas y editores, a varios géneros literarios (en especial, a la novela negra), cuenta cuentos en medio del relato, le da vueltas a eso de escribir y fabular... En fin, una pequeña joya, una delicatessen.
Ahora bien, no sé si será apta para todos los públicos, porque no es una novela al uso. Eduardo Lago dice que ha sido una reflexión sobre (cito) el fin de la novela, y agárrense, que vienen curvas. Un buen lector disfrutará como un enano, aunque luego tenga dificultades para explicar exactamente de qué iba la novela, pero ¿saben qué les digo? Que ahí está la gracia, que en este caso da lo mismo. Léanla, si tienen valor para ello.
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