¿Nos estamos comiendo a alguien?


¿Quién está ahí?

Leo con risas una noticia de agencia que han publicado varios periódicos. Me ha podido la curiosidad y he acudido a la fuente, Clear Food.

Clear Food es una organización que emplea las pruebas genómicas para analizar los alimentos que llegan al mercado en los EE.UU. Con esa tecnología, pueden conocer la historia detrás de casi cualquier alimento, porque pueden identificar las secuencias del ADN de sus componentes biológicos. Estas pruebas están patrocinadas por Clear Labs, unos laboratorios que se ofrecen a las empresas alimentarias para controlar la calidad de sus productos. Recordemos que en los EE.UU. la sanidad alimentaria es un asunto privado, no público. 

La cuestión es que Clear Food se ha metido con las salchichas, ésas que llaman hot dog, pero también con las llamadas salchichas del desayuno y con las salchichas de barbacoa. Como todo el mundo sabe, ninguno de esos productos tiene punto de comparación con nuestras butifarras, morcillas y demás, pero los resultados del análisis que ha hecho Clear Food no sé cómo saldrían en España, la verdad que no, y no creo que fueran a salir mejor.

En esta prueba, se han analizado 345 productos de 75 marcas en diez cadenas de supermercados. No está mal. Se han distinguido los productos industriales de los llamados ecológicos y también se han analizado las salchichas vegetarianas.

El resultado más llamativo ha sido que el ADN humano estaba presente en un 2% de las salchichas industriales. Aunque no se descarta que nos estemos comiendo a alguien, el origen de este ADN está relacionado con la limpieza durante el proceso de fabricación y puede provenir de la saliva, los mocos, el pelo o cualquiera del amplio surtido de fluidos corporales de los empleados de la fábrica de salchichas. 

Si ese 2% les ha puesto nerviosos, piensen que dos de cada tres salchichas vegetarianas (¡un 66%!) contenían ADN humano. 

En general, las salchichas vegetarianas salen muy mal paradas. En las etiquetas, exageran la cantidad de proteínas por salchicha, anunciando hasta dos veces y media la cantidad real. Una de cada cinco salchichas vegetarianas presenta problemas de higiene, superando con creces los problemas de higiene de las salchichas industriales. Hablamos de contaminación microbiana, por ejemplo, que no es poco. Además, una décima parte de la salchicha vegetariana será... carne. 

Pero las salchichas convencionales no tienen por qué alegrarse demasiado. Se anuncian como salchichas de cerdo, pero el 3% de las salchichas de cerdo ¡no contiene cerdo! Además, aparecen otras carnes en la salchicha, como la de pollo, pavo, cordero o vaca. El problema es que aparecen sin anunciarse en la etiqueta en demasiadas ocasiones, en una de cada diez salchichas. 

Las conclusiones del estudio son que las salchichas de pollo son problemáticas, porque el pollo viene acompañado de muchos amigos de la granja y que si usted no quiere comer cerdo, confíe en las charcuterías hebreas, que ya se ocupan de eso. Recomiendan que compre salchichas de marcas industriales y conocidas, porque son las que ponen mayor cuidado en la higiene y en el proceso, y que desconfíe de las salchichas artesanales, que confunden lo sucio con lo ecobiochachi. También afirma que no por ser más cara es mejor (o peor) y que todo dependerá del fabricante y su control de calidad. 

El estudio tiene miga, porque los americanos devoran salchichas con desatado frenesí. En 2014 gastaron 2.500 millones de dólares en hot dogs, algo más en salchichas de barbacoa y 500 millones de dólares en salchichas para el desayuno. 

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