Hamilton, durante los entrenamientos, virando a babor.
¡Felicidades, Hamilton! Se ha proclamado campeón del mundo por tercera vez con la victoria en el Gran Premio de los EE.UU. de 2015. Ha aguantado hasta el final y ¡zas! ¡Campeón! Felicidades.
Lo que tiene mérito, porque esta carrera ha sido movida toda ella, de principio a fin. Un periodista destacado comentó por televisión: ¿Qué necesitan para traer el espectáculo a la Fórmula 1? ¡Yo os diré lo que necesitan! ¡Lluvia!
¡No le faltó razón! Porque diluvió en Texas todo el fin de semana y tuvieron que retrasarse o suprimirse entrenamientos. Los coches resbalaban, se iban, y nadie podía dar nada por seguro. Hamilton ganó merecidamente y porque Mercedes-Benz es imbatible, ahora mismo, pero no lo tuvo tan claro en algunos momentos de la carrera. Se sucedieron los piques y los adelantamientos, hasta la última vuelta, y hacía tiempo que no pasaban tantas cosas en tan poco tiempo. Además, el circuito de Austin, Texas, es un gran circuito, difícil, técnico, con sitio para correr y para adelantar, lo que pone las cosas más divertidas.
Vettel, virando a estribor.
Ferrari quedó tercero (Vettel) y se escacharró (Raikkonen). Podría haber ido mejor, pero no fue mal del todo.
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