Historia de un alemán


Raimund Pretzel era un alemán de buena familia, abogado, escritor a ratos, ario, que no tenía problemas para ganarse la vida en la Alemania de los años 30. Pero, ah, tenía una novia judía y también conservaba un resquicio liberal en su conciencia. En 1938, huyó con su novia de Alemania y se instaló en el Reino Unido. Para evitar represalias contra su familia y amigos, los que se habían quedado atrás, empleó un pseudónimo en sus libros y escritos: Sebastian Haffner. Por este nombre es conocido desde entonces.


Se dedicó a los ensayos y después de la guerra empleó gran parte de su tiempo en estudiar la convulsa historia de Alemania y a preguntarse por qué los nazis llegaron al poder y cómo pudieron sostenerse durante tanto tiempo y cometer las tropelías que cometieron. Era un autor respetado, pero menos conocido que otros. Cuando murió, en enero de 1999, dejó una obra inédita en el cajón, que fue descubierta y publicada en 2000. Se titula Historia de un alemán - Memorias 1914-1933. Escribió esta obra en 1939, antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial, y no quiso publicarla. 

El libro ha obtenido, en sus sucesivas ediciones en Alemania y muchos otros países, un gran éxito y ha catapultado la fama de Sebastian Haffner. Quizá, desde el punto de vista técnico, no sea su mejor obra, pero sí que es la más próxima al lector, al tratar su particular caso de tú a tú, sin amagar su opinión ni disimular sus miedos, sus debilidades o sus preferencias. 

En el momento en que escribe Historia de un alemán, Sebastian Haffner era un liberal de la vieja escuela y la socialdemocracia alemana le había decepcionado enormemente. Tampoco habla bien de los comunistas. Pero los movimientos a la derecha los contempla con creciente preocupación cuando se instala un nacionalismo populista de corte autoritario. En ese suelo abonado germinarán y florecerán los nazis.

En estas memorias, Haffner hace un ejercicio de honestidad y reflexión. Él es un privilegiado, de buena familia, racialmente puro, que podría haberse beneficiado enormemente del advenimiento del nazismo, pero, por el contrario, se siente incómodo y acosado por él y expone con claridad la sensación de una persona impotente que contempla como todo un mundo de orden y libertad se va al garate en un pispás. En los tiempos que corren, cuando los nacionalpopulismos de corte autoritario (y reaccionarios todos) tienen éxito en los EE.UU., en el Reino Unido, en Europa y, por desgracia, en mi barrio, la lectura de la Historia de un alemán muestra paralelismos que erizan los cabellos. ¿Nunca aprenderemos de la historia? ¿Nunca?

No sé quién lo dijo, pero lo suscribo. El exterminio de los judíos que realizaron los nazis, llegando al extremo de los campos, no deja de ser una cuestión técnica y logística. Lo realmente espantoso no es la técnica empleada en la matanza, sino cómo pudo conseguirse ese grado de fanatismo, fundamentalismo o deshumanización, de indiferencia incluso, de quienes permitieron que se llevara a cabo. El porqué. El cómo es consecuencia del porqué.

Historia de un alemán no tendría que ser un libro de lectura recomendable, sino de lectura obligatoria.

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