Auguste Rodin (n. París, 1840, m. Meudon, 1917) expone en la calle, gracias a la Obra Social la Caixa y el Ayuntamiento de Barcelona. Lo hace en la Rambla de Catalunya, Barcelona, entre Consell de Cent y Diputació. Preside El pensador, su obra más famosa, y siguen seis estudios de los seis prohombres del Monumento a los burgueses de Calais, allá por Francia. Las esculturas ya han posado en Sevilla, Granada, Zaragoza... y estarán en Barcelona hasta mediados de febrero, gracias a la colaboración del Museo Rodin, de París. ¡Véanla! Además, es grátis.
Lástima que no pueda contemplarse el grupo escultórico completo de los burgueses de Calais, porque las figuras huérfanas, una a una, parecen almas errantes, de las que no encuentran reposo. Pero siguen impresionando sus manos brutales y musculosas, desproporcionadas, y esa intensa emoción que hace del gesto una exageración y de las proporciones, un recuerdo. Dicen que Rodin resucitó el arte de esculpir, con pasión y desenfreno. Los dichos burgueses, semidesnudos y arrebatados por la pasión que sea, no son esculturas al uso, no pertenecen al género de La Ciudad a Fulanito de Tal, por que se lo merece, sino que reclaman la atención por lo que son y cómo son, y han nacido para ser vistas, incluso tocadas, por el común. El público se ve forzado a mirar, como quien dice, a una escultura que le arrebata el espacio.
Como ya he dicho, El pensador preside la exposición. No podemos pasar por alto la semejanza entre el caganer y El pensador, y nos vemos tentados a suponer que ambos personajes se enfrentan a dilemas semejantes. El pensador formaba parte de La puerta del Infierno, un grupo escultórico; el caganer se ve también acosado por el Maligno y un apretón. El arte es verdaderamente universal.
Lástima que no pueda contemplarse el grupo escultórico completo de los burgueses de Calais, porque las figuras huérfanas, una a una, parecen almas errantes, de las que no encuentran reposo. Pero siguen impresionando sus manos brutales y musculosas, desproporcionadas, y esa intensa emoción que hace del gesto una exageración y de las proporciones, un recuerdo. Dicen que Rodin resucitó el arte de esculpir, con pasión y desenfreno. Los dichos burgueses, semidesnudos y arrebatados por la pasión que sea, no son esculturas al uso, no pertenecen al género de La Ciudad a Fulanito de Tal, por que se lo merece, sino que reclaman la atención por lo que son y cómo son, y han nacido para ser vistas, incluso tocadas, por el común. El público se ve forzado a mirar, como quien dice, a una escultura que le arrebata el espacio.
Como ya he dicho, El pensador preside la exposición. No podemos pasar por alto la semejanza entre el caganer y El pensador, y nos vemos tentados a suponer que ambos personajes se enfrentan a dilemas semejantes. El pensador formaba parte de La puerta del Infierno, un grupo escultórico; el caganer se ve también acosado por el Maligno y un apretón. El arte es verdaderamente universal.
Preciosa divulgació de Rodin
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