Ingenieros radicales

Dos sociólogos, Diego Gambetta, del Nuffield College (Oxford) y Steffen Hertog, de la Universidad de Durham, defienden una tesis que se alumbró por vez primera en Engineers of Jihad, publicado por el Departamento de Sociología de la Universidad de Oxford. Luego han publicado más artículos y papeles sobre el asunto y el último se titula, atención, Why are there so many Engineers among Islamic Radicals? (¿Por qué hay tantos ingenieros entre los islamistas radicales?), que publica el European Journal of Sociology de la Cambridge University Press.

Según estudios anteriores, los islamistas radicales que se dedican al terrorismo proceden de familias pudientes y tienen una preparación académica por encima de la media. Abundan los universitarios y apenas un 5% de los futuros terroristas habían manifestado inclinación religiosa alguna hasta que, un mal día... Gambetta y Hertog analizan los currícula de algunos centenares de terroristas procedentes del norte de África y el Oriente Medio. Descubren que más del 40% de estos personajes son ingenieros; y son un 60% entre los terroristas que han estudiado en el extranjero (Occidente). Detrás, muy por detrás, aparecen los Estudios Islámicos, la Medicina, la Física o la Química y la Educación.

¿Por qué tanto ingeniero?, se preguntan.

Rebuscando en los archivos, descubren un estudio de 1972 sobre la ideología política de los profesores universitarios norteamericanos. Gambetta y Hertog actualizan el estudio con datos recogidos en... 1984. Aviso: éste es el talón de Aquiles (o uno de los talones de Aquiles) de la tésis Gambetta-Hertog. Sigamos. Más de un 40% de los profesores de ingeniería, dicen, admiten ser profundamente religiosos y republicanos conservadores, de la vieja escuela, mientras que apenas un 20% de los profesores de ciencias admiten semejante cosa.

Aquí salta la hipótesis: Gambetta y Hertog afirman que la mentalidad de los ingenieros trabaja con problemas definidos y respuestas claras, y que, por eso mismo, son intolerantes con la ambigüedad. Como son así de cuadrados, creen en la posibilidad de una sociedad perfecta, que funcione como el mecanismo de un reloj, como una máquina, y se sienten a disgusto con la democracia (sic) y con el compromiso social que supone tolerar esas piezas que no encajan en esa sociedad perfecta. Por lo tanto, son más conservadores (en el sentido que interpretan un liberal como si fuera arena en un engranaje) y religiosos (Deus est machina).

Por lo tanto, si sumamos esta mentalidad intolerante con las pocas oportunidades de trabajo que los ingenieros tienen en los países musulmanes, c'est voilà!, ya sabemos por qué los ingenieros se dedican a poner bombas. Gambetta y Hertog descartan que los grupos radicales busquen ingenieros por sus habilidades técnicas, o que sea una casualidad. Los ingenieros son unos intolerantes; ergo, son terroristas en potencia. Quod erat demostrandum.

En los foros de sociología de internet y en las aulas universitarias se apuntan objeciones a la hipótesis Gambetta-Hertog. Las objeciones estadísticas y metodológicas son importantes. La muestra, por ejemplo, es una muestra sesgada. Los datos de 1984 (los que se refieren a los profesores universitarios norteamericanos) son también cuestionados, metodológica y estadísticamente, dejando a un lado que son de hace veinticinco años.

Alguno apunta a un problema típico de la correlación, la de confundir causa con efecto. Los servicios de inteligencia ya habían alertado sobre el reclutamiento de terroristas en las escuelas de ingeniería británicas en 2006. Quizá los terroristas busquen ingenieros porque saben diseñar bombas o planificar actos terroristas, o quizá los ingenieros están más capacitados intelectual y profesionalmente que los sociólogos para montar un grupo terrorista y tienen más éxito que ellos en este tipo de empresas. (Gambetta y Hertog niegan este punto de vista.)

También hay argumentos ideológicos. No es lo mismo un neocon americano que un islamista radical, dicen unos, ni se pueden comparar. Los ingenieros han demostrado una capacidad de innovación y adaptación al cambio y a las nuevas tecnologías que los sociólogos parecen desconocer, dicen otros, y el trabajo de un ingeniero se enfrenta constantemente con problemas poco definidos que admiten más de una solución posible. Además, la descripción de la mentalidad del ingeniero es típica del relativismo absoluto de la sociología anglosajona, afirman unos terceros, y no deja de ser un estereotipo. Etcétera. El debate ha hecho mucho ruido.

Las dos objeciones más absurdas que he leído pertenecen al ámbito universitario americano. Una iba en serio y explica que un ingeniero se ha de sentir muy solo en un país musulmán y acude a la mezquita en busca de amigos que no encuentra en ninguna otra parte (sic). La otra, dicha en un foro por un profesor del MIT, dice (traduzco): Todos los ingenieros que conozco son alcohólicos. Pues qué bien.

Ustedes mismos.

Éstos son los papeles de Oxford.
En http://www.nuff.ox.ac.uk/users/gambetta/Engineers%20of%20Jihad.pdf.

Este otro es un resumen más periodístico, escrito por los mismos autores.
En http://www.newscientist.com/article/mg20227127.200-can-university-subjects-reveal-terrorists-in-the-making.html?full=true.

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