Gente con estudios

Entre los currícula de los políticos españoles en activo abundan los que tienen estudios de esto y lo otro. En otras palabras, son políticos que comenzaron y abandonaron una licenciatura, pero presumen de esos estudios, por no ser menos que el vecino. La dedicación a la política les ha permitido prescindir de una sólida formación académica y en muchos casos, de una brillante carrera profesional. Sin ir más lejos, la alcaldesa (¡también senadora!) de Cunit es una persona con estudios de Ciencias Políticas, que combinaba con un trabajo como administrativa en una gestoría. La actividad política le permitió prescindir de la licenciatura, mejorar su tren de vida y conocer mundo, y su caso es relativamente frecuente.

Así, por ejemplo, el Presidente y el Vicepresidente del Parlamento de Cataluña sólo tienen estudios, y las tres cabezas visibles del Tripartito suman una licenciatura en filología y dos personajes con estudios. Ninguno de ellos ha destacado en una carrera profesional ajena a la política. Pero ¡ánimos! Hay tres consellers que son doctores y dos más con dos carreras universitarias cada uno.

7 comentarios:

  1. El que ostenta dos carreras, ¿qué titulaciones tiene?, ¿licenciado en macramé o Máster en papiroflexia?

    ¡Pandilla de indocumentados!

    Así nos va y nos irá...

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  2. Sorpresa, sorpresa:

    Castells (Economía, PSC): doctor en Ciencias Econòmicas y Empresariales.
    Nadal (Política Territorial y Obras Públicas, PSC): doctor en Historia Contemporánea.
    Tresserras (Cultura y Medios de Comunicación, ERC): doctor en Ciencias de la Información.
    Huguet (Innovación, Universidades y Empresa, ERC): ingeniero industrial y licenciado en Historia Contemporánea.
    Llena (Agricultura, Alimentación y Acción Rural, PSC): licenciado en Medicina y Cirugía y en Filosofía y Letras, más el doctorado en una especialidad de Reumatología.

    En el Gobierno conviven tres médicos, una bióloga, dos periodistas, dos maestros, dos economistas, una magistrada... lo que demuestra que estudiando mucho puedes pifiarla lo mismo.

    Se sospecha, sin embargo, que la licenciatura de Macramé no es válida. ;)

    El problema no es baladí: en España, en general, ¿qué nivel de formación tienen los cargos públicos? ¿De qué carrera profesional presumen? ¿Alguien ha investigado sobre este asunto? (Lo pregunto porque no lo sé.)

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  3. Lo único que sé es que la profesión más abundante entre Sus Señorías es la de abogado.

    De todos modos, ¿Por qué nos empecinamos en medir a alguien por su nivel de estudios oficiales? Para brillar en tales estudios, por definición, uno debe aprender de memoria lo que el profesor quiere oír, y regalárselo en un examen.

    Hoy mismo estoy estudiando un examen de Filosofía, y estoy empollando lo que el profesor dijo en clase. Una tarea aburridísima, mucho peor que la lectura directa de los textos de filósofos que he emprendido por mi cuenta, más allá de los fragmentos estudiados en clase, descontextualizados, aprendidos de memoria.

    Como pasar mi tarde memorizando me parece una soberana pérdida de tiempo -a estas alturas-, me parece que, una vez más, voy a dejar a medias esta carrera (y ya van tres: Humanidades, Ciencias Religiosas, Filosofía). ¿Eso quiere decir que estoy menos preparada para emprender una tarea de responsabilidad en mi futuro profesional que el compañero que termine los exámenes? Especialmente teniendo en cuenta que el pobre compañero difícilmente tendrá tiempo de leer por su cuenta, que es donde a uno le asaltan las dudas, las inspiraciones, las revelaciones de la materia.

    Naturalmente, uno tiene que aprender el oficio que emprenda -medicina el médico, técnicas elementales de redacción un periodista-, pero me parece que ningún estudio es capaz de enseñar sensatez, cultura universal, responsabilidad, capacidad de escucha, honestidad, sentido crítico, autocuestionamento. Estas cualidades creo son más importantes en un político que la capacidad de acumular títulos y másters -aparte que, como sabemos, quien puede ir acumulando másters suele ser gracias al patrimonio familiar, aunque haya excepciones-.

    Y para que alguien de credibilidad a lo ahora escrito, añadiré que sí soy licenciada en algo, Ciencias de la Comunicación, una soberana pedantería que obliga a los pobres aprendices de lo que es el mundo a permanecer encerrados en bibliotecas la mayor parte del tiempo leyendo libros que nada de interesante tienen a ofrecer a la humanidad.

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  4. Vaya, pues ni siquiera el blogger me reconoce como ALGUIEN... sino sólo un vulgar Anónimo. Sóc la Sandra, no hi ha dubte que m'havies reconegut!

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  5. Cara y anónima Sandra, ;)

    Winston Churchill, con sus grandísimas virtudes y sus grandísimos defectos, no tenía un currículum académico como para tirar cohetes, precisamente. Pero acabó siendo premiado con el Nobel de ¡Literatura! y considerado un grandísimo político por todos los ingleses.

    Un político, especialmente aquel que tiene un alto cargo, tiene que ser un líder, tiene que saber delegar, estar y parecer; tiene que ser competente en el arte de hablar, de leer y escribir; tiene que negociar, convencer; tiene que ejercer la autoridad... No es imprescindible tener un título de nada, pero ¡tiene que ser competente!

    Yo sería muy feliz si la mayoría de nuestros políticos supieran hablar, leer y escribir con gran competencia, algo que no consiguen ni la mayoría de los titulados. Añado, por darte la razón, que algunos de los más licenciados y diplomados cargos meten la pata con una asiduidad y una afición desmesurada.

    Ser un buen político no depende de ninguna titulación; ser un gestor competente, tampoco, aunque, en algún caso... Si hubiera detrás una probada competencia profesional... Mejor, ¿no?

    Cuando personajes como la alcaldesa de Cunit hacen lo que hacen, te preguntas por qué. Es joven, no tiene una experiencia profesional que muestre su competencia como jefa de un equipo de personas o ante situaciones delicadas, pero tampoco puede demostrar tener los conocimientos propios del cargo. Sólo tiene una carrera política, de codazos, en el interior de un partido político. Sus habilidades no son las del buen gobierno. ¡Tendríamos que preocuparnos por ello! Por este caso y todos los demás.

    Lo que personalmente me escama es el uso de la palabra «estudios». Fulanito de Tal tiene «estudios» de tal o de tal cosa. ¿Qué nos quiere decir con eso? ¿Nos quiere engañar? Me suena que sí.

    Quizá que tiene que llenar su currículum de algo, de «estudios». Aparte de su carrera política, que inició hace unos años, ¿puede mostrar alguna otra capacidad profesional? Ese «estudios» huele mal, no sé cómo decirlo, no sé si me explico.

    Que el currículum del Presidente del Parlamento de Cataluña hable más de su actuación «castellera» que de su competencia jurídica no diré que sea grave, pero sí cuanto menos exótico. Si no supiéramos de él y fuera el personaje de una novela, creeríamos vernos delante de una comedia desmedida y de un autor descerebrado.

    En cuanto a la crítica de la universidad, me sumo a tus críticas (con matices), que coinciden con las de don Federico (Nietzsche), escritas hacia 1880. ¡Viva el progreso!

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  6. De acuerdo en todo lo que comentas, aunque con ciertas dudas sobre el motivo de tus escamores -ya sé que no existe esta palabra en el diccionario, ¿por qué no la añadimos?.

    El día que actualice mi CV, ¿qué pongo para no engañar pero para reflejar mi formación? No voy a engañar a nadie diciendo que soy licenciada en algo si no hay título de por medio, pero entonces, ¿cómo defino las centenares de horas en que he estado estudiando asignaturas en centros oficiales? Lo que suelo poner es: "superada la mitad de la carrera de Humanidades", y "varios cursos de Ciencias Religiosas y Teología en tal sitio y tal otro".

    Estoy de acuerdo contigo en que uno no puede hacer una asignatura de Teología en la universidad y decir, por ejemplo, que tiene estudios de Teología -lo he visto en algún sitio-. ¿Qué hacemos, lo cuantificamos? ¿Contamos las asignaturas?

    Vaya, estoy descendiendo a niveles verdaderamente prosaicos... Pero las ideas hay que llevarlas a la práctica, ¿verdad? Si no pasan la prueba del algodón...

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  7. Cara Sandra,

    Es resquemor, aunque también podría llamarse desconfianza.

    Si no hay nada que ocultar ni de qué excusarse, es lícito, hasta recomendable, señalar que uno tiene inquietudes intelectuales y ha estudiado tantos cursos de tal cosa o tal otra, sin llegar a licenciarse. Es correcto, es sano, es bueno.

    Aunque, ay, en los casos que caen bajo la lupa de mi desconfianza no creo que se dé este caso. O me cuesta creerlo, mejor dicho.

    El problema de fondo (que ya se planteó la "República" de Platón) que pregunta quién "sube" en un partido político: ¿El más sabio? ¿El más capaz? ¿El más hábil? ¿El más populista? ¿El más... qué? De tales males, tales dudas.

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