Carta abierta al Defensor del Lector de «La Vanguardia»

Muy señor mío,

Este fin de semana, «La Vanguardia» publicó un artículo titulado «La ciencia avala el uso de la acupuntura» y subtitulado «La medicina oficial integra la técnica de las agujas como terapia». Firma el artículo Ana Macpherson. En pocas palabras, es falso lo que afirman título y subtítulo, y el resto del artículo sigue por el mismo camino.

En la defensa de la acupuntura (y de tantas otras prácticas pseudomédicas) se emplean tres estrategias, que a veces se combinan y se confunden.

La primera, en manifestar que es un «saber milenario», que se practica desde hace muchísimos años y que utiliza tanta gente. La acupuntura tradicional china se fundamenta en un discurso metafísico que concibe el universo como un «equilibrio» entre dos «fuerzas» o «esencias» opuestas, y propone la punción de determinadas zonas donde se concentra la «energía» de dichas «fuerzas» para restablecer el «equilibrio». Una persona con sentido común y medianamente formada torcerá el gesto ante semejante explicación, es obvio. Del mismo modo, por poner un ejemplo, muchísima gente afirma haber oído a los Reyes Magos en casa en su infancia, pero no deducimos por ello que los Reyes Magos sean «reales», ya sabe usted a qué me refiero.

Aunque no podemos juzgar la verosimilitud de la metafísica, pues no pertenece a este mundo, sí que podemos evaluar la «física» del asunto, su efectividad y las razones biológicas o psicológicas que pueden explicar esa efectividad. Ahora mismo, esa efectividad ha sido severamente cuestionada, y no se han dado prácticas de acupuntura que indiscutiblemente, de manera clara, contundente e inequívoca, demuestren que la acupuntura «funciona». Es así, no hay más, por muchas vueltas que se le den.

La segunda estrategia empleada por los defensores de la pseudomedicina es manifestar el «a mí me funciona». Sin embargo, este método de validación es falaz. Dejando a un lado que pueda contrastarse la veracidad del «a mí me funciona», y no siempre es posible, estadísticamente no se sostiene.

No quisiera aburrirle, pero a poco que investigue en círculos científicos podrá comprobar que los numerosos y repetidos análisis estadísticos sobre la efectividad de la acupuntura demuestran lo que sigue: no existe relación evidente entre el alivio de una dolencia y el lugar donde se le pincha a uno con una agujita (ergo, no hay «punto de energía» que valga); no existe diferencia apreciable entre pincharle a uno de verdad o simular que se le pincha a uno; no existe diferencia significativa entre pincharle a uno, hacer ver que se le pincha a uno o no pincharle en absoluto cuando se trata de curar alguna dolencia. Con estos resultados en la mano, se requieren pruebas y experimentos extraordinariamente sólidos y contundentes, extraordinarios en grado sumo, que demuestren, en primer lugar, que los análisis anteriores eran erróneos y en segundo lugar, que las pruebas a favor de la acupuntura son difícilmente discutibles. No se da el caso.

La tercera estrategia (la que emplean ustedes en el artículo que me incita a protestar) es la de vestir la acupuntura de «terapia científicamente comprobada» y a eso, en mi tierra, cuando no se le llama mentir, se le llama no decir la verdad.

Se sabe que un pinchazo cualquiera genera algunas sustancias que, simplifiquemos, pueden aliviar el dolor, actuando como anestésicos. Pero esto sucede pinchando en cualquier parte y no tiene relación alguna con el fundamento «energético» de la acupuntura. Este alivio está presente en muchos estudios y sirve de crédito a muchos defensores de la acupuntura. Pero también es justo señalar que la percepción del dolor es subjetiva y se da el caso del mismo efecto cuando se simula un pinchazo, pero no se pincha de verdad.

En segundo lugar, muchas de las enfermedades donde la acupuntura se aplica «con éxito» son males que desaparecen por sí solos pasado un tiempo, que son cíclicos o recurrentes y donde es frecuente la remisión espontánea. Pongamos el ejemplo de un catarro, de un dolor de espalda, de algunas jaquecas...

En definitiva, se trata de estudios que no demuestran taxativamente la eficacia de la acupuntura. Demuestran, más bien, que queda mucho por demostrar, pues no distinguen entre la práctica de la acupuntura o el efecto de contrairritación. Está demostrado, por ejemplo, que si usted nota que le pinchan (siente una punzada, le hacen daño, etc.), cree que se «cura» antes o mejor, pero se «cura» lo mismo que pinchándole con anestesia local o no pinchándole en absoluto.

Por éstas y tantas otras razones me molesta que publiquen un artículo que, con tanta despreocupación como alegría, da por bueno algo que no se ha podido demostrar. Lo repito: para poder afirmar que la ciencia avala la acupuntura se necesitaría una prueba de tal calibre, tan extraordinaria, que obligaría a revisar el último siglo entero de la ciencia médica. ¿Dónde está esa prueba incuestionable? No se conoce. No existe. Punto.

Me molesta mucho que «La Vanguardia» no haya contrastado la información que nos ha ofrecido, especialmente cuando se trata de la salud de las personas. En todo el artículo no aparecen las voces de los escépticos, ni se mencionan las abundantes y contundentes pruebas en contra de la eficacia de la acupuntura. ¿Qué hay de sus efectos secundarios? Se dan prúritos, dolores, picores, infecciones, alergias, etc., en una proporción del 6 al 12% de los «tratamientos» con acupuntura (las cifras proceden de las sociedades de acupuntores chinos y europeos). Ni una palabra sobre ello. Pero se menciona la que la «revisión» Cochrane (sic) avala su efectividad. ¡Por favor...! Es una cita de la Wikipedia que, además, no está suficientemente contrastada.

Por último, porque en el artículo se menciona y no es la primera vez que sorprendo a «La Vanguardia» navegando en tales aguas, no existe una «medicina oficial» y una «medicina alternativa». Existe una sola medicina, la que cura, que será más o menos efectiva, pero que se cuestiona continuamente mediante el método científico y la experimentación. Las pseudomedicinas, en cambio, se fundamentan en la ignorancia del común, la permisividad de las autoridades y la ignorancia o la mala fe del pseudomédico.

¿Sabe qué hubiera sido interesante? Preguntarse por el papel del Colegio de Médicos o el de Farmacéuticos en el avance de las pseudomedicinas. En el Reino Unido, por ejemplo, los colegios de médicos combaten activamente la homeopatía, la acupuntura, la imposición de manos... En cambio, en Cataluña, en España por extensión, el Colegio de Médicos o el de Farmacéuticos hasta organiza cursos y jornadas para que los señores colegiados aprendan los fundamentos del «cuento chino» de la acupuntura o del negocio de la homeopatía, pues justo es ganarse la vida cuando aprieta la crisis.

En palabras más contundentes, lo que sí que hay es mucho aprovechado y sinvergüenza con bata blanca que ha visto por dónde va el negocio y vende humo a sus pobres pacientes. Uno se vuelve acupuntor por ignorancia o por maldad, y pónganse ustedes ahora en el papel de víctima... digo, de paciente, y piensen si prefieren ser pinchados por un ignorante, un malvado o una combinación de ambos.

«La Vanguardia», simplemente, ha publicado una información falsa, ha engañado a los lectores y lo que es peor, los puede haber perjudicado, pues da aires de verosimilitud a un bulo que afecta a algo tan importante como la salud de las personas.

Cuesta muchísimo luchar contra la ignorancia y la estupidez cuando la prensa que se anuncia y se vende como seria comete semejante barbaridad y se muestra, con letras grandes y mucha página, como la trompeta del ignorante, el clarín de la charlatanería, tocando a rebato. Espero que rectifiquen su error con el mismo ruido y la misma publicidad que han usado al propagarlo.

Lamento haber tenido que escribirle a usted por esta razón.

Le saluda, muy atentamente,

Luis Soravilla

P.S.: He publicado esta carta en mi blog, www.luissoravilla.blogspot.com. Si la recibo, publicaré también su respuesta. Reitero mi agradecimiento por su paciencia.

4 comentarios:

  1. Trobo que et despentines molt per un assumpte del què em pregunto si en saps gaire més que l'autor de l'article. Jo no sé res de l'acupuntura i cap temptació de fer-me-la, però no m'atreviré a discutir-ne l'eficàcia sense proves tant evidents com les què demanes.
    I ojo amb carregar-se l'homeopatia i sacralitzar tant la ciència -la de mètode positiu basat en repetició d'experiments-. La ciència que tant defenses sap operar a cor obert, però encara no ha sabut curar un refredat, i és completament ineficaç contra una altra cosa tan comuna com les al·lèrgies.
    No es pot posar tota la cura homeopàtica en el mateix sac, ni la medicina tradicional xinesa. Ni tampoc tota la ciència moderna.

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  2. Cara Sandra,

    Defensar els fonaments de l'homeopatia o l'acupuntura és defensar que la química mol·lecular o la microbiologia no són certes (dit d'una altra manera, equival a dir que no podries fer servir l'ordinador i que els microbis no provoquen enfermetats). Per tant, si hom vol demostrar la seva validesa, ha de mostrar proves tan sumament extraordinàries i contundents... que no s'han donat mai.

    Les proves contra la homeopatia són tan contundents que les principals revistes mèdiques i centres de recerca han reclamat als investigadors que no gastin un dòlar més en aquest tema i es dediquin al progrés de la medicina.

    Només als EE.UU. es dediquen més de 200 milions de dòlars cada any a intentar demostrar algun fonament o capacitat de l'homeopatia, sense èxit. És el que costaria una vacuna universal contra la malaria. Per què s'insisteix en això, si se sap positivament que no té cap fonament?

    Perquè un euro d'inversió en un producte homeopàtic proporciona dos euros de beneficis bruts: la despesa en matèria primera és mínima i no hi ha costos de recerca, a més, no s'han de superar els protocols de seguretat que ha de superar un medicament. Boiron (www.boiron.com) factura més de 525 milions de dòlars l'any arreu del món, amb beneficis bruts superiors als 95 milions i inversions de 41 milions (dedicades a promocionar «estudis» com els que he mencionat, no ha desenvolupar nous productes). Cap banc et dóna un interès com aquest. És el negoci del segle!

    Amb l'acupuntura passa quelcom semblant. Els acupuntors facturen 500 milions de dòlars anuals només als EE.UU. Per això hi ha tant d'interès en fer veure que és «científica». L'acupuntura té un cert interès perquè (a petita escala) provoca efectes contrairritants, però els seus fonaments teòrics no tenen cap validesa i la seva pràctica no ha demostrat ser eficaç de manera significativa.

    Deixant de banda que el seu fonament teòric és una bogeria, no entrarem en això, el que es reclama a aquestes pràctiques pseudomèdiques és que passin els mateixos controls d'efectivitat que passen les pràctiques de la medicina, la química, la biologia o la farmacologia, que demostrin que fan allò que diuen que fan. El problema és que no superen aquestes proves, no mostren la seva efectivitat. L'efectivitat que mostren és semblant a la que provoca creure's que hom està sotmés a un tractament, sense estar-hi realment sotmés. A això se li diu efecte placebo.

    No hi ha més. És així. Ni tenen fonament teòric ni són pràcticament efectius.

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  3. La medicina "moderna" comprovable científicament -segons un cert mètode científic, recordem-ho- té moltes coses sense explicar. Una d'aquestes, precisament, és aquest efecte placebo de què parles. Existeix, oi?
    El què diuen moltes medicines tradicionals -insisteixo a no posar-les totes al mateix sac, com no puc posar tots els metges al mateix sac- és que la psiche de la persona influeix, i molt, en la seva salut física. Hi ha una interrelació evident, que la medicina moderna no ha sabut explicar i que denomina justament efecte placebo sense voler explicar què és, l'efecte placebo.

    Penso que ambdues formes de medicina són complementàries. La tradicional és, sobretot, preventiva. La moderna actua intentant extirpar -que no curar- el mal un cop ha aparegut.

    Jo no t'estic parlant que un tipus pugui curar un càncer imposant les mans. Sí penso que aquest tipus pot donar energia psíquica a la persona per lluitar físicament contra aquest càncer. O no hi ha gent que es cura, de forma inexplicable per a la ciència? O no hi ha una dona que amb el mateix càncer mor, i una altra que se salva?

    A banda, dir que existeixen els microbis però no la força de la psiche em sembla tan absurd com dir que no existeixen els platàns perquè existeixen les ametlles.

    I a més, la ciència també està descobrint noves realitat que fins ara no contemplava. No en sé res de la física quàntica, però sé que no respon a l'únic model científic fins ara acceptat. Com la física quàntica... quantes dimensions de la realitat encara no han estat reduides a models... o no podran mai reduir-se a models, perqùe la realitat és molt més complexa que qualsevol intent científic de reduir-la a unes lleis immutables i previsibles, sense possibilitat de variació, mutació...!

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  4. Aiii...

    Sandra, vigila de no confondre un model científic amb el mètode científic.

    La física cuàntica (la de veritat, no la de «El Secreto») supera i ha superat el mètode científic, abastament. Els models o teories fins llavors existents fallaven en un punt o un altre, i la física quàntica proposava models o teories alternatives. Però els nous models (atenció) neixen assenyalant quines coses haurien de passar per «falsar-se». És a dir, què hauria de passar per demostrar que els nous models no poden explicar una determinada experiència? O quina experiència demostraria que el model no funciona? Dit d'una altra manera, tots els models científics tenen una data de caducitat (que, d'entrada, no coneixem). La majoria de les pseudomedicines han estat abastament «falsades» un cop i un altre. L'homeopatia està falsada des que es van descobrir els microbis i el número d'Avogadro.

    En unes altres paraules, un model científic no és un acte de fe, és una explicació raonada dels fets coherent amb la realitat que podem experimentar (en un sentit ampli del terme), una explicació a falta d'una altra millor, que caurà quan ens trobem amb experiències que el model no pot explicar. Llavors proposarem un nou model o una modificació d'aquest model, ja ho veurem, i així anem avançant, amb precaucions i conscients de les limitacions de la ciència i el coneixement.

    Aquest és el mètode científic. Hom afirma quelcom. Un altre ho posa en dubte i prova si realment és així. Fins que un bon dia algú descobreix que alguna cosa no és com hauria de ser i proposa una millora del que hi havia o una altra explicació radicalment diferent. Tornem a començar.

    Deixant l'epistemologia i la teoria de la ciència a banda, parlem d'allò concret.

    L'efecte placebo no és un gran desconegut, ans el contrari, està bastant estudiat i es coneixen molts dels mecanismes que el provoquen. Sabem que molts «placebos» no ho són i per què. Aquest efecte no és quelcom inexplicable, sinó un seguit de reaccions neuroquímiques i hormonals que tenen lloc dins el nostre cos. Queda molt per esbrinar (moltíssim), però ja en sabem molt. Sabem quina part del cervell s'encarrega d'estimar, quina regula la conversa, quina controla la vista i molts dels mecanismes de percepció i regulació del dolor.

    També hi ha l'estadística. Moltes de les malalties que «curen» les pseudomedicínes són cícliques, recurrents o es manifesten o deixen de manifestar-se espontàniament, de manera aleatòria. La immensa majoria dels casos on aquestes pseudomedicines tenen efectes sobre el pacient, no poden distingir-se aquests possibles efectes de l'evolució estadística normal de la malaltia. En unes altres paraules, curen el mateix aplicant-se que no aplicant-se.

    Etcètera.

    Manifestar, avui dia, amb el que sabem i coneixem, que l'homeopatia o l'acupuntura funcionen és equivalent a defensar que les malalties són provocades per esperits malignes que han de ser extirpats sacrificant una cabra en un altar.

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