Heidegger es el personaje de la crucecita, el día que, en 1933, los profesores de Friburgo se manifestaron a favor del nazismo y animaron a los estudiantes a sumarse al movimiento nacionalsocialista.
.
He aquí un resumen de la aportación de Heidegger al mundo, su reflexión metafísica sobre el ser, que nace en su gran obra mamotrética, Ser y Tiempo (Sein und Zeit):
El ser es siendo. Si no fuera siendo, no podría ser, porque de no ser siendo, sería lo que es ahora, pero ahora no es, porque ya ha sido, y lo que será, todavía no ha sido y no puede ser ahora. Por lo tanto, lo que es viene siendo y seguirá siendo, porque si el ser no fuera siendo lo que ha sido y no siguiera siendo lo que es, no sería lo que es, puesto que la esencia del ser se manifiesta siendo, y el ser ya no sería lo que es si no fuera lo que ha sido y lo que será. Ergo, la esencia del ser es ser en el tiempo, donde es siendo, y si no fuera siendo, sin tiempo para ser, no sería. Ahora queda por dilucidar si la esencia del ser que se manifiesta siendo es la que es porque es o porque es lo que quien es lo que es hace que sea. En efecto, el que es en sí mismo un ser esencial, porque viene siendo lo que es, esencialmente, es el que otorga la esencia de lo que es a lo que viene siendo para que sea para sí algo esencial, respondiendo a la pregunta que sólo el que es puede formular, que es, a saber, qué es el ser. Así, el ser es lo que es porque el ser que es lo que es siendo concibe la esencia del ser en lo que es en sí para sí, para que pueda ser lo que es cuando sea y responder así a la pregunta sobre su esencia. Y no hay más.
Al respecto, Bertrand Russell comentó, mentando a Heidegger, que su terminología es excéntrica en grado sumo, su filosofía es exageradamente oscura. No podemos dejar de sospechar que su lenguaje se ha ido de madre. Es curioso que en sus especulaciones insista una y otra vez en considerar la nada como algo positivo. En general, su filosofía intenta pasar por lógica lo que no es más que una observación psicológica.
Peor lo deja otro filósofo, Roger Scruton, que no tiene pelos en la lengua. Su mayor obra, Ser y Tiempo, es terriblemente difícil... hasta que uno se da cuenta que es un absoluto sinsentido, y es entonces cuando uno disfruta de un discurso tan hilarante y disparatado. Además ¿cómo puedo juzgar su obra si no conozco a nadie que me haya revelado su sentido?
Pero ahí está, Heidegger, en los libros.
Semejante cantamañanas completó su obra metafísica sobre el ser jurando fidelidad al Caudillo de la Gran Alemania, Adolf Hitler, haciendo profesión de fe en el nazismo y su obra incluso en mayo de 1945, expulsando a los judíos de su universidad así que pudo, tergiversando a Nietzsche por dárselas de importante y haciéndose perdonar más tarde por tal suma de barbaridades, lo que tiene su mérito, reconozcámoslo, pues engañar al mundo como lo hizo después de hacer lo que hizo no es fácil.
No me creo que Heidegger fuera incapaz de captar la maldad del nazismo, que fuera incapaz de percibir su misma esencia, si quieren decirlo así. ¡Sabía perfectamente lo que estaba haciendo! Se arrimó al poder, porque tal era su voluntad, y creo que fue un nazi convencido por hacerse sitio en el régimen. ¡Qué gran maestro, Hegel! De él aprendió a arrimarse al poder y a construir un sistema filosófico que, parafraseando a Nietzsche (justo es darle la oportunidad de devolvérsela), parece profundo, pero en realidad es hueco.
Nos avergüenza que, en vez de ser condenado al olvido, otros como él lo ensalzaran y perdonaran, embrujados por su discurso esencial, incomprensible, el no da más de la vaciedad moral y el fruto de un sinsentido mayúsculo.
Heidegger, en esencia, supo vivir del cuento de ser lo que esencialmente no era, un filósofo, y como tal pervive, desgraciadamente. Como dijo el gran sabio, la sabiduría es pequeña y humilde, pero la estupidez, infinita y soberbia, es la que mueve el mundo.
El ser es siendo. Si no fuera siendo, no podría ser, porque de no ser siendo, sería lo que es ahora, pero ahora no es, porque ya ha sido, y lo que será, todavía no ha sido y no puede ser ahora. Por lo tanto, lo que es viene siendo y seguirá siendo, porque si el ser no fuera siendo lo que ha sido y no siguiera siendo lo que es, no sería lo que es, puesto que la esencia del ser se manifiesta siendo, y el ser ya no sería lo que es si no fuera lo que ha sido y lo que será. Ergo, la esencia del ser es ser en el tiempo, donde es siendo, y si no fuera siendo, sin tiempo para ser, no sería. Ahora queda por dilucidar si la esencia del ser que se manifiesta siendo es la que es porque es o porque es lo que quien es lo que es hace que sea. En efecto, el que es en sí mismo un ser esencial, porque viene siendo lo que es, esencialmente, es el que otorga la esencia de lo que es a lo que viene siendo para que sea para sí algo esencial, respondiendo a la pregunta que sólo el que es puede formular, que es, a saber, qué es el ser. Así, el ser es lo que es porque el ser que es lo que es siendo concibe la esencia del ser en lo que es en sí para sí, para que pueda ser lo que es cuando sea y responder así a la pregunta sobre su esencia. Y no hay más.
Al respecto, Bertrand Russell comentó, mentando a Heidegger, que su terminología es excéntrica en grado sumo, su filosofía es exageradamente oscura. No podemos dejar de sospechar que su lenguaje se ha ido de madre. Es curioso que en sus especulaciones insista una y otra vez en considerar la nada como algo positivo. En general, su filosofía intenta pasar por lógica lo que no es más que una observación psicológica.
Peor lo deja otro filósofo, Roger Scruton, que no tiene pelos en la lengua. Su mayor obra, Ser y Tiempo, es terriblemente difícil... hasta que uno se da cuenta que es un absoluto sinsentido, y es entonces cuando uno disfruta de un discurso tan hilarante y disparatado. Además ¿cómo puedo juzgar su obra si no conozco a nadie que me haya revelado su sentido?
Pero ahí está, Heidegger, en los libros.
Semejante cantamañanas completó su obra metafísica sobre el ser jurando fidelidad al Caudillo de la Gran Alemania, Adolf Hitler, haciendo profesión de fe en el nazismo y su obra incluso en mayo de 1945, expulsando a los judíos de su universidad así que pudo, tergiversando a Nietzsche por dárselas de importante y haciéndose perdonar más tarde por tal suma de barbaridades, lo que tiene su mérito, reconozcámoslo, pues engañar al mundo como lo hizo después de hacer lo que hizo no es fácil.
No me creo que Heidegger fuera incapaz de captar la maldad del nazismo, que fuera incapaz de percibir su misma esencia, si quieren decirlo así. ¡Sabía perfectamente lo que estaba haciendo! Se arrimó al poder, porque tal era su voluntad, y creo que fue un nazi convencido por hacerse sitio en el régimen. ¡Qué gran maestro, Hegel! De él aprendió a arrimarse al poder y a construir un sistema filosófico que, parafraseando a Nietzsche (justo es darle la oportunidad de devolvérsela), parece profundo, pero en realidad es hueco.
Nos avergüenza que, en vez de ser condenado al olvido, otros como él lo ensalzaran y perdonaran, embrujados por su discurso esencial, incomprensible, el no da más de la vaciedad moral y el fruto de un sinsentido mayúsculo.
Heidegger, en esencia, supo vivir del cuento de ser lo que esencialmente no era, un filósofo, y como tal pervive, desgraciadamente. Como dijo el gran sabio, la sabiduría es pequeña y humilde, pero la estupidez, infinita y soberbia, es la que mueve el mundo.
No sé quasi res de Heidegger, però val a dir que quan llegeixo un altre pedant, Kant, tinc la sensació de déjà vu, perquè tot el què diu ja ho van dir altres abans, en paraules més senzilles, això sí.
ResponderEliminarPerò no sé qui va dir que tota la filosofia posterior a Plató i Aristòtil només és una nota a peu de pàgina...
Segurament, cara Sandra, això ho va dir un sofista. ;)
ResponderEliminar