No me han echado, que me voy porque quiero


Es noticia hoy mismo (ayer, también) que dos pesos pesados de la antigua CiU dejan la política. Dicen que no, pero sí. Aunque, la verdad, más que dejar la política, convendría decir la verdad: la política los ha dejado a ellos y ya no pintan nada, con tanto que pintaron.

Uno de ellos es quien fuera consejero de tantas cosas, don Felip Puig.


El chaval ha protagonizado muchas polémicas. Jefe de la policía autonómica catalana, tapó algunas vergüenzas que rozaban el escándalo. Como responsable de industria, comercio y esas cosas, lo último que ha hecho es una campaña de promoción turística en Barcelona, pero no una campaña de promoción turística cualquiera, no, sino una campaña de promoción del llamado turismo sanitario. Con las listas de espera que hay en Cataluña y... En fin, que en el Ayuntamiento de Barcelona tienen ahora un pollo montado que ni les cuento y la excelentísima señora Colau dice del señor Puig de todo menos guapo.

Era un peso pesado cuando el pujolismo y lo ha seguido siendo durante el postpujolismo. Parece, sin embargo, que no le tenía mucho cariño a don Artur Mas y que esa mala relación le ha costado no poder sentarse en el Parlamento de Cataluña.

Peor me parece a mí su relación con el tresporcientismo catalán. Su familia y la familia delincuente Pujol están íntimamente ligadas en más de un negocio que no ha quedado claro. Mientras unos se llenaban los bolsillos, otros, el señor Puig a la cabeza, nos vendían la moto. 


Ahora que se ha caido de la moto y se ha encontrado de patitas en la calle... Si prefieren, con el carné del partido, pero de patitas en la calle a fin de cuentas. Ahora dice que abandona voluntariamente (sic) el ejercicio de la política para centrarse en la empresa privada. No sabemos todavía a qué dedicará su tiempo libre, ni si la empresa que lo contratará trabaja en puertas giratorias con una tolerancia del 3%, pero ahí lo tienen, volando por libre y abandonando el prusés antes de quedarse sin un buen sueldo... o abandonado por sus antiguos compañeros, que la amistad es muy traidora en política, y caído en desgracia... pero con un buen sueldo, igualmente.

Otro que nos ha estado vendiendo la moto durante más de treinta años ha sido el ínclito calvo, el señor don José Antonio Duran Lleida, de rancia ideología, que llevaba tantísimos años en la política catalana y española que parecía parte inseparable de ella.



Eterno candidato a minsitro, eterno candidato a sustituir a Pujol, eterno candidato a remenar les cireres, que dicen en catalán, ha estado siempre ahí y se ha aprovechado tremendamente de ello. No quería ni pensar en el retiro, porque no se imaginaba a sí mismo (cito textualmente) cobrando el sueldo de un maestro para poder vivir. El cabroncete vestía con elegancia y a buen precio. Presumía de hacerse los zapatos a medida en Italia y un reportaje fotográfico de El País lo retrató tal cual era, desayunando opíparamente en una suite del Hotel Palace de Madrid a cargo del dinero público o del partido (y éste, para conseguirlo, se metía en asuntos de dudosa legalidad y formaba parte voluntariosa y activamente del tejido del tresporcientismo patrio).


No siendo un tipo de rancio abolengo, abrazó una rancia ideología y abandonó cualquier escrúpulo. Pactó con quien fuera a cambio de lo que fuera para seguir disfrutando de la suite. Al final, abandonó el barco demasiado tarde, creyendo que su eterno rival, don Artur Mas, iba a hundirse agarrado al timón que colgaba de su despacho y que él, superviviente de tantas batallas, iba a poder nadar en las agitadas aguas de la política catalana. En las últimas elecciones, su partido sacó 46.000 votos, nada, menos de un 1% del total. 


Ahora es noticia que deja la dirección del partido y unas deudas de muchos, pero muchos, millones de euros en la organización. Cuando él mandaba y Pujol también, incluso cuando él mandaba y Mas hacía las veces de heredero de Pujol, su partido, UDC, recibía más donaciones privadas (y anónimas) que el PP y el PSOE juntos ¡en toda España! A la sombra de CDC, tresporcientista de arriba abajo, cubierto por ella, ejercía un beneficioso toma y daca. Vengan los dineros, venga a gastar y ya ven el resultado. La ruina económica y la insignificancia política. En la práctica, la política ha expulsado al ínclito calvo. Él, sin embargo, sostiene que se pasa a la empresa privada porque él ha querido. No le faltará trabajo, ni una pensión de órdago cuando lo deje, pero dejar atrás tanto poder le revolverá las tripas. De ahí la voz rota en su renuncia, que conmoverá a más de uno.

Mi suite, mi suite, qué será de mi suite...

P.S.: No son casos aislados. Un cambio de gobierno en Cataluña, especialmente si cambia el partido en el gobierno, puede poner de patitas en la calle a más de tres mil personas: directores y secretarios generales, consejeros, asesores, gerentes, cargos no electos, etcétera, y todos del partido que manda, puestos a dedo, en su mayor parte ineptos para otro trabajo, por no hablar de la cantidad de tertulianos y medios de comunicación que se verían obligados a cambiar de bando o buscarse otro trabajo. Eso explica, a fin de cuentas, muchas cosas que ocurren. 

1 comentario:

  1. ¿No era en la I República donde los partidos intercambiaban sus equipos de funcionarios cada seis meses? Recuerdo haber visto una sátira de la situación hace años.

    ResponderEliminar