Estábamos el otro día en la sala de armas, acuchillándonos tan tranquilamente, cuando saltó la alarma.
¡Hay un pokemon en la sala de armas!, gritó uno.
¡La madre! ¿Un pokemon? Eso ¿qué es?
Después de unos momentos de pasmo y desconcierto, echando mano del sable, el bicho intruso fue debidamente acuchillado y neutralizado por los tiradores presentes.
Un pokemon en la sala de armas... ¡Un respeto, hombre!
Corremos peligro, no teníamos suficiente con apalearnos de forma real que ahora recurrimos al acuchillamiento virtual.
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Francesc Cornadó