Feliz cumpleaños, Roma


Son varias las leyendas sobre el origen y fundación de Roma, pero todas ellas se ponen de acuerdo en señalar el equivalente a nuestro 21 de abril como fecha de su fundación. Esta fecha señalaría la firma de un pacto de confederación, llamado septimontium, entre los caseríos o poblados de cada una de las siete colinas de Roma, pero también ese día en que Rómulo y Remo trazarían, con un arado tirado por una vaca y un toro blanco, el cerco de la ciudad. 

Era un ritual altamente sagrado. El cerco separaba la ciudad del mundo, la civilización de la vida agreste, la cultura del salvajismo. En suma, el bien del mal. El cerco (la muralla) era inviolable gracias a un contrato con los dioses y el cerco eran los términos del contrato.

En éstas, Remo se saltó la línea trazada y no hubo más remedio que darle muerte por la espada, porque su acto ponía en compromiso las leyes y el contrato. Si Remo se saltaba las leyes (y la muralla), cualquiera en el futuro podría saltárselas, lo que supondría el fin de Roma. Así que se obró con justicia y crueldad, muy a la romana, y Remo pagó su pecado (y su delito) con su vida.

Los mismos romanos discutieron mucho sobre qué fecha fue la de la fundación. Las fechas que proponían unos y otros se situaban entre el 758 aC y el 728 aC, hasta que, una vez Roma convertida en Imperio, Ático y Varrón propusieron, después de estudiárselo mucho, el 753 aC, que se aceptó como buena a partir de entonces y hasta ahora. 

Por supuesto, la fecha de la Fundación, el 21 de abril, se celebró cada año con el fasto debido. 

¿Qué tienen que decir a esto los arqueólogos? Que las primeras señales de Roma son, precisamente, sus murallas, que se levantaron a mediados del siglo VIII aC. Por lo tanto, no se discute la fecha propuesta por los mismos romanos, porque, año más, año menos, es la que prueban los vestigios y algo sabrían los romanos de cuándo fundaron la ciudad, ¿no?

Aunque quizá tengamos que ir un poco más atrás en el tiempo, cuando el dios Marte se enamora de la sacerdotisa vestal Rea Silvia y la deja preñada de Rómulo y Remo. Pero esa historia la dejaremos para otro día.
Aquí, la escena, pintada por Rubens.

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