Nietzsche decía que desconfiaba de cualquier idea que no surgiera de los pies. Refutó a Sócrates, es cierto, pero el griego había inventado el método peripatético, consistente en pensar mientras se camina. La RAE afirma que fue cosa de Aristóteles. Bueno, el macedonio también dictaba lecciones dando largas caminatas. Y Jordi Corominas hace algo parecido. No filosofa, pero da largos paseos que cunden mucho y ha publicado algunos en forma de libro. Paràgrafs de Barcelona, publicado en catalán por Àtic dels Llibres (el sello catalán de Ático de los Libros), es uno de ellos.
El libro en cuestión es un hablar y hablar y no dejar de hablar de Barcelona, de una ciudad que el autor ha pisado, paseado y observado atentamente. Escribí hace dos semanas, en un periódico, lo siguiente: Jordi Corominas dicen que explora el camino señalado por Pla o Permanyer porque se recrea en el retrato de la ciudad, en un paseo por sus calles, sus gentes y su historia. Explorar, explora, a pie, dando largos paseos. Resulta de tales caminatas un ensayo íntimo y particular donde se demuestra que se piensa mejor caminando que sentado, y que mirar es una cosa y ver es otra muy distinta. Nada ha cambiado en estas dos semanas, y no creo que pueda decir más en cuanto a la idea del libro. Hablemos, si acaso, de la forma.
El libro no consta de capítulos. Está escrito tal cual, de principio a fin, y se organiza, como indica su título, por párrafos. Aunque lo de organizar es una manera de decir, porque el autor juega con la asociación de ideas y salta de aquí para allá dentro del mismo párrafo y de un párrafo al siguiente como si le fuera en ello la vida. El caos, dirá más de uno. Vale, pero dentro de un orden, porque el autor consigue hilvanar sus largos paseos y sus historias enlanzando unas con otras de un modo que parece fácil, pero que no lo es en absoluto. El lector (ahí reside la maravilla del libro) se deja llevar por la vuelapluma del autor y se recrea con pequeños detalles, con la historia menor y la reflexión mayor sobre una ciudad como Barcelona.
Ni que decir tiene que uno se siente atrapado cuando se mencionan calles y paseos que conoce, y de inmediato descubre que no los conocía tanto como creía. También surge la curiosidad cuando menciona lugares a los que no se ha prestado la suficiente atención, a rincones desconocidos, a lugares que tienen un encanto rara vez apreciado por el peatón.
Es un libro recomendable, y un ejercicio de escritura muy interesante.
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