Ay, Señor... Los de Ferrari no ganamos para disgustos. En China nos las prometíamos felices. En los entrenamientos libres se había vuelto a ver que el motor de los Ferrari era el más potente y con las largas rectas del Gran Premio de China eso iba a notarse, decían los entendidos. En las zonas curvas, pues no tanto, pero en las rectas... Ahora bien, en voz bajita señalaron algún problema de fiabilidad y los ingenieros (se rumorea) bajaron un poquito la potencia de los motores. ¿Resultado? Que en los entrenamientos oficiales se clasificaron primero los Mercedes-Benz.
En carrera no mejoró la cosa. Lecrerc, el piloto más joven, era inalcanzable para Vettel, cuatro veces campeón del mundo, y en Ferrari le pidieron que se dejara adelantar. A partir de ahí, hubo errores de estrategia en el cambio de neumáticos y problemas con las cajas de cambios de Lecrerc. Volvieron a ganar los Mercedes-Benz y Ferrari tuvo que conformarse con una tercera posición (Vettel) y una quinta (Lecrerc), que bien podrían haber sido segunda y tercera o algo parecido.
Decían que éramos los favoritos. Pues, ya ven: ¡naranjas de la China! ¿Vamos a seguir así todo el año?
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