Una vez en el círculo minero se presentó un diputado nacional; escuchó a los mineros que contaban sus miserias, y su excelencia cerraba los ojos como si padeciera de manera insufrible, hasta que al fin le dió una patada a la mesa exclamando ¡Cagüendiós! ¡Habrá que hacer algo!; de la mesa cayó una lámpara que se hizo añicos; su excelencia prometió grandes cosas; a los mineros les tocó comprar una lámpara nueva.
De Leonardo Sciascia, Le parrocchie di Regalpetra
(Trad. Luis Soravilla)
(Trad. Luis Soravilla)
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