Fin de la temporada 2019/2020



Fin de curso, fin de temporada... Llámenla como quieran. Ayer tiré con sable por última vez antes de las vacaciones de agosto. Espero con muchas ganas poder seguir tirando en septiembre.

Ha sido una temporada muy rara. Justo antes del confinamiento, en marzo, me encontraba en mi mejor momento. Los meses de encierro me pasaron factura, pero este último mes y medio he podido regresar y no estaba tan bien, pero no tiraba tan mal como temía. 


La esgrima es un deporte magnífico. Cierto que con los calores de julio, la chaquetilla, la careta, el guante y compañía pasas algunos calores, pero compensa.

Cuento los días que faltan para volver a tirar.

El arte de pagar fantas


Queridos lectores:

Una vez más, Metrópoli Abierta ha publicado uno de mis artículos. Se titula El arte de pagar fantas y gira alrededor de un problema que se ha vuelto muy serio. 

Desde mi particular punto de vista (pueden disentir, si les apetece), el nacionalismo catalán (el nacionalismo en general, el catalán no es más que un caso particular) es un movimiento de derechas, tradicionalista, carca, meapilas, conservador, últimamente neoliberal... Además, se ha convertido en un movimiento nacional-populista, con aires o dejes típicos del nacionalismo más radical, como cierto racismo o supremacismo, o como quieran llamarlo. 

Si partimos del hecho que el nacionalismo (el romántico) no es democrático (en su esencia, al menos), al considerar que nosotros no tenemos los mismos derechos que los otros, porque estamos hechos de otra pasta, por decir algo, si partimos de este hecho, decía, directamente contrario a la igualdad y que supone serios problemas para la libertad y la fraternidad, tropezamos con un procesismo que es, en la teoría y en la práctica un movimiento de extrema derecha inclinado hacia el autoritarismo. Las leyes aprobadas el 6 y 7 de septiembre de 2017 también lo ponen en evidencia.

Pues de lo que me quejo es de tantos que dicen ser de izquierdas y acaban riendo las gracias del procesismo y de personajes tan ridículos, nefastos y peligrosos como sus líderes y principales voces. No entiendo cómo es posible que alguien que sostiene que es de izquierdas en Cataluña siga ejerciendo de pagafantas. De verdad que es contrario a toda lógica.

Y ya me he quedado descansado.

Falconer



Falconer
es, a decir de muchos, la mejor obra de John Cheever (1912-1982). Es una de las candidatas a eso que se ha dado en llamar la Gran Novela Americana, que podría ser, en sí mismo, un género literario.

La fama de Cheever viene de sus cuentos sobre la clase media norteamericana y sus vidas artificiales en urbanizaciones falsamente paradisíacas. Lo que no es lo que parece, pero bien contado. Era un excelente cuentista, a decir verdad. 

Cheever dijo que Falconer se inspiró en un proceso de desintoxicación al que se sometió (fue un alcohólico durante varios años), y no deja de ser una metáfora de ese proceso. Así leída, la novela adquiere un notable interés. 

Pero sin saber nada de la vida de Cheever, también resulta un libro que retrata el ingreso en la prisión de Falconer de un maestro de escuela relativamente culto, pero adicto a las drogas, que tiene que cumplir una condena de diez años por haber asesinado a su hermano, matándolo a golpes de atizador. El ambiente carcelario, duro, grotesco, algunas veces surrealista, deja asomar, aquí y allá, fragmentos de extraordinaria belleza y sensibilidad y se puede comprobar que el oficio de su autor era simplemente brillante.

Es una novela muy recomendable, para los connaisseurs de la buena literatura contemporánea.

Qué bueno que soy


No deja de llamarnos la atención que los dirigentes procesistas, una y otra vez, hablen de la bondad de sus personas. Pero no es que A diga que B es una persona (cito) buena, honesta, seria, responsable, honrada, etcétera, sino que es A quien dice que A es un dechado de virtudes. El caso más exagerado es el de Junqueras hablando de sí mismo en voz alta a la que le ponen delante un micrófono, pero no se libra nadie, nadie.

Los libros publicados por los principales dirigentes procesistas destacan principalmente por ese onanismo moral que afirma sin cesar qué bueno que soy. Por esa misma razón, porque soy muy buena persona, es injusto que la justicia me castigue. ¡Mírenme a la cara y muéranse de vergüenza por haber condenado a prisión a un padre tan amoroso, a un hombre tan virtuoso, a una persona tan bondadosa como yo! 

Se olvidan, sin embargo, que la justicia no juzga las cualidades morales de una persona, como tampoco juzga su bondad; la justicia se limita a juzgar unos hechos y si ese dechado de virtudes se ha saltado la ley, tiene que apechugar con las consecuencias. Es lo que hay. ¡Cuántos ladrones, asesinos, estafadores, evasores fiscales, violadores, etcétera, son padres amorosos, dulces esposos, hijos encantadores, amables vecinos o amigos entrañables! No son pocos. 

Por lo demás, los delincuentes están en su perfecto derecho de mentir y afirmar que yo no he sido, que pasaba por ahí como de casualidad, que era una broma, que no iba en serio... Eso hay que reconocérselo. Pero agradeceríamos, también, algo de realismo y autocrítica.

Juan Marsé (1933-2020)


Juan Marsé, fotografiado por Marta Calvo.

Hoy nos ha dejado un escritor, uno de los más grandes escritores en lengua española de la segunda mitad del siglo XX. Su retrato de la sociedad barcelonesa y sus personajes cotidianos merecen el máximo reconocimiento. Mi madre le tenía un especial cariño desde que escribió sobre el cine Roxy, que había sido su refugio durante la postguerra, y yo le tengo el máximo respeto al vérmelas con páginas de buena literatura, buena de verdad, en cualquiera de sus libros. Barcelona ha perdido un gran escritor. La ciudad se está quedando huérfana de letras.

No vamos bien (Gran Premio de Hungría 2020)



Lo dicho: Este año no nos vamos a comer un rosco. Ferrari tiene problemas de motor. No es lo suficientemente potente y se nota. Hoy sólo hemos podido quedar sextos y undécimos (en este último caso, fuera de la zona de puntos). El Mercedes-Benz de Hamilton se ha llevado la victoria, pero su compañero ha quedado varios puestos por detrás. 

En dos semanas, otra dura prueba para los ferraristas. Ay, Señor... 

Grotesco y triste


El espectáculo que ahora mismo nos proporciona el Departamento de Salud y el resto del gobierno de la Generalidad de Cataluña hoy mismo es grotesco, y decir grotesco es quedarse corto, muy corto. Lamentablemente, un chiste que ya no tiene ni gracia se ha convertido en una tragedia. Por lo tanto, es grotesco y triste.

Hoy han publicado que los gastos consolidados en el sistema sanitario catalán disminuyeron más de un 12 % entre 2009 y 2018, y en gasto consolidado per cápita, más de un 13 %. La disminución de los gastos en atención primaria superan, en ese mismo período de tiempo, el 24 %. Y así todo. Súmese a todo ello una organización y una gestión atomizada, semiprivatizada y caótica, un gobierno inepto y luego échese el conjunto sobre una epidemia. ¿El resultado? Un verdadero desastre.

No entraré en detalles, pero me llevo las manos a la cabeza cada vez que descubro que no quieren recibir ayuda del ministerio, que se tomaban decisiones sin consultar con un consejo de epidemiólogos y expertos en salud pública, que no tenían nada previsto y lo que tenían previsto ni siquiera se había puesto en marcha. Etcétera. Ah, que no se nos olvide. Piensan dedicar varios millones de euros recibidos para la lucha contra la epidemia... en TV3. Así, con dos cojones, y a nadie le importará.

Su evidente mala gestión, sin embargo, no creo que vaya a suponer ningún cambio electoral cuando, en unos meses, volvamos a tener elecciones. Me sorprendería muchísimo que lo hubiera. Mi pesimismo es evidente y palmario.

Segundas partes nunca fueron buenas (Gran Premio de Austria 2020 bis)



Como les dije, este Campeonato será muy raro. El pasado fin de semana repitieron circuito, el de Austria, aunque le pusieron otro nombre al Gran Premio, para disimular. Si en la primera carrera Ferrari obtuvo una inesperada segunda plaza (bien), en esta segunda ni un coche ni el otro acabaron la primera vuelta. Lecrerc intentó adelantar a Vettel por el interior y Vettel se lo comió. Uno perdió el alerón trasero y otro, el delantero. Se acabó su carrera ahí mismo. Ganaron, cómo no, los dos Mercedes-Benz.

Una infusión ante la confusión


Queridos lectores:

Que vivimos tiempos confusos es bien cierto, pero que nuestras autoridades no hacen más que echar leña a la caldera de la confusión, también. Algo de eso hay en el artículo que ha tenido a bien publicarme Metrópoli Abierta, titulado Una infusión ante la confusión. Ojalá les guste.

Gran Premio de Austria 2020



Qué rara será esta temporada. Ocho carreras (creo) y Ferrari en muy baja forma. En cambio, Mercedes-Benz parece intocable y McLaren y Red Bull pisan muy fuerte. 

Fue gracias a Lecrerc y a una carrera muy accidentada que Ferrari quedó en segunda posición, delante de un McLaren y detrás de un Mercedes-Benz. El otro Ferrari quedó décimo, por culpa de un error de conducción de Vettel.

Temporeros, racismo y epidemias


Fotografía publicada en el sitio web de la cadena SER.

Una vez más, asoma la polémica sobre el empleo de temporeros en la recogida de la fruta en Lérida. El asunto se las trae por muchas razones. Son ya muchos los años en los que se lleva denunciando el trato inhumano que se ofrece a estas personas en su trabajo, sus miserables condiciones de vida y la poca atención que recibe su salud. Son ya muchos los años en los que todo esto se mezcla con evidentes muestras de racismo. A veces son explícitas; muchas veces, las más frecuentes, soterradas. 

Este año, además, se suman dos factores que han provocado, y van a provocar (si no, ya verán), más problemas. Uno es, en efecto, el de la epidemia de covid-19. Los temporeros, hacinados, durmiendo en la calle, sin las más mínimas condiciones higiénicas, son víctimas y vectores de transmisión del virus. Sólo faltaba esto para sumar excusas al rechazo, al racismo. Esta año, si cabe, el aislamiento de los temporeros ha sido más feroz todavía. Tendríamos que recordar, una vez más, que los temporeros son víctimas de la epidemia. Quien podrían limitar su extensión no ha hecho nada.

Keita Baldé, futbolista del Mónaco, puso en evidencia a todas las autoridades, pero también a los empresarios y a muchas personas de Lérida, cuando pagó de su propio bolsillo el alquiler de un edificio para que un numeroso grupo de temporeros pudieran tener un techo. ¿La razón? Los hoteleros de la ciudad se habían negado a darles cobijo, aunque el futbolista (que no las autoridades) corría con los gastos. ¡Bravo por Keita! Así se jodan quienes se negaron.

Esto me lleva al segundo factor agravante. Ni las consejerías de Salud o Asuntos Sociales, ni la de Agricultura, ni ninguna otra, han tomado medidas para afrontar este problema durante años y años. Se ha enquistado y podrido, porque han dejado que así sea, prefiriendo adornar su inacción con banderitas y reivindicaciones patrias a tener que actuar fastidiando al racismo de quienes pagan comisión al partido. Es así. Pero este año, con epidemia de por medio... no han hecho nada. Peor todavía, su inacción, su caótico desorden, su perplejidad ante la realidad, su ineptitud... Todo, en su conjunto, no ha hecho más que provocar un repunte de las infecciones en la epidemia, que se les ha vuelto a escapar de las manos, si alguna vez estuvo controlada.

Ahora surgen voces echando las pelotas fuera. Que si España esto o España lo otro... Pues, no. Ha sido el gobierno con sede en Barcelona el máximo responsable del descontrol en Lérida, y a quien deberían pedirse explicaciones. Pero ya saben cómo son esas cosas. Si algo sale bien, es porque somos muy buenos y lo hemos hecho nosotros; si no sale bien, es porque es culpa de los demás. Así no hacemos más que caer en un pozo del que nos costará muchísimo salir. 

El comportamiento de las autoridades en este asunto, de todas en general y de muchas en particular, ha sido simplemente miserable.

Cambios y permanencias


Queridos lectores:

Una vez más, Metrópoli Abierta publica uno de mís artículos. Se titula Cambios y permanencias y presenta más una intuición y un estado de ánimo que otra cosa. En resumen, señalo las consecuencias de tantos años de desgobierno, adoctrinamiento y tontería. Pero es una opinión y ustedes tienen la última palabra.

De nuevo, en garde!


Lo cierto es que echaba en falta batirme, sable en ristre, los pasados días de confinamiento. 

Luego, al permitirse poco a poco salir a la calle, pasear, hacer ejercicio y esas cosas, intenté recuperar algo (poco) mi forma con largos paseos. 

Poco después nos permitieron entrenar, pero sin asaltos, porque (eso dijo alguien) la esgrima es un deporte de contacto. Me permito recordar que tiramos a distancia, que llevamos chaquetilla, guante y careta y que tocamos al adversario alargando el brazo... y el sable. 

Por esta murga, no hemos podido tirar durante un par de semanas, mientras los jugadores de fútbol y baloncesto se abrazaban y corrían y chocaban entre sí... En fin, qué le vamos a hacer.

Esta semana, por fin, he podido volver a tirar en un asalto. La lástima es que hace mucho calor, y se nota, pero ¡qué bien nos lo pasamos! Estoy oxidado, claro que sí, pero no tanto como pensaba. ¡Y todavía me entra la chaquetilla! Milagro.