Quedaron hechos pedazos, literalmente


El suceso que narraré ocurrió el primer día de una de las batallas más duras de la campaña del Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial: la toma de Peleliu. 

Peleliu es una isla del archipiélado de las islas Palaos con una superficie de apenas 13 kilómetros cuadrados. El porqué del ataque se explica porque los japoneses habían construido un aeropuerto en esa isla, pero también por el toma y daca de los dos principales estrategas de la guerra en el Pacífico. El almirante Nimitz pretendía saltarse las Filipinas y el general McArthur, ocuparlas. Como ganó el plan de McArthur, se trataba de ocupar las islas Palaos para evitar los ataques japoneses al flanco derecho de las tropas aliadas. Neutralizar, fue el término empleado. Un eufemismo que costaría miles de vidas.

Desembarco en Peleliu.

La 1.ª División de Marines lideraría el ataque y sería apoyada por la 81.ª División de Infantería. En total, sumaban casi 50.000 hombres, más la Task Force 38 de apoyo, una flota formada por cinco acorazados, cinco cruceros pesados, tres ligeros, tres portaaviones pesados y cinco más ligeros, que no es poca cosa. A esta fuerza se oponía la 14.ª División de Infantería japonesa, algunos trabajadores civiles, una compañía de carros de combate y un variopinto y poco numeroso etcétera, que sumaban casi 11.000 hombres, muy bien atrincherados, con cantidad de morteros, piezas de artillería y ametralladoras en blocaos por toda la isla.

La batalla se inició en septiembre de 1944. El bombardeo sobre la isla fue atroz. Unos 2.500 proyectiles de 406 o 356 mm de calibre, casi 2.000 bombas de aviación de más de 200 kg y ya no sé cuántos proyectiles de menor calibre, de cañones y ametralladoras pesadas. Al cambio, hablamos de 200 a 500 Tm de bombas y proyectiles explosivos por kilómetro cuadrado. Parecerá mentira, pero las defensas japonesas casi no resultaron afectadas por ese infierno sobre la tierra. 

Los japoneses se habían preparado a conciencia y eso iban a pagarlo muy caro los americanos, con más de 2.500 muertos y 8.500 heridos. La táctica habitual hasta el momento había sido una fortísima defensa en las playas; si el enemigo hacía una brecha en las defensas, entonces se cargaba a la desesperada contra él, jugándosela todo a un todo o nada en una carga suicida. Estos ataques fueron bautizados como ataques banzai por los americanos, por el grito de guerra de los japoneses.

En Peleliu, sin embargo, diseñaron sus defensas en profundidad. Cada posición estaba protegida por otras y estaba cuidadosamente situada. Se forzaría al enemigo a tomar esas posiciones una a una, con grandes bajas, sabiendo que atacarían bajo fuego cruzado. Cuando la ocasión fuera propicia, se lanzarían ataques por sorpresa y emboscadas bien coordinadas, pero no esos ataques suicidas que habían resultado tan poco efectivos hasta el momento. En suma, una guerra lenta, de desgaste, pensada para provocar el máximo número de bajas en el enemigo, que se lo pensaría dos veces antes de cualquier movimiento.

Esto ayuda a explicar por qué una batalla pensada para durar cuatro días duró dos meses y provocó casi tantas bajas entre los americanos como entre los japoneses (que, excepto 200 operarios civiles, murieron todos), pese a la superioridad de los EE.UU.  

Pero no adelantemos acontecimientos. Las fuerzas americanas desembarcaron el 15 de septiembre, y ése es el día en que sucedió todo lo que quiero contar.

El desembarco fue precedido de un intenso bombardeo, ya lo he dicho, pero fue muy contestado por el fuego enemigo. Se desembarcó en el sur de la isla, por ser la posición más próxima al aeropuerto, el objetivo de la batalla. Aunque hubo muchas bajas, pronto se instaló una cabeza de playa. El avance fue lento, mucho más lento de lo previsto, y al caer la tarde ningún batallón había alcanzado los objetivos previstos.

Los marines llegaron a tocar al aeropuerto y se encontraron frente a un enorme espacio abierto. Al final del aeropuerto, hacia el norte, la selva y los palmerales de costumbre y una elevación, el cerro de Umbrogol, que no tardaría en ser bautizado como la Herradura. De repente, un observador de la Marina descubrió a los pies de la Herradura una concentración de tropas japonesas. 

Era el 1er. Batallón del 2.º Regimiento japonés, más la compañía de carros de combate de la guarnición. En números redondos, unos mil hombres y un indeterminado número de carros de combate, entre 11 y 18. La infantería se había desplegado en el mejor orden y partían de una posición óptima. Los carros de combate iban detrás, justo para darles apoyo, sin exponerse. 

Corrió la alerta entre los hombres del 1er. Batallón del 5.º Regimiento de Marines, que eran la vanguardia del avance americano y que apenas acababan de poner los pies en la llanura. Aunque hasta ese momento los contraataques japoneses habían sido pocos y dispersos, éste tenía toda la pinta de ser un ataque coordinado y preparado. La posición de los marines era todavía precaria y los japoneses eran capaces de hacerles mucho daño. La amenaza era muy seria.

Sin embargo, la fortuna estuvo de parte de los americanos y la torpeza, de los japoneses. 

De entrada, el ataque comenzó tarde, a las 1650 h. Esperaron demasiado, perdieron la oportunidad y el efecto sorpresa. Los marines habían tenido tiempo de pedir refuerzos, que comenzaban a llegar o estaban en camino. Además, el observador de la Marina que hemos dicho ya había tenido tiempo de fijar la posición del enemigo y avisar a los cruceros y acorazados de la flota invasora, que ya estaban poniendo la artillería a punto.

Un carro Tipo 95 Ha-Go, despachurrado en el aeropuerto de Peleliu.

Ahora tendremos que abrir un paréntesis. Los carros de combate japoneses en Peleliu eran todos del Tipo 95 Ha-Go, unos carros ligeros que pesaban 10 Tm, armados con un cañón de 37 mm de baja velocidad y un par de ametralladoras. Su blindaje apenas protegía de los disparos de fusil y de la metralla desde lejos, yendo de los 6 a los 12 mm de grosor. Cualquier cosa con más potencia que un fusil podía agujerearlo. En Peleliu, habían soldado unos bidones de combustible partidos por la mitad a la parte trasera del tanque, a modo de asiento para la infantería, que también podía agarrarse para no caer a unas barandillas de bambú. Porque la idea era que los carros avanzaran cada uno de ellos con una pequeña sección de infantería a cuestas. Fin del paréntesis.

De repente, los carros de combate japoneses dejaron atrás a su infantería. A toda máquina, corriendo a todo lo que daban de sí, cargaron contra las avanzadas de los marines. ¿Qué estaban haciendo? A un par de centenar de metros de distancia, la mayoría se desvió de la ruta y quiso cruzar la pista del aeropuerto en diagonal, corriendo... ¡en paralelo a las líneas americanas!

Restos de un tanque japonés en Peleliu, destrozado.

Ni que decir tiene que los americanos dispararon con todo lo que tenían a mano: bazookas, cañones contracarro de 37 mm, ametralladoras pesadas... Los soldados que iban subidos a los tanques hacía ya tiempo que se habían quedado por el camino, muertos, heridos o simplemente descabalgados de su montura, porque se iban cayendo unos pocos a cada bache. Ninguno sobrevivió a la lluvia de balas y explosivos.

Un M4A2 Sherman de la compañía A, en Peleliu.

Para acabar de rematar la faena, aparecieron ocho carros M4A2 Sherman, de las compañías A y B del 1.er Batallón de Carros de Combate de los marines. Desde el punto de vista japonés, eran unos monstruos; pesaban entre tres y cuatro veces más que los carros japoneses, eran invulnerables a sus proyectiles y su cañón de 75 mm podía destruir un Tipo 95 Ha-Go con toda la facilidad del mundo. También se sumaron a la fiesta y dispararon contra los japoneses, cómo no. De hecho, comenzaron disparando proyectiles perforantes y se asombraron al ver que no causaban efecto alguno. En verdad, sí. Ocurre que los proyectiles entraban por un lado y salían limpiamente por el otro porque el blindaje parecía de papel. Así que emplearon proyectiles explosivos, con efectos devastadores.

Uno de los carros japoneses que se quedó atascado en los pantanos.
Al fondo, los restos de un avión japonés.

Sólo un puñado de carros japoneses siguió adelante sin desviarse en diagonal y atravesó las avanzadas de los marines, con muy poco efecto real sobre el enemigo. Pasaron de largo, se atascaron en un pantano que había un poco más allá y ahí se acabó su historia. Los machacaron con todo lo que tenían. 

¿Y qué ocurrió con la infantería? Así que los japoneses salieron de sus trincheras, se ordenó abrir fuego a la artillería naval. A todo esto, se sumó la aviación. Barrieron la base de la Herradura con saña y furia. Fue un infierno y (literalmente) nunca nadie volvió a saber nada de la infantería japonesa, que parece ser que se retiró deprisa y corriendo hacia el bosque y la montaña, pies para que os quiero, ante el avasallador bombardeo, si es que no pereció bajo el mismo.

Unos marines examinan los restos de un carro japonés en Peleliu.

Después de aquel combate y una vez ocupado el aeropuerto, los oficiales del Estado Mayor redactaron un informe sobre el desarrollo de la batalla. Uno de estos oficiales calculó que cada carro de combate habría sido destruido lo menos unas diez veces, aunque no supo estimar el número de carros de combate japoneses que se habían perdido durante el ataque. Quedaron tan despedazados, tanto, que todavía hoy en día no se sabe a cuántos tanques correspondían los restos que quedaron sobre el campo de batalla. Entre 11 y 17 carros enemigos, constó en el informe. No pudo precisarse más.

Todavía quedan en Peleliu algunos restos de los carros japoneses.

Los resultados


Los publican todos los diarios, los resultados, pero no iba a ser menos. No diré, pues, nada nuevo.

En el Congreso de los Diputados, la cosa ha quedado así:

Han votado 26.361.256 ciudadanos (un 75,75% del censo).

PSOE, 7.480.755 votos (28,68%), 123 diputados
PP, 4.356.023 votos (16,7%), 66 diputados
Cs, 4.136.600 votos (15,86%), 57 diputados
UP, 3.732.929 votos (14,31%), 42 diputados
VOX, 2.677.173 votos (10,26%), 24 diputados.
ERC-Soberanistes, 1.015.355 votos (3,89%), 15 diputados
JxCAT-Junts, 497.638 votos (1,91%), 7 diputados
PNV, 394.627 votos (1,51%), 6 diputados
EH Bildu, 258.840 votos (0,99%), 4 diputados
CCa-PNC, 137.196 votos (0,53%). 2 diputados
NA+, 107.124 votos (0,41%), 2 diputados
Compromís, 172.751 votos (0,66%), 1 diputado
PRC, 52.197 votos (0,2%), 1 diputado.

Quedan fuera partidos como PACMA (326.045 votos), Front Republicà (113.008 votos) o el BNG (93.810 votos). El partido menos votado ha sido UDT (Unión de Todos), que se ha ganado 28 votos. 

En Cataluña han votado 4.149.489 personas, el 77,58% del censo. Los resultados han sido:

ERC-Soberanistes, 1.015.355 votos (24,59%), 15 diputados
PSC, 958.343 votos, (23,21%), 12 diputados
ECP-Guanyem el Canvi, 614.738 votos (14,89%), 7 diputados
JxCAT-Junts, 497.638 votos (12,05%), 7 diputados
Cs, 477.096 votos (11,55%), 6 diputados
PP, 200.209 votos (4,85%), 1 diputado
VOX, 148.481 votos (3,6%), 1 diputado

Los partidos claramente independentistas (sumando aquéllos que se han quedado sin diputados) suman un 39,38% (i.e., un 30,55% del censo electoral). ¿Valen menos estas elecciones que las autonómicas?

En el Senado, la cosa ha quedado más o menos así:

PSOE, 121 senadores
PP, 56 senadores
ERC-Soberanistes, 11 senadores
PNV, 9 senadores
Cs, 4 senadores
NA+, 3 senadores
JxCAT-Junts, 2 senadores
ASG y EH Bildu, con un senador cada uno.

En Barcelona, 2 senadores para el PSC y 2 senadores para ERC.
En Gerona y en Lérida, 3 senadores para ERC y 1 para JxCAT.
En Tarragona, 3 senadores para ERC y 1 para el PSC.

Y eso es todo.

Que no es poco.

La vida del apoderado y la jornada electoral


Ayer hice de apoderado en un colegio electoral, donde yo también deposito mi voto. Es la segunda vez que hago tal cosa y fue mucho mejor que la primera vez (las elecciones al Parlamento de Cataluña de 2017). Es decir, fue más tranquilo, más ordenado, mucho menos tenso y más amable. Pero fue más largo, también, porque se contaban los votos del Congreso de los Diputados (que se ventilan con relativa rapidez, en dos o tres horas), pero también los del Senado. Y los votos del Senado son un pequeño martirio, parece que nunca acaban de contarse. Pero se cuentan, claro, y sin problemas serios.

Eran cinco mesas, tres apoderados de Podemos (vamos a llamarlos así, para resumir), dos del PSC y luego uno de Ciudadanos, uno de ERC, uno de Junts per Catalunya y uno de Vox. Las izquierdas nos pusimos de acuerdo, uno por mesa, para supervisar el escrutinio. Las derechas iban de una a la otra o se concentraban en un par de ellas. Todo fue la mar de bien, la verdad.

La jornada se hace larga y tienes que compartir las horas y los trabajos. Dónde me toca votar, te pregunta uno; me ayuda, joven, dice el otro, con silla de ruedas; para votar por los animalitos, pobres, piden dos viejecitas (con todo el aspecto de convivir con medio centenar de gatitos en casa); ¡gracias, compañero!, ¡Adelante!, etc., cuando asoma uno de los tuyos; un amigo o un vecino que pregunta qué haces ahí (con el letrero del partido colgando, creo que es evidente, pero, en fin...); cuando conversas con uno de otro grupo y se suma uno del público a la conversación... En fin, lo de siempre, que está muy bien.

Tuve suerte de compartir las horas con un grupo de apoderados, presidentes de mesa, vocales y funcionarios, de todo signo y condición, con los que fue fácil pasar las horas y que nos ayudamos los unos a los otros la mar de bien y sin más problemas. Un apoderado (no diré quién) se puso pesado con sus batallitas y comenzó a decir verdaderas insensateces sobre los españoles, el gobierno y tal y cual (y no fue el de Vox); se quedó sin público.

Ahí dentro, contando y coleccionando actas, no supimos la magnitud de lo que había ocurrido en el resto de España hasta pasadas unas cuantas horas. En el colegio electoral en el que estuve, ganó ERC, seguida muy de cerca por los socialistas, luego los de Podemos y dejando bastante por detrás a Junts per Catalunya, Ciudadanos, PP, Vox y los del Fachín, que tenían un nombre muy largo y no me acuerdo ahora. Eso sí, nuestra participación superó el 80%. Una vez más, mi barrio mostró un perfil nacionalista de derechas (con la mayoría de ERC y JxC, a los que sumar C's, PP y Vox, con otra bandera), pero el alza de PSC y Podemos fue notable.

Luego, los apoderados, cargados de copias de actas, corren hacia su sede, con el temor (tantas veces justificado) de que no se hayan zampado ya el tentempié o resopón, que no se hayan acabado las bebidas... Porque, hay que decirlo, en su mayor parte no han probado bocado desde mediodía, y llegarán a sus sedes, lo más temprano, a partir de medianoche. ¡La vida del apoderado es muy dura! Pero es divertida.

En mi caso, tuve la infinita suerte de llegar en el momento más oportuno. Habían sacado las bandejas con el yantar justo cuando el secretario de no sé qué (no estoy muy ducho en las cosas del organigrama de mi partido) salió a darnos las gracias por nuestro trabajo y celebrar la victoria y eso y lo otro, mientras un servidor y alguno más nos llenábamos la boca a dos carrillos, con una rapacidad de la que no me había creído capaz. Es difícil aplaudir con un vaso y un bocadillo en las manos, añado, para ilustración del personal.

Parece que el resumen de la jornada electoral es que el PSOE se la ha jugado y ha ganado, que Podemos ha perdido fuelle, pero se sostiene y apoyará al PSOE, que el PP se ha pegado un trompazo de padre y señor mío, que Ciudadanos se encuentra en un momento complicado, después de haber perdido su centralidad, que ambos han errado de pe a pa al seguirle la jugada a Vox y que Vox, no es una buena noticia, está en las Cortes, aunque no hará más que ruido porque, y ésa es la buena noticia, no ha conseguido lo que muchos temían.

En cuanto a Cataluña, los partidarios de Puigdemont ya no pintarán nada en las Cortes y se dedicarán a apuñalar a conciencia a los de ERC, y viceversa, porque ambos se juegan el Qué hay de lo mío en Cataluña. Ambos se arriesgan a votar lo mismo que Vox y a que el otro se lo eche en cara. Seguirán jodiéndonos la vida, agarrados al poder en Cataluña, pero al menos el espectáculo cainita animará la fiesta.

Nada, que no (Gran Premio de Azerbayán, o como se diga, 2019)


Nada, que no, que tenemos un coche que corre mucho (ayer Lecrerc marcó la vuelta más rápida sin problemas), pero seguimos metiendo la pata sin cesar, o fallando en Dios sabe qué. Mercedes-Benz se mereció otra victoria seguida de una segunda posición, mientras Ferrari tenía que conformarse con una tercera (Vettel) y una quinta (Lecrerc). 

Vettel tuvo problemas para gestionar sus neumáticos y no pudo seguir el ritmo de la carrera al final, no encuentra el punto del Ferrari. Lecrerc, en cambio, que parece sentirse muy a gusto en su bólido, se precipitó en la ronda de clasificación y se fue contra un muro, pagando con ello su posición de salida, la décima. En carrera, no pudo avanzar más posiciones porque su equipo, inexplicablemente, cometió el error de no cambiarle a tiempo los neumáticos, y eso que iba muy bien. 

En fin... Como volvemos a las andadas y la cosa no mejora, mejor les dejo con una postal que con una fotografía de la carrera. Por cierto, ¿por dónde cae Azerbayán, Azerbaiján o como se diga? 



Supercherías


Queridos lectores:

Aquí me tienen, con un nuevo artículo publicado por Metrópoli Abierta. Esta vez arremeto contra los antivacunas y, de paso, contra la colección de falsas terapias y medicinas que nos invaden. Será como predicar en el desierto, pero es un tema muy serio y que merece más atención y acciones más decididas. El artículo se titula Supercherías y espero que les haga pensar un poco en estas cosas.

Cosecha libresca


Cuenta una amiga que los lectores de verdad compran antes de Sant Jordi, aunque en Sant Jordi siempre cae alguna cosa. Cuenta, acto seguido, que Sant Jordi es en verdad el día del libro para quien no lee y compra libros una vez al año. Tenga o no tenga razón, porque ahora no vamos a discutir tal cosa, venga aquí la exposición de mi cosecha particular de este Sant Jordi, considerando que faltan al menos un par de libros más. 


Les diré que hay libros que compré poco antes y alguno que ha caído hoy. Hay un poco de todo, desde la novela autopublicada de un amigo hasta el ensayo que esperaba con ganas, pasando por recomendaciones y autores a los que sigo. 


Hablando de autores que sigo, he conseguido un autógrafo de Javier Pérez Andújar en su última obra publicada, La noche fenomenal.

Feliz Sant Jordi



Una campaña enconada


Ésta está siendo una campaña enconada.


Feliz cumpleaños, Roma


Son varias las leyendas sobre el origen y fundación de Roma, pero todas ellas se ponen de acuerdo en señalar el equivalente a nuestro 21 de abril como fecha de su fundación. Esta fecha señalaría la firma de un pacto de confederación, llamado septimontium, entre los caseríos o poblados de cada una de las siete colinas de Roma, pero también ese día en que Rómulo y Remo trazarían, con un arado tirado por una vaca y un toro blanco, el cerco de la ciudad. 

Era un ritual altamente sagrado. El cerco separaba la ciudad del mundo, la civilización de la vida agreste, la cultura del salvajismo. En suma, el bien del mal. El cerco (la muralla) era inviolable gracias a un contrato con los dioses y el cerco eran los términos del contrato.

En éstas, Remo se saltó la línea trazada y no hubo más remedio que darle muerte por la espada, porque su acto ponía en compromiso las leyes y el contrato. Si Remo se saltaba las leyes (y la muralla), cualquiera en el futuro podría saltárselas, lo que supondría el fin de Roma. Así que se obró con justicia y crueldad, muy a la romana, y Remo pagó su pecado (y su delito) con su vida.

Los mismos romanos discutieron mucho sobre qué fecha fue la de la fundación. Las fechas que proponían unos y otros se situaban entre el 758 aC y el 728 aC, hasta que, una vez Roma convertida en Imperio, Ático y Varrón propusieron, después de estudiárselo mucho, el 753 aC, que se aceptó como buena a partir de entonces y hasta ahora. 

Por supuesto, la fecha de la Fundación, el 21 de abril, se celebró cada año con el fasto debido. 

¿Qué tienen que decir a esto los arqueólogos? Que las primeras señales de Roma son, precisamente, sus murallas, que se levantaron a mediados del siglo VIII aC. Por lo tanto, no se discute la fecha propuesta por los mismos romanos, porque, año más, año menos, es la que prueban los vestigios y algo sabrían los romanos de cuándo fundaron la ciudad, ¿no?

Aunque quizá tengamos que ir un poco más atrás en el tiempo, cuando el dios Marte se enamora de la sacerdotisa vestal Rea Silvia y la deja preñada de Rómulo y Remo. Pero esa historia la dejaremos para otro día.
Aquí, la escena, pintada por Rubens.

Nada es eterno


Queridos lectores:

Cuando supe del incendio en la catedral de Notre-Dame, en París, me salió un artículo casi de corrido.

En Metrópoli Abierta han tenido a bien publicármelo.

Se titula Nada es eterno. Espero que les guste.

¡Que vienen los moderados! Seguro, que los he visto



En los tiempos que corren, muchos periodistas insisten en percibir un cambio de rumbo en los responsables del procés. Veo en esta opinión más un deseo que el resultado de un examen de los hechos objetivos.

El principal interés de estos opinadores es mostrar una lucha interna que se da en lo que fuera Convergència en su día, que ha cambiado de nombre y apellidos hasta convertirse en un recuerdo de sí misma, sustituida por una tropa de oportunistas y fanáticos de algo parecido a una secta religiosa. Quedan convergentes de los de antes, de tres por ciento y discreción, y dicen muchos periodistas que están esperando su oportunidad para hacerse de nuevo con las riendas del partido y proponer el regreso de un (cito) catalanismo moderado. También apuntan hacia ERC, afirmando que apunta maneras más abiertas y moderadas. ¡Ja! ¿De verdad se creen eso?

Pero hablábamos de una posible resurrección convergente, apoyada (quizá) por don Artur Mas, que podrá volver a ser cargo electo el año que viene. Porque, se dice y se insiste en ello, existe una bolsa de votantes huérfanos (sic) que votarían a ese hipotético catalanismo moderado. ¡Ja!, otra vez. 

Pues leo, acto seguido, en otra parte, que esa bolsa de votantes huérfanos se ha contabilizado. En el mejor de los casos posibles y siendo optimistas, podría dar unos 200.000 votos. No más. 

Recordemos que la suma de los partidos amarillos es de unos dos millones de votos. En otras palabras, ni uno de cada diez votantes de cualquiera de las vertientes del independentismo votaría por el regreso del catalanismo moderado. Como mucho, se abstendría. Eso no da para hacerse demasiadas ilusiones, la verdad.

Si usted es un amarillo independentista no votará a ese partido. Si usted no lo es, tampoco, es evidente. Si a estas alturas continúa confiando en alguien como Mas... Bueno, usted mismo.

Otra cosa es o será que el independentismo pueda agotarse (por ahora resiste) y desdibujarse (hace ya tiempo que no es más que una olla de grillos), o que un evidentísimo mal gobierno acabe pasando factura, o que unos nuevos amos del país quieran poner orden para asentarse en sus nuevas poltronas lo más cómodamente posible, o qué sé yo. Por ahora, siento decirlo, no veo signos de moderación por ninguna parte, y sí signos de una estupidez cada vez más acusada. Prueba de ello son el actual presidente de la Generalidad de Cataluña, Torra, y quienes serán las primeras espadas en las Cortes Generales, la señora Nogueras o el señor Rufián. ¿Se los imaginan moderados? Yo no.

200.000 votantes huérfanos, pobrecitos, de derecha conservadora, gente de orden y renta alta, la créme de la créme que financió el procés, mientras en Cataluña 350.000 personas no votarán casi ni una porque viven en condiciones de extrema pobreza y está demostrado que en esas condiciones la política es su último problema. Quizá alguien tendría que movilizar ese voto, ¿no creen? 

Un año más, ¡viva la República!



Un año más, recuperando una antigua tradición familiar, saludo a la República con vivas y vítores y añoramos aquello que pudo ser y no fue. Por suerte, y por lo mucho que muchos se esforzaron, hoy vivimos en una democracia plena, sujeta a un Estado de Derecho, que es (bien lo sabemos) mejorable, pero que no tiene nada que envidiar a cualquier otra democracia de nuestros alrededores. Es el trabajo de todos nosotros mejorarla, poquito a poco, día a día, y no andar metiendo palos en las ruedas del progreso, la libertad, la igualdad y la fraternidad. Por eso, ¡viva! 

¡Naranjas de la China! (Gran Premio de China 2019)



Ay, Señor... Los de Ferrari no ganamos para disgustos. En China nos las prometíamos felices. En los entrenamientos libres se había vuelto a ver que el motor de los Ferrari era el más potente y con las largas rectas del Gran Premio de China eso iba a notarse, decían los entendidos. En las zonas curvas, pues no tanto, pero en las rectas... Ahora bien, en voz bajita señalaron algún problema de fiabilidad y los ingenieros (se rumorea) bajaron un poquito la potencia de los motores. ¿Resultado? Que en los entrenamientos oficiales se clasificaron primero los Mercedes-Benz. 

En carrera no mejoró la cosa. Lecrerc, el piloto más joven, era inalcanzable para Vettel, cuatro veces campeón del mundo, y en Ferrari le pidieron que se dejara adelantar. A partir de ahí, hubo errores de estrategia en el cambio de neumáticos y problemas con las cajas de cambios de Lecrerc. Volvieron a ganar los Mercedes-Benz y Ferrari tuvo que conformarse con una tercera posición (Vettel) y una quinta (Lecrerc), que bien podrían haber sido segunda y tercera o algo parecido. 

Decían que éramos los favoritos. Pues, ya ven: ¡naranjas de la China! ¿Vamos a seguir así todo el año?

Agujeros negros


Queridos lectores:

Una vez más, les dejo aquí un enlace que les llevará al último artículo que he publicado en Metrópoli Abierta. Se titula (y ahí va el enlace) Agujeros negros, y espero que les guste.

Como niños


Queridos lectores:

Una vez más, les propongo que lean uno de mis artículos publicados en Metrópoli Abierta. Se titula Como niños. En él menciono, como hilo conductor, un vídeo.

Éste es el enlace del vídeo:
https://youtu.be/zak-nJ8reww

Juzguen ustedes, a discreción.

Paràgrafs de Barcelona



Nietzsche decía que desconfiaba de cualquier idea que no surgiera de los pies. Refutó a Sócrates, es cierto, pero el griego había inventado el método peripatético, consistente en pensar mientras se camina. La RAE afirma que fue cosa de Aristóteles. Bueno, el macedonio también dictaba lecciones dando largas caminatas. Y Jordi Corominas hace algo parecido. No filosofa, pero da largos paseos que cunden mucho y ha publicado algunos en forma de libro. Paràgrafs de Barcelona, publicado en catalán por Àtic dels Llibres (el sello catalán de Ático de los Libros), es uno de ellos.

El libro en cuestión es un hablar y hablar y no dejar de hablar de Barcelona, de una ciudad que el autor ha pisado, paseado y observado atentamente. Escribí hace dos semanas, en un periódico, lo siguiente: Jordi Corominas dicen que explora el camino señalado por Pla o Permanyer porque se recrea en el retrato de la ciudad, en un paseo por sus calles, sus gentes y su historia. Explorar, explora, a pie, dando largos paseos. Resulta de tales caminatas un ensayo íntimo y particular donde se demuestra que se piensa mejor caminando que sentado, y que mirar es una cosa y ver es otra muy distinta. Nada ha cambiado en estas dos semanas, y no creo que pueda decir más en cuanto a la idea del libro. Hablemos, si acaso, de la forma.

El libro no consta de capítulos. Está escrito tal cual, de principio a fin, y se organiza, como indica su título, por párrafos. Aunque lo de organizar es una manera de decir, porque el autor juega con la asociación de ideas y salta de aquí para allá dentro del mismo párrafo y de un párrafo al siguiente como si le fuera en ello la vida. El caos, dirá más de uno. Vale, pero dentro de un orden, porque el autor consigue hilvanar sus largos paseos y sus historias enlanzando unas con otras de un modo que parece fácil, pero que no lo es en absoluto. El lector (ahí reside la maravilla del libro) se deja llevar por la vuelapluma del autor y se recrea con pequeños detalles, con la historia menor y la reflexión mayor sobre una ciudad como Barcelona.

Ni que decir tiene que uno se siente atrapado cuando se mencionan calles y paseos que conoce, y de inmediato descubre que no los conocía tanto como creía. También surge la curiosidad cuando menciona lugares a los que no se ha prestado la suficiente atención, a rincones desconocidos, a lugares que tienen un encanto rara vez apreciado por el peatón. 

Es un libro recomendable, y un ejercicio de escritura muy interesante.

De los libros



¿Por qué, si tengo en casa la colección completa de los Ensayos de Montaigne me compro un libro en el que sólo aparece el Capítulo X del Libro II, De los libros?

En primer lugar, porque miento. No lo he comprado, me lo ha regalado mi librera de guardia (La Caixa d'Eines), y me ha hecho muuuuuucha ilusión el detalle. Mil gracias. En segundo lugar, si no me lo hubieran regalado creo que lo hubiera comprado lo mismo, porque mi relación con los libros es compulsiva y así que veo uno bonito se me va la mano. 

De los libros está editado por Nórdica, traducido por María Teresa Gallego e ilustrado por Max. Es un librito breve, pequeñito, muy bonito en cuanto objeto, con soberbias ilustraciones y precioso en cuanto texto. Es un regalo ideal. Un regalo para alguien a quien quieras y un regalo para uno mismo, pues las buenas lecturas son siempre de agradecer. Es como esos bombones que venden sueltos, que te alegran al momento y te vuelven adicto al chocolate.

No creo que haga falta que les hable del gran Montaigne, de su afición a los libros (de los que habla aquí), de su perspicacia a la hora de observar el mundo y meditar sobre ello. Pero creo que a más de uno le haría falta acercarse al espíritu de Montaigne, en los tiempos que corren. 

Echar el guante



Éste es el guante que me ha acompañado este último año a las clases de esgrima. Hemos sido compañeros durante muchas horas de guardias, paradas, respuestas, pases, batimientos, frotamientos, ataques, contraataques, cupés, molinetes y tajos, y ha llegado la triste hora de echarle el guante... a uno nuevo. 

El rumor del oleaje



Yukio Mishima (三島 由紀夫) nació con el nombre de Kimitake Hiraoka (平岡公威) y una vez estuvo así de cerca de ganar el Premio Nobel de Literatura. ¡Tanta gente ha estado así de cerca y no lo ha ganado...! Pero pocos tan buenos como Mishima. La historia de este escritor es ella en sí misma un relato novelesco, en el sentido decimonónico del término. Tuvo una gran decepción en su juventud cuando no lo admitieron en el ejército para luchar en la Segunda Guerra Mundial. Se había apuntado voluntario a los kamikaze (el Servicio Especial) y lo rechazaron por tuberculoso. Porque está visto que si te vas a morir no tiene méritos lo de matarse. Le quedó esa espinita clavada en el corazón. 

Escribía a escondidas de su padre hasta que acabó sus estudios de Derecho. Era de buena familia, tenía aspiraciones aristocráticas, quería devolver el poder al Emperador y resucitar los valores que Japón había perdido por el camino de la modernidad, etcétera. Acabó siendo funcionario de élite, en el Ministerio de Finanzas, satisfaciendo los deseos de su padre. Pero seguía escribiendo.

Por eso, finalmente, su padre le dejó hacer. Primero, le autorizó que tomara un año sabático. Luego, que siguiera esa carrera de escritor, visto lo bien que lo hacía. Demos gracias a Dios por ello, porque resultó un escritor excelente, de primera categoría, reconocido dentro y fuera de Japón. 

Lo segundo, lo de salvar el honor de Japón, etcétera, se le metió en la cabeza y se obsesionó. Formó una milicia, entrenó como un loco todas las artes marciales que le pusieron delante y tuvo una muerte ritual un poco pasada de vueltas. Se destripó como manda la tradición, pero su padrino, que tenía que decapitarlo de un tajo, perdió los nervios, le asestó varios golpes y falló todos. Al final, otro compañero de su cuadrilla quien, después de aquella espantosa carnicería, sustituyó al padrino, tomó su katana y, esta vez sí, lo decapitó. Digamos que Mishima pasó un mal rato antes de irse al otro barrio.

Pero no estamos aquí para recrearnos en la mala suerte de un suicida, sino en uno de los libros que escribió, El rumor del oleaje, que he leído en formato de bolsillo, publicado por Alianza Editorial y traducido por Keiko Takahashi y Jordi Fibla. Es magnífica. 

Es una historia de amor, extremadamente simple. Todo en ella parece fácil. El argumento no tiene trampa (chico conoce chica y se enamora, y no diré más), parece todo sencillo... Pero ¡qué difícil es escribir así! ¡Qué difícil...! Y cuánta sensibilidad se esconde detrás de una frase, una escena, un detalle insignificante. Es fácil de leer y dificilísima de escribir. 

Sólo añadiré que la historia transcurre en la postguerra. Mientras Japón vive el milagro económico de los años cincuenta (la historia sucede justo después de la Guerra de Corea), los protagonistas viven en una pequeña isla habitada por un puñado de pescadores, un mundo aislado, un paréntesis, en ese Japón que descubre las películas de cowboys en el cine y las calles llenas de automóviles. La misma belleza y simplicidad de la historia, y la dura vida de sus protagonistas (tan próxima a veces a la muerte), aporta un contraste más que significativo.

Es una lectura muy recomendable.

Novedades dignas de interés (Gran Premio de Bahréin 2019)


Ay, Señor... Un día que Ferrari copa las primeras posiciones y mira tú... En el Gran Premio de Bahréin, Mercedes-Benz volvió a copar las dos primeras posiciones, y Ferrari quedó tercero y quinto. Sin embargo, hubo algunas novedades dignas de interés.

La primera, que el nuevo SF90 corre que vuela y cuando va a pleno rendimiento es el más rápido de todos. El problema (y ésa es la segunda novedad) es que sufrió una pérdida de potencia de más de 120 CV (que no son pocos) a pocas vueltas del final y el Ferrari que iba en primera posición, liderando con una ventaja suficiente y sin problemas, tuvo mucha suerte de acabar tercero y no más atrás. La salida del safety car a dos vueltas del final lo mantuvo en el podio.

¿Qué ocurrió? Quién sabe. Tendré que preguntar. Pero eso le costó la victoria a Lecrerc. El nuevo piloto de Ferrari (tercera novedad) está dando lecciones de pilotaje. En los entrenamientos, se llevó la pole position. Es el segundo piloto más joven en haber conseguido una; el primero, por muy poco, es su compañero de equipo, Vettel. Salió mal, pero remontó como un maestro y adelantó a todo el mundo, con propiedad, para situarse primero con autoridad y sin discusión. Ya digo que, sin el fallo en el motor, gana la carrera con una mano en el volante y la otra apoyada en la ventanilla.

¡Ahí va! ¡El alerón!

La cuarta novedad son los problemas de Vettel, el otro piloto de Ferrari, que volvió a tener problemas de estrategia en los cambios de neumáticos. No conseguía separarse del Mercedes-Benz de Hamilton, frenó de más, se le fue el coche, hizo un trompo y en esa maniobra perdió la posición y dañó el alerón delantero. Poco más adelante, el alerón se desprendió, con gran aparato, y tuvo que cambiar el morro del coche. Quedó noveno, pero remontó posiciones hasta acabar quinto. ¿Mala suerte o nervios? Porque su contrato, que acaba este año, pende de un hilo y Lecrerc aprieta. 

En suma, Ferrari empezó muy bien y acabó mal. Pero ha demostrado que está delante. Ahora sólo necesita acabar bien y ya está. ¡No pedimos poco!