El espectáculo que ahora mismo nos proporciona el Departamento de Salud y el resto del gobierno de la Generalidad de Cataluña hoy mismo es grotesco, y decir grotesco es quedarse corto, muy corto. Lamentablemente, un chiste que ya no tiene ni gracia se ha convertido en una tragedia. Por lo tanto, es grotesco y triste.
Hoy han publicado que los gastos consolidados en el sistema sanitario catalán disminuyeron más de un 12 % entre 2009 y 2018, y en gasto consolidado per cápita, más de un 13 %. La disminución de los gastos en atención primaria superan, en ese mismo período de tiempo, el 24 %. Y así todo. Súmese a todo ello una organización y una gestión atomizada, semiprivatizada y caótica, un gobierno inepto y luego échese el conjunto sobre una epidemia. ¿El resultado? Un verdadero desastre.
No entraré en detalles, pero me llevo las manos a la cabeza cada vez que descubro que no quieren recibir ayuda del ministerio, que se tomaban decisiones sin consultar con un consejo de epidemiólogos y expertos en salud pública, que no tenían nada previsto y lo que tenían previsto ni siquiera se había puesto en marcha. Etcétera. Ah, que no se nos olvide. Piensan dedicar varios millones de euros recibidos para la lucha contra la epidemia... en TV3. Así, con dos cojones, y a nadie le importará.
Su evidente mala gestión, sin embargo, no creo que vaya a suponer ningún cambio electoral cuando, en unos meses, volvamos a tener elecciones. Me sorprendería muchísimo que lo hubiera. Mi pesimismo es evidente y palmario.
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