Orinar de pie, la eterna polémica



Leo en los periódicos que un tribunal de Dusseldorf, Alemania, ha fallado que no puede condenar a un varón por orinar de pie. Tal cual les digo, tal cual dice la sentencia, aunque lo diga en alemán. 

Este caso en particular se inició cuando un ciudadano alemán dejó un piso en el que vivía de alquiler y quiso recuperar la fianza que había depositado, 3.000 euros. El propietario del piso, sin embargo, retuvo 1.900 euros porque aseguró que la costumbre del inquilino de hacer pis de pie había llenado el baño de salpicaduras y se veía obligado a reparar el suelo de mármol. Uno imagina que el inquilino era un meón sin puntería, que no acertaba una, o una especie de manguera del cuerpo de bomberos, que lanzaba unos chorros que levantaban salpicones por doquier. En cualquier caso, parece innegable que el inquilino era un poco guarro.


Que esos 1.900 euros son míos, decía uno, y mira cómo me has dejado el baño, decía el otro, y así, sin ponerse de acuerdo, acabaron en los tribunales. El juez consideró la denuncia del inquilino, que solicitaba esos 1.900 euros injustamente retenidos por orinar de pie, y atendió a las explicaciones del casero, que explicó que el meón, sabedor de cómo dejaba el baño después de cada micción, se negó a resolver el problema meando sentado. Lo dicho: examinó el caso y dictó sentencia.


Ni les cuento la polémica que ha desatado el señor juez. En primer lugar, observa que hacer pis de pie es un hábito muy extendido (al menos, entre los alemanes). ¿Que salpica? Bueno, sí, salpica, es un cochino, pero ¿qué daño puede hacerle eso a un suelo de mármol? Afirma el señor juez que sería un daño (cito) apenas conocido

Pero va más allá de estas obviedades y se suelta, el hombre. Dice que (vuelvo a citar) a pesar de la creciente domesticación del varón (sic), sigue siendo una costumbre generalizada orinar de pie. ¡Toma! ¡La creciente domesticación del varón...! Sigue, sigue diciendo que quien siga haciendo sus necesidades de la manera que antes (sic) era la más practicada debe esperar conflictos con el resto de habitantes de la vivienda, especialmente si son mujeres... ¡La madre! Dicho esto, el juez asegura que el varón meón no está obligado a orinar sentado por consideración al piso del lavabo, y ahí queda todo dicho.

Pueden imaginar la que ha organizado el señor juez entre los varones que mean sentados y las feministas  de Dusseldorf. Si Pilar Rahola fuera alemana, nos íbamos a reír un rato.

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