Imagen de postal de cómo quedaría el monstruo.
La torre central está achatada, para que quepa.
Los que vivimos cerca de la Sagrada Familia contemplamos el escailain (pronúnciese, sky line) sabiendo que, en cosa de unos años, el monstruo habrá doblado su altura y se habrá convertido en el más alto de Barcelona. Con eso nos han amenazado este año, y los anteriores, ahora que llega la jornada de las puertas abiertas y las bases de las torres centrales se han asentado. No obstante, hacen trampas. Por lo dicho, emplearán piezas prefabricadas y con tensores metálicos, traicionando al espíritu de Gaudí, que pretendía alzarlas con piedra picada, a la antigua, como era de recibo en las catedrales de antaño. Pero hace ya mucho que la Sagrada Familia ya no es de Gaudí, tranvía mediante.
Esto es lo menos que harán con la isla del Ensanche que tienen enfrente.
Fíjense cómo despistan, desviando la atención hacia lo alto. Porque les interese que la gente no mire hacia lo ancho. Según el proyecto vigente, hay que cortar una calle para que puedan ponerse las escalinatas de la puerta principal del templo y arrasar una isla del Ensanche (la que tiene justo enfrente) para poner una plaza que permita contemplar el templo con cierta perspectiva. ¿Qué harán con toda la gente que vive ahí?
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