Nunca sé si se escribe Azerbayán, Azerbaiyán o qué, y me resultaría difícil situar el país en un mapamundi, pero ahí corren los bólidos, en el circuito urbano de Bakú, y este fin de semana la liaron parda.
Es uno de esos circuitos con muro, donde los coches se arriman a ellos como no se arrimaría usted a las paredes de su aparcamiento, pero ellos a no sé cuántos kilómetros por hora. Además, el circuito tiene una recta de vértigo en la que se superan los 315 km/h. Durante los entrenamientos, Ferrari marcó el mejor tiempo y demostró que puede dar guerra. Luego vino la carrera.
Fue emocionante, porque pasó un poco de todo. Lo que pasó fue, en la mayor parte de los casos, culpa de los neumáticos y del safety car. Hubo choques que obligaron varias veces a sacar a pasear el coche de seguridad y uno de éstos fue a poco del final, y ahí se torcieron y retorcieron las cosas. Vettel, el primer Ferrari, hizo una mala frenada que le costó la victoria y acabó cuarto, con unas ruedas maltratadas por el frenazo. Peor le fue a Bottas, el segundo Mercedes-Benz, que reventó los neumáticos y abandonó. Antes, los dos Red Bull habían chocado entre ellos. Aprovechando la confusión y de propina, Hamilton, el primer Mercedes-Benz, se hizo con la victoria, seguido del Ferrari de Raikkonen.
Total, que en el Campeonato de Marcas Ferrari ya está a un punto de Mercedes-Benz (emocionante) y en el de Pilotos, la primera espada de Ferrari lleva nueve puntos de ventaja a la primera espada de Mercedes-Benz (emocionante, también).
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