El otro día, mientras compraba libros para mis sobrinitos, caí en cuenta de una cosa que me dejó estupefacto: a estas alturas de la vida ¡no había leído Miguel Strogoff! ¡No puede ser!, me dije. Pero, en efecto, no había leído una de las novelas más famosas de Julio Verne.
A ver... Había visto series y películas, había leído esas ediciones resumidas de Bruguera que alternaban texto y tebeo, me conocía la historia... pero no había leído el original. Desconcertado, encargué la novela en mi librería de guardia y tan pronto la tuve en mis manos, la leí.
Naturalmente, me encantó. ¡Cómo no iba a gustarme!
Literatura popular de la buena, Miguel Strogoff parece, en ocasiones, una guía de viaje, pero bien del gusto de la época, mostrando lugares y personas que prácticamente nadie en su tiempo podría nunca soñar ver alguna vez. Hoy, en cambio, con el cine y la televisión... Pero no se hace aburrido, no, qué va, ¡todo lo contrario! Aunque conocemos la historia de pe a pa, cómo domina la tensión dramática el señor Verne. Se permite giros argumentales melodramáticos y teatrales, pero ¡se le perdona todo! Estamos frente a una obra de literatura popular con mayúsculas, de ésas que provocan fascinación y placer tanto en un lector novel como en uno avezado. Sólo hay que entrar en su juego y dejarse llevar.
Por supuesto, por supuestísimo, la recomiendo a cualquiera.
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