La pesadilla del llorón

Dice que ha escrito un libro en los cuarenta y tres días que ha pasado en prisión por blanqueo de dinero y demás chanchullos y corruptelas. Se titula El Malson (La Pesadilla). Editorial Columna edita y publica en un pispás el desaguisado. En la contraportada pone (traduzco):

Este libro es la crónica personal de alguien que se ha sentido injustamente acusado, maltratado y vejado por la administración de justicia española. Alguien que vivió los cargos que le imputó el juez Garzón como «un delirio». Alguien que considera que, si no se hubiera tratado de Lluís Prenafeta, todo esto no habría pasado. El hilo de toda esta historia es, pues, una profunda arbitrariedad, consecuencia de un sistema nefasto.

Demencial y lo que es peor, mal escrito. Pero se venderá como churros, a veinte euros el panfleto. Todavía habrá quien exclame ¡Pobrecito!

Ayer se presentó en sociedad, en la librería Bertrand de Barcelona. Participó en el acto el prologista del panfleto y negro del señor Prenafeta, el periodista Vicenç Sanchís, y el presunto autor, Prenafeta. Entre los dos se han despachado a gusto. Se han declarado amigos del alma. Luego han acusado a los periodistas de un comportamiento poco ético en este caso, se han ciscado en el sistema judicial (una moda catalana), han proclamado la inocencia del acusado y por si hubiera dudas al respecto, han recordado que en los casos de corrupción hay responsabilidades compartidas (sic). Acto seguido, el ladrón ha reclamado el voto para una determinada formación política, ya saben cuál, porque es la única que puede acabar con la lamentable situación del país y activar de nuevo los negocios (sic). Un lapsus lo tiene cualquiera.

En medio del acto, el delincuente ha derramado algunas lágrimas y ha conseguido que su llorera sea la cabecera de la noticia en los principales periódicos catalanes. ¿Lloraba de risa o de qué lloraba? ¿De arrepentimiento? No. Imagino que contaba los dos euros que ingresará por libro y el cálculo de la comisión le ha llegado al corazón.

1 comentario:

  1. ¡Me alegra tanto estar lejos!

    Es todo tan desesperadamente asqueroso.

    Y todos esos inocentes a manifestarse en defensa de un papelín que prepararon Els Nostres para tener bien controlado el cortijo.

    ¡Qué pena, Dios, qué pena!

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