Pintar persianas es ya una costumbre en la ciudad, pero las más de las veces es una costumbre que se incluye en el ejercicio del vandalismo, porque los propietarios de las persianas no deseaban verse obsequiados con las pinturas y aerosoles y los pintores actúan de tapadillo y con ánimo transgresor. El refugio del arte contemporáneo en el pintor anónimo de grafitos es motivo de muchos debates y muy interesantes. El maltrato que sufre la propiedad pública y privada por obra y gracia de estos vándalos, también.
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