Se movió

Dicen que esta frase es de Alfonso Guerra, y que largándola consiguió acallar algunas disidencias en el PSOE de hace muchos años. La frase es buena y ocurrente. Ya no se dan frases así.

Hace unos días, Silvia Martínez, concejal de Igualdad, Juventud y Servicios Sociales del Ayuntamiento de Cunit, denunció que la legislación sobre el burka que impulsaba su propio partido (PSC-PSOE) era una burrada, y que no habían contado en su desarrollo con el parecer de expertos en asistencia social. Es decir, que la principal impulsora de esta prohibición había obrado impulsada por el beneficio electoral a corto plazo, ajeno al beneficio de las personas y los ciudadanos y haciendo oídos sordos a la experiencia y el conocimiento del asunto. Esa persona que había obrado tan irresponsablemente era (y todavía es) la alcaldesa de Cunit, también senadora, Alberich, esa mujer.

Pocos días después, apareció (se filtró) un informe del propio Ayuntamiento de Cunit que alertaba sobre las prácticas mafiosas de los caciques de la comunidad magrebí de Cunit, prácticas reforzadas y alentadas por el proceder, torpe y torticero, de la alcaldesa, también senadora. Por luchar contra esas prácticas fue acosada y perseguida la mediadora social del caso Cunit. Aunque la alcaldesa, también senadora, no ha podido ser procesada como parte culpable del caso, se sabe positivamente que dificultó la detención de los caciques, que presionó indecorosamente a la mediadora social para que retirase la denuncia y que favoreció el acoso que padeció para que abandonara su trabajo.

Total, que pocos días después votó el pleno del Ayuntamiento de Cunit contra el burka y poco antes de la votación se alzó la concejal Silvia Martínez para arrepentirse en público de sus palabras y prometer que no se abstendría, en contra de lo que había manifestado en la prensa. Que estaba muy arrepentida por haber causado tantos problemas y patatín y patatán. Los asistentes pasaron un mal rato, por culpa de la vergüenza ajena. Votó en contra de su opinión manifiesta, en resumen, después de bajarse los pantalones en público.

De nada le ha servido. Parafraseando a Alfonso Guerra, se movió y ya no sale en la foto. La alcaldesa, también senadora, ha destituido a la humillada señora Martínez de sus responsabilidades en Igualdad. Esas responsabilidades las asumirá personalmente la alcaldesa, también senadora, que pondrá orden en la casa. En pocas palabras, ahora tendrá directamente bajo su cargo a la mediadora a la que acosaron los caciques de la población y ella misma. A la pobre mujer, la víctima del caso, se le ha desatado un infierno en la oficina.

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