De ochenta a ciento veinte

Si me piden limitar la velocidad en una vía rápida para reducir la contaminación atmosférica, apostaré por los 90 km/h. Sin entrar en detalles, el máximo rendimiento térmico de un automóvil se da alrededor de esta velocidad, constante. A 80 km/h, también se ahorrará combustible, pero la mayoría de los automovilistas dudarían entre una marcha directa y una inferior. Es decir, se reducirían las emisiones de CO2 (efecto invernadero), pero otras emisiones contaminantes que se relacionan con el ciclo de combustión podrían no disminuir tanto.

En 2007, la contaminación del Área Metropolitana de Barcelona había llegado a ser grave. En julio de 2007, el Gobierno de la Generalidad de Cataluña acordó una serie de medidas contra la contaminación atmosférica. Entre éstas, la polémica reducción del límite de velocidad máxima en los accesos a la ciudad, que se fijó en 80 km/h. En enero de 2009 se fijo un sistema de velocidad máxima variable.

Estas medidas crearon mucha polémica y se acusó al Gobierno de afán recaudatorio. Pero la multa es el único sistema conocido (y no del todo eficiente) para que el conductor limite la velocidad a la que circula por una determinada vía pública. Lo que de verdad no gustó es que se prohibiera darle al acelerador, algo que satisface nuestro ego y nuestra ancestral ansia de poder. Como bien sabemos, la civilización es el sistema que pone límites al instinto animal, y por eso cuesta tanto civilizar y por eso las civilizaciones, cuando fallan, no se extinguen lentamente, sino que se desploman con violencia.

A lo que íbamos. Se nos echó encima la crisis y disminuyó el tráfico rodado. Además, la concentración de algunos contaminantes depende de algunas condiciones atmosféricas, como la pluviometría, la temperatura, los vientos predominantes... La disminución de contaminantes debida a la limitación de velocidad no se podía distinguir fácilmente del ruido estadístico y el resultado obtenido no es concluyente. Se ahorra energía, sí, se emiten menos gases de efecto invernadero, sí, pero las emisiones de partículas, monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno, etc., debidas al tráfico rodado... no se sabe si sí o no. El Área Metropolitana de Barcelona sigue con los niveles de contaminación muy altos.

Con esta conclusión en la mano, le faltó tiempo a CiU para proponer la supresión del límite de velocidad de los 80 km/h. Se anunció la supresión de las multas por exceso de velocidad a bombo y platillo. Populismo de libro. Se apuntó todo el mundo. La libertad, decían.

Tan pronto regresó CiU al Gobierno de la Generalidad de Cataluña, tan pronto cuestionó el mantenimiento del límite de los 80 km/h. Le faltó tiempo al Sr. Puig, conseller de esas cosas del tráfico, para decir que la medida se había mostrado ineficaz y anunciar su retirada (aunque manteniendo, seguramente, un límite de velocidad variable en los accesos, que es muy útil). Según la prensa, las prisas del Sr. Puig sentaron mal al Sr. Recoder, que quería colgarse la medalla de anunciar el fracaso ambiental de los antiguos gestores de la contaminación. En resumen, se justifica la vuelta a los 120 km/h porque los 80 km/h no han funcionado. Eran una medida ambiental, declaran los recién llegados al Gobierno, y como no funciona, la vamos a suprimir.

Aquí me planto yo. Si bien es cierto que la contaminación no se ha reducido como se esperaba, si es que se ha reducido, no es menos cierto que hemos salvado muchas vidas. El primer año de funcionamiento del límite de los 80 km/h se redujeron los accidentes con víctimas en la área afectada en un 43%. Se dice rápido, un 43%. En dos años, el total de muertos por accidente ha disminuido un 18%.

Dicen los expertos que incrementar 5 km/h la velocidad máxima de una vía provoca un 20% más de accidentes. Si el límite de velocidad de una vía se incrementa 40 km/h (de noche, por ejemplo, cuando se desconectaría la velocidad variable), podría multiplicarse por tres el número de accidentes. Consideren, además, que la mortalidad de un accidente es proporcional al cuadrado de la velocidad. Arrojarse desde el balcón de un cuarto piso es equivalente a chocar a 50 km/h; arrojarse al vacío desde un noveno piso equivale a chocar a 80 km/h; un choque a 120 km/h equivale a caer desde el vigésimo (20º) piso.

Sin embargo, qué triste, es muy fácil disimular los muertos y heridos en las frías estadísticas de los accidentes de tráfico, a las que nadie presta ya ninguna atención. Dicho de alguna manera, algunas promesas electorales se pagan con sangre y no parece que eso le importe a nadie.

7 comentarios:

  1. En aquest cas, penso que és important també com sigui la via. Si és una autopista, anar a 80km/h és una limitació excessiva. Aquest és el problema. Per anar de Barcelona a Mataró, passes molts quilòmetres d'autopista a 80km/h, quan podrien limitar-la a 100 i, com tu dius, la conducció seria més racional: posaríem quinta i avall.
    A Itàlia, et permeten anar a 130 km en "autopistes" que no tenen ni carril d'emergència ni carril ràpid separat de la mitjana... allò és una temeritat.
    Com tot, s'ha de trobar un equilibri.
    Si no fem ni 80 ni 120, sinó 100, què tal?

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  2. Si es tracta d'una qüestió ambiental, jo apostaria pels 90 km/h. 100 km/h és millor que 120 km/h, però pitjor que els 80 o els 90 km/h, tant des del punt de vista de seguretat com des del punt de vista ambiental. Sobre l'increment de la possibilitat de tenir un accident, allò que he dit: aproximadament un 20% cada 5 km/h més, i la mortalitat del xoc és proporcional al quadrat de la velocitat. Els números són els que són.

    Sé que és dur tenir la Ferrari lligada a 80 km/h, ho sé, per pròpia experiència, però què hi farem? Si fos jo tot sol el conductor... Però la carretera n'és plena!

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  3. Vaya, Luis, ¿buscando amigos?

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  4. No sé. Si apliquéssim només els números i la relació reducció de velocitat/mortalitat... ja no sortíriem de casa! Perquè si no vaig errada la mort en carretera és una de les primeres causes de mortalitat -la primera no causada per malaltia, em sembla-. I serà més segur encara conduir a 40 km per hora que no pas a 80, però no sé si em convenç! En fi, que si hem d'arribar als 90 per raons ambientals i de seguretat, vinga, som-hi...

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  5. Carlos,

    Los amigos no se ofenderán por lo que pienso. Además, ya saben lo que pienso. Pero la cuestión no es ésa, sino cuánta razón tengo. Puede que no tenga ninguna, y sería bueno saber por qué, para aprender. Puede que tenga que matizar mi opinión. Puede que, en buena lid, se tenga que admitir que tenga yo razón. No lo sé, pero no conozco otra manera de aprender.

    Sandra,

    El primer que ha de quedar clar és que tots nosaltres tenim un 100% de probabilitats de morir-nos. Es tracta de fer-ho de la millor manera possible i si pot ser, gaudint d'una llarga i profitosa existència. És complicat trobar un equilibri entre riscos i beneficis. La contaminació atmosfèrica també provoca víctimes per malalties d'origen pulmonar, bàsicament. Però, és clar, el límit de velocitat té unes altres conseqüències imprevistes. La primera, que es redueix el número de transplantaments d'òrgans, per falta de donants. La segona, que s'incremenat la despesa del sistema sanitari i de pensions (més gent arriba a gran). Al Regne Unit van fer un estudi que va concloure que si tots els britànics deixessin de fumar, el sistema de Seguretat Social tal com el coneixien s'enfonsaria. Quina és la solució? Com podem resoldre aquests dilemes morals? Ah, chi lo sà!

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  6. Lo mismo, dicho de otro modo.

    http://www.elpais.com/articulo/cataluna/zona/salva/vidas/elpepuespcat/20110128elpcat_5/Tes

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  7. Molt bona la teva resposta, Luis. Ostres, no se m'havia ocorregut mai imaginar la meva mort en termes estadístics. Uiuiui.
    Un debat, i molt interessant, és què pot pagar la Seguretat Social. La medicina avui s'ha tornat invasiva a nivells absurds. Si tots ens hem de morir, no cal que a partir d'una determinada edat ens mantinguin vius amb teràpies que no curen, que només ens mantenen momificats.

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