El enemigo



Es una máxima política: se vive mejor contra un enemigo. Es la excusa perfecta para tus desmanes, es una magnífica cortina de humo, es un argumento apasionado; un enemigo es algo simple, visceral, que no atiende a razones; no te obliga a pensar, impide pensar a los demás; el enemigo, que no el adversario, es un instrumento de poder. También es un síntoma: la necesidad de un enemigo señala, sin duda de ninguna clase, que uno tiene muchas carencias y debilidades; apelar al enemigo muestra poco respeto por las ideas que no compartes, incluso algo más que eso; las ideas del enemigo no merecen consideración, ni crítica, sólo una condena inapelable; quien divide a los demás en los que están conmigo y los que están contra mí no cree que todos tengamos los mismos derechos y deberes, o que algún otro también pueda tener algo de razón; quien duda de la enemistad del enemigo será enemigo... Etcétera.

Las sociedades más cerradas en sí mismas, menos respetuosas con otras culturas u otras ideas, menos abiertas a lo nuevo, con una oligarquía celosa de su posición, son las que más enemigos tienen.

Pero ¡los enemigos son tan prácticos! ¡Funcionan tan bien! Atraen a tanta gente...

Fíjense en un caso muy próximo. Si no me creen a mí, les ruego que hagan ustedes mismos el experimento de consultar los periódicos. Se trata de buscar entre los titulares de hace una semana y los de los dos últimos días. Se trata de eso y de no dejarse obcecar por la enemistad.

Busquen las declaraciones de Mas-Colell hace dos semanas, una semana y esta misma semana.

El Gobierno de España, a las órdenes de don Mariano Rajoy, ha lanzado una serie de medidas económicas y administrativas contra el déficit del Estado, que pretenden ahorrar miles de millones de euros en pocos años. El plan del gobierno es muy criticado y hace daño, mucho daño, a mucha gente. A mí personalmente me hace daño a base de bien, pero lo que me pase a mí da lo mismo; hay que considerar si todos saldremos ganando después o si esto se va a pique. Ésa es la cuestión.

Anuncia don Mariano sus intenciones en las Cortes y...

Prefiero tener que discutir con técnicos de Bruselas que de Madrid, dice el señor Mas-Colell. Acusa al señor Montoro, ministro, de tratar a los consejeros de Economía de las Comunidades Autónomas como si fueran críos o súbditos, de emplear el ordeno y mando, de cosas muy feas. En especial, le duele mucho que el ministro no quiera relajar los objetivos de la deuda. Parece indignado, pero pasa por alto que un tercio de todas las deudas de las Comunidades Autónomas es deuda catalana. También se opuso a la subida del IVA. Será muy perjudicial para Cataluña, dijo. Tendría que beneficiarnos a todos, no sólo a Madrid, añadió con un cabreo subido. Pide compensaciones por la subida del IVA.

En TV3, La Vanguardia o allá donde los voceros de CiU llegan con sus gritos, surge el nombre del enemigo (Madrid) y se da una amplísima publicidad a las quejas del conseller. Madrid esto, Madrid lo otro y Madrid lo de más allá. Madrid, caca.

Pocos días antes, los mismos voceros jaleaban y aplaudían al mismo conseller cuando éste declaraba: No pedimos que lo haga Madrid, nos conformaríamos con que Madrid nos dejara hacerlo... Las medidas que ha tomado Madrid son insuficientes... La Administración del Estado tiene margen para recortar... para hacer bastante más de lo que ha hecho... A la Generalidad se le ha acabado la paciencia... Nosotros ya hemos hecho nuestros deberes y el Estado tendría que aprender de nosotros... Hay que tocar un poco el sistema de gratuidad de la sanidad pública... Somos el modelo a seguir... Le recomiendo una cura de adelgazamiento, le vendría muy bien [a Madrid]...

Este mismo conseller propuso por escrito (en un artículo que publicó El País) medidas como la subida del IVA, reformas estructurales en la Administración Pública, que la gente pague más por las medicinas y que pague cinco euros (5) por cada día que se vea obligado a pasar en un hospital. Don Mariano no ha llegado (todavía) a estos extremos que proponía el señor Mas-Colell, pero los voceros que he mencionado aplaudían con las orejas las magníficas ideas del líder patrio, que fue el que propuso recortar, trocear y privatizar la sanidad pública catalana, por ejemplo, algo en lo que se aplica desde hace tiempo el Gobierno de los Mejores.

Lo cierto es que Mas-Colell es meritorio por una cosa: ¡Es el primer conseller catalán que se queja de que el Gobierno de España le haya hecho caso y haya hecho lo que él había dicho que tenía que hacerse!

El grupo parlamentario de CiU ha votado siempre a favor de estas reformas de don Mariano. Siempre. Además, siempre ha sostenido que se quedaban cortas. Hagan ustedes como nosotros, decía siempre, y dice, el señor Duran, don José Antonio, antes de votar a favor de don Mariano. Su argumento era que Madrid hacía lo que los catalanes (es decir, CiU) ya estaban haciendo. Ergo, era bueno.

Pues, al final don Mariano les ha hecho caso y lo ha hecho. Ahora se queja todo dios. A ver en qué quedamos. Estas medidas ¿son buenas o malas, según CiU? Si tan malas son, ¿por qué las apoya? Si tan malas son, ¿por qué las aplica con tanto frenesí en Cataluña, yendo más allá que Madrid? Si merecen su voto y creen que tienen que hacerse, ¿por qué no las defiende? ¿Por qué las condena? ¿Por qué vota una cosa y luego se queja de lo que ha votado? En Madrid dicen una cosa; en Barcelona, otra. ¿Cuál de las dos es la que quieren decir? No lo entiendo. Perdón, sí que lo entiendo, y concluyo cosas muy feas.

CiU apela al enemigo para esconderse detrás. Lo de siempre.

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