Medio lleno, medio vacío, 20.000 euros


Un vaso más que medio lleno, 35.000 euros, a ojo.

Más o menos ahora se celebra, se ha celebrado o se celebrará (no lo tengo claro) la feria ARCO, donde se compran y se venden obras de arte contemporáneo. Los que sostienen que gran parte del arte contemporáneo es una farsa acuden a docenas a esta feria, porque allá tienen ejemplos de sobra para denunciar al emperador desnudo, señalando a tal o cual obra de arte y definiéndola, pura y simplemente, como una tomadura de pelo. 

La obra de Wilfredo Prieto, expuesta en ARCO.

Una de las obras de arte contemporáneo que más ha llamado la atención en el ARCO de este año ha sido Vaso medio lleno, de Wilfredo Prieto, un artista cubano que exhibe la galería Nogueras Blanchard. De entrada, tal y como está el arte contemporáneo, lo único que queda claro es que no es videoarte, al menos por el momento, pero no sabemos si Vaso medio lleno es una performance, una escultura o una pintura conceptual, o el puro concepto, o lo que sea, porque el arte contemporáneo no respeta ni los géneros ni los números y el primer problema es el de la clasificación o, dicho simplemente, el de saber qué es, de qué va, de qué se trata y otras zarandajas por el estilo.

Como podrán ver en la fotografía, la obra de Wilfredo Prieto es un pequeño estante de madera que sobresale de un muro... Aunque, ahora que pienso, ¿ese pedacito de madera, el muro mismo, forman parte de la obra de arte o son sólo los expositores? ¡Ah, las profundas reflexiones que genera la experiencia artística...!

Decía que hay un soporte de madera y encima del soporte un vaso de agua lleno (aproximadamente) hasta la mitad. Lleno de agua. Un vaso normal y corriente (medio) lleno de agua del grifo, o de donde sea. Así nace Vaso medio lleno.

Vaso de agua en plan Cincuenta sombras de Grey.

Aquí arranca la polémica, que no es pequeña. Un vaso con agua, así, tal cual, ¿es una obra de arte? Según los criterios actualmente vigentes, sí, porque el artista que concibió la obra dice que es una obra de arte. Antes ha dicho que él es artista, y uno también tiene que creérselo. A la que un crítico, un galerista, un coleccionista o un entendido vaya y le compre eso, lo que sea, se habrá dado carta de autenticidad al hecho de que Fulano de Tal es artista y, en consecuencia, por lo tanto, él dice qué es o deja de ser arte. Se acabó el problema.

Los críticos y descreídos ponen el santo al cielo cuando les vienen con estas milongas. Pero Nogales Blanchard vende el vaso de duralex y un centilitro de agua por 20.000 euros, ahí es nada. 

Preguntan al artista y ríe. Todo el mundo habla de él, sale en los periódicos, es objeto de mofa y también de severísimas reflexiones. Ha conseguido, en suma, ¡triunfar! Pero dice, mientras se burla del personal, que el precio del arte contemporáneo es el precio más alto que puede obtenerse de un coleccionista. En ese punto de la reflexión, se desvela el intríngulis del arte contemporáneo, y consiste en sacarle a un bendito con más dinero que seso entre las orejas veinte mil del ala por un vaso de agua. Si no veinte mil, mil, hasta cien euros. Si el coleccionista paga, damas y caballeros, ¡ars habemus! ¡Eso es arte (y salero)!

Versión social del artista contemporáneo.

El arte del camelo, del vendedor de humo, hasta del sinvergüenza, dirá más de uno, pero arte a fin de cuentas. Además, de ése que hace daño a los ricos, porque los pobres no pueden permitírselo y si alguien es tan imbécil que paga veinte mil euros por un vaso de agua, es que le sobran y merece perderlos. Nace así una visión social del arte contemporáneo, como elemento de (re)distribución de la riqueza. ¡Por eso la izquierda siempre se ha manifestado tan interesada en promover la cultura! Ah, ahí está el secreto... Los artistas son una especie de Robin Hood contemporáneo, que roba al rico que se lo merece. Un impuesto encubierto sobre las grandes fortunas. Qué maravilla.

Pero queda en el aire la cuestión del Vaso medio lleno. Los hay que alzan la voz diciendo que en verdad está medio vacío, pero si el artista dice medio lleno, medio lleno será, aunque lo cierto sea que contenga tantos mililitros de agua, punto. 

Entonces ¿se trata de una obra optimista? Porque se dice que el optimista siempre ve el vaso medio lleno y el pesimista, medio vacío. Se dice... Bah. Al revés de lo que se cree, el optimista tenderá a ver el vaso medio vacío y esperará llenarlo del todo. El pesimista, que no es más que un optimista bien informado, lo verá medio lleno y sabrá que será difícil aspirar a llenarlo más. El optimista, esperando la plenitud, padecerá la sed y el pesimista, resignado, la calmará ahora, sabiendo que el futuro es impredecible y generalmente, funesto y mejor será disfrutar el presente fugaz.

Performance: El creciente precio de las cosas.
De izquierda a derecha: 5.000, 15.000, 25.000, 30.000 y 40.000 euros.

Dejó ahí el debate, en el que se encienden las posturas enfrentadas, porque si uno paga 20.000 euros por un Vaso medio lleno ¿tiene derecho a considerarlo medio vacío? ¿A bebérselo? Peor todavía, si la empleada del hogar del coleccionista pasa un día por la sala y se encuentra un vaso de agua medio lleno encima de la mesa del salón, ¿qué hará con él? No puede negarse que el arte contemporáneo es un negocio arriesgado y polémico.

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