Bajito y feo. En fin, feo, no; pero bajito, un rato. Ésa sería la descripción de un actor que fue famosísimo, mucho más de lo que nos podemos imaginar, en la época dorada de Hollywood. En la pantalla, era nervioso, hiperactivo, corría de aquí para allá y resultaba simpático. Que tenía encanto es innegable. Se casó nueve veces (sic) y la primera, con Ava Gardner, ahí queda eso.
Aunque protagonizó un género hollywoodiense irrepetible, el de peliculitas para adolescentes, haciendo de adolescente eterno (recuerden, era bajito) y formando pareja con Judy Garland, Mickey Roonie era un actorazo de arriba abajo. Había trabajado en el cine mudo como niño prodigio y al final de sus días había trabajado en docenas de películas y series de televisión, una lista que parece que no acaba nunca. A fin de cuentas, ha trabajado en el cine ¡durante 92 años!
Cantaba, bailaba, era un cómico magnífico y también sabía ponerse dramático. Contaba que le puso el nombre a Mickey Mouse y ganó un Oscar Juvenil (sic) en 1939 por Boys Town (La ciudad de los muchachos). Luego se llevó un Oscar honorífico por toda su carrera, que, como ya he dicho, fue inmensa.
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