El día del desembarco en Normandía tenía que haber sido el 5 de junio, pero el tiempo sobre el Canal era horrible y no presagiaba nada bueno. El Alto Mando Supremo de las Fuerzas Aliadas en Europa (SHAEF) se reunió con los meteorólogos. Pocas veces en la historia una predicción meteorológica fue tan importante como la que anunció que las condiciones mejorarían el día 6 y los siguientes. No mucho, un poquito. Se decidió retrasar un día toda la operación, con mucha tropa embarcada y algún buque a medio camino, capeando el temporal. Fue una decisión muy arriesgada.
Hoy hace setenta y un años, las tropas aliadas ponían su pie en Francia. Los paracaidistas y los regimientos aerotransportados en planeadores ya habían aterrizado de madrugada. Desperdigados y aislados, no consiguieron alcanzar muchos de sus objetivos, pero provocaron el caos en la retaguardia. El desembarco en las playas tuvo que esperar al amanecer. Los más madrugadores fueron los americanos, que también fueron los que más sufrieron el primer día en la playa Omaha, aunque el desembarco en la playa Utah fue más afortunado. Entre las siete y las siete y media de la mañana desembarcaron los británicos y algunas tropas de la Francia Libre en tres playas más.
La historia militar nos dice que el desembarco fue mejor de lo esperado, pero que no se alcanzaron los objetivos que se habían propuesto alcanzar los primeros días. Una semana después, parecía que los aliados se habían atascado en los setos de Normandía. Los aliados tardaron un mes y medio en abrir una brecha en las defensas alemanas, en la segunda mitad de julio. En agosto, después de la batalla de Falaise, el frente alemán se quebró del todo. Una semana después, ochenta días después del desembarco, los aliados liberaban París. El avance fue tan rápido que los aliados se presentaron en la frontera de Alemania ¡trescientos días antes de lo previsto!
Se estima que las tropas alemanas que lucharon en Normandía entre junio y agosto de 1944 sumaron un millón de hombres. 240.000 fueron muertos o heridos y 200.000 más fueron capturados o se dieron por desaparecidos. Los alemanes perdieron además 1.500 carros de combate, 3.500 piezas de artillería, 20.000 vehículos y no menos de 3.600 aeroplanos. Una derrota sin paliativos, tremenda.
A finales de agosto, habían desembarcado en Francia algo más de dos millones de soldados aliados y más de 438.000 vehículos, sin contar con 3.100.000 toneladas de suministros. Pero sus bajas habían sido considerables: 200.000 hombres (unos 37.000, muertos), más 17.000 pilotos y aviadores de 4.100 aeroplanos de todo tipo perdidos durante esos tres meses de duro combate. ¡Y no nos olvidemos de las bajas civiles! A decir de algunos historiadores, 20.000 civiles franceses no vivieron para contarlo.
Gracias a tantos soldados anónimos, Europa se libró del nazismo y pudo aspirar a gobernarse libre y justamente. En ésas estamos, y qué fácil nos olvidamos de tan alto precio que tuvimos que pagar por considerar que las banderas están por encima de las personas, por creer que uno tiene más o menos derechos que otro por haber nacido aquí o allá, por pensar una cosa u otra, por afiliarse a una ideología determinada o por simple estulticia. La historia no se repite, pero insiste, y más vale tener en cuenta las lecciones aprendidas.
¡Gracias por recordárnoslo!
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