Las baterías arrojaron llamas, la colina tembló, de todas aquellas bocas de bronce salió un último y espantoso vómito de metralla, formóse una vasta nube de humo blanqueada por la argentada luz de la luna, y cuando se disipó ya no había nada.
Los Miserables, de Víctor Hugo.
(Trad. Nemesio Fernández Cuesta)
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