Eduardo Tamayo Barrena era el 13.º en la lista electoral del PSOE de las elecciones autonómicaas de la Comunidad de Madrid de mayo de 2003. Gobernaba entonces y ahí Esperanza Aguirre. El resultado electoral fue de 55 diputados del PP, 47 diputados del PSOE y 9 de IU. El pacto entre los dos partidos de izquierdas (PSOE e IU) estaba cantado, aunque no exento de dificultades. Cuando al fin llegó el día de votar un presidente de la Comunidad de Madrid, que tendría que haber sido Simancas, el candidato del PSOE, ocurrió un imprevisto muy feo.
Los protagonistas del tamayazo, Tamayo y Sáez.
Dos diputados, el tal Tamayo (el 13.º de la lista, vaya número) y Ma. Teresa Sáez, también socialista, no se presentaron en el hemiciclo. El PP se hizo con la presidencia de la Asamblea de Madrid, por 55 votos contra 54. Los dos diputados tránsfugas, Sáez y Tamayo, abandonaron el grupo socialista, pero no la Asamblea. Simancas no pudo formar gobierno y hubo que ir a nuevas elecciones. Esperanza Aguirre, presidenta en funciones de la Comunidad de Madrid, ganó las segundas elecciones de 2003 con mayoría absoluta. Ésas, las siguientes, las otras... Después de Cataluña, la mayor catarata de privatizaciones de servicios públicos y recortes de los servicios sociales, la sanidad y la educación pública se dieron en Madrid. El PSOE de Madrid no volvió a recuperarse del disgusto y ahí está, que da pena verlo.
Cuento esto porque todo el mundo habla del tamayazo, pero pocos saben qué es y nadie recuerda qué pasó exactamente. Tampoco es que se sepa muy bien qué ocurrió exactamente: corren voces que hablan de corrupción, lo que no me extrañaría en absoluto, visto el percal y cómo las gastan todos los implicados. Pero... Nada puede asegurarse, aunque nos conocemos todos.
El transfuguismo de la CUP ha sobrepasado con mucho el ejemplo de los señores diputados de la Asamblea de Madrid y ha batido una nueva marca de traición a los votantes (del latín traditio, -ōnis, que significa, según la RAE, Falta que se comete quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe guardar o tener).
En resumen, las negociaciones han ido así:
Tres meses de asambleas, reuniones y debates en el seno de la CUP (recuerden, es un partido asambleario).
En medio, episodios rocambolescos, como una asamblea extraordinaria y multitudinaria en la que se votó y salió que no, se volvió a votar y volvió a salir que no y se dejó de votar cuando al final hubo un empate de 1.515 votos a favor del no y 1.515 votos a favor del sí.
Después, más reuniones, más asambleas...
Resultado: no.
Luego, seis horas de reunión a puerta cerrada de un par de representantes de la CUP con representantes de Juntos por el Sí.
Resultado: sí.
Suma de resultados: sí.
Pero no un sí cualquiera, no. ¡Vaya sí! Este sí:
1.- Votarán lo que diga Convergència (o Juntos por el Sí, vale). Eso incluye votar al presidente que escoja Mas (escoge al del del flequillo).
2.- En ningún caso votarán en contra de lo que digan los convergentes.
3.- Reconocerán pública y notoriamente que ser fieles a su programa electoral y al mandato de sus votantes ha sido un gravísimo error y una traición a la patria, que su actitud ha hecho mucho daño y que no lo volverán a hacer nunca más.
4.- Como señal de arrepentimiento, dos de los diez diputados de la CUP pasarán (si no explícitamente, sí implícitamente) al grupo parlamentario de Juntos por el Sí. Un tamayazo en toda regla, de libro, vergonzante, la mayor traición de todas.
5.- Más, que no queda ahí la cosa. Dos o cuatro diputados electos (el redactado del acuerdo es confuso, quién sabe si son dos o cuatro) abandonarán el escaño y serán sustituidos por diputados más dispuestos a obedecer las directrices convergentes, procesionistas, juntosporelsistas o como se llamen.
El acuerdo es público y se ha publicado. No miento. Dice esto.
Ahora a ver cómo se comportarán si hablamos de la privatización del Hospital Clínic, por poner un ejemplo, no más que uno. Cómo se explicarán. Quien dice eso, dice... ¡Sírvanse ustedes mismos!
La línea sucesoria:
A la izquierda, el heredero que no pudo heredar. En el centro, el hermano político del heredero, que heredó en su lugar. A la derecha, el del flequillo, el más alto de los tres, que hereda ahora.
A cambio, es cierto, el señor Mas no se presenta a la presidencia de la Generalidad de Cataluña. Eso sí, se considera libre de promesas (sic) y ahora se dedicará a refundar Convergència (sic). En su lugar, un señor con flequillo, el tercero de la lista de Gerona de Juntos por el Sí, el alcalde de la ciudad, un periodista que no acabó la carrera de filología, hará las veces de presidente de la Generalidad de Cataluña (siempre que esta tarde, a la hora de votar, no haya sorpresas).
Un porqué de tanto circo vergonzante, una explicación a tanta obscenidad, resulta evidente: les ha podido el miedo a las urnas. El pánico a perder votos.
El señor Mas dice que las elecciones eran el peor escenario para el país (sic), porque considera que tener a la derecha nacionalista neoliberal mandando es lo mejor para todos. Vean estos últimos cinco años y ya me dirán. También ha dicho (tela) que con esta negociación (trasvase de diputados de uno a otro grupo parlamentario incluído) se han corregido las urnas. Tal cual. Una frase que hará historia. Niños, que votáis mal. Suerte que estábamos aquí para corregirlo. Es legítimo por cuanto parece que es legal, pero es feo de cojones, y eso es decir poco. ¡Corregir las urnas...!
Los secesionistas fueron la opción mayoritaria, pero no la mayoría, en su apogeo, sumando todo lo que se podía sumar. Dos millones de más de siete millones de catalanes a más estirar. Un 36% del censo votó a Juntos por el Sí y la CUP. Un 47,8% de los votantes, si prefieren. En las últimas elecciones, las de las Cortes Generales, sumaron apenas un 21% del censo, muy poco más del 30% de los votos, un millón de personas, en números redondos. ¿Qué porcentaje del censo habrían sumado el próximo 6 de marzo? Después del espectáculo, el esperpento y el ridículo de estos últimos días, ayuno incluído... Si Convergència, con Mas a la cabeza, se hubiera presentado por separado, como parecía inevitable... Me hubiera gustado verlo.
Sandalio Samarreta abrazando a Artur, el Gafe, que parte en dos todo lo que toca.
El anarconacionalismo rural de la manita del bisnesfrienlismo urbano.
¿No quedan izquierdas en este país?
Los votantes de la CUP ¿superarán esta vergüenza? Uno se pregunta qué se puso sobre la mesa para que la CUP se suicidara políticamente de semejante manera. ¿Algo sucio? Muy sucio tendría que ser. Pero si no es eso, no sé qué puede haber sido y no me convence nada de lo que me cuentan. El anarquismo nacionalista rural catalán se ha mostrado como lo que es, un carlismo reciclado y descerebrado, y si hubo porquería, como sospecho (sin prueba alguna), encima también estaría lleno de mierda (perdón).
El señor Baños interpretando Me voy, pero me quedo.
¡Menuda milonga!
Se delatan algunos. A modo de ejemplo, el cabeza de lista de la CUP, el señor Baños, dijo que si no escogían a Mas, dimitía. Dimitió... de mentira. Sigue de diputado y ahora piden que se quede. Pero, claro, el señor Baños no es miembro de la CUP, es miembro de Súmate, una organización creada por ERC y encuadrada en Juntos por el Sí. ¿Quién lo escogió como cabeza de lista? La CUP no tenía submarinos del CNI en sus aguas, sino tiburones convergentes. Tomamos nota.
Parlamentarios de la CUP en el acto de dimitir.
Dicen que la CUP se ha hecho el harakiri. Un japonés diría el sepuku, que es la ceremonia en la que uno se desventra y justo entonces el padrino, zas, decapita al suicida, para que no sufra. En catalán, está visto, se dice seCUPu y deCUPitación. Cada día se aprende algo nuevo.
Resumen de la situación.
Ha quedado clara una cosa. Muy clara. O eres de izquierdas o eres nacionalista, pero no ambas cosas a la vez. ERC hace ya años que no ejerce en la izquierda y ahora le ha tocado el turno a la CUP.
Considerar que uno tiene más o menos derechos, o unos derechos diferentes, que los demás ciudadanos por haber nacido aquí y no allá, por identificarse más o menos con una religión, una cultura, una lengua, una ideología o un paisaje, por ser de tal o cual raza o por cualquier otra razón tan arbitraria como cualquiera de éstas, por sentirse de una determinada manera, en suma, no puede considerarse (en esencia) ni democrático ni progresista ni remotamente socialista. Si creen ustedes que ser de izquierdas es compatible con el nacionalismo, lean el Manifiesto Comunista de Marx y Engels, que explica mejor que yo por qué lo que ustedes creen es estúpido.
Pero no hace falta llegar a tanto. Basta con ser ilustrado. Me conformaría con eso.
En la CUP ya han escogido. Prefieren la patria a las personas. Vale. Luego no me vengan con milongas.
El nuevo, el tipo del flequillo.
En cuanto a nuestro futuro inmediato, agárrense, que vienen curvas, porque el tipo del flequillo tiene nivel más que suficiente para divertirnos un rato. Ahí va una de sus más famosas declaraciones:
Los indepenDentistas [sic] somos la garantía de un país libre de caries.
Lo dicho: nos vamos a divertir. Vamos a morir riendo.
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