Dos personas discuten, cómo no, sobre el tema, ya saben cuál.
Una de ellas inicia una larga exposición y enumera, una a una, todas las razones por las cuáles no quiere ser española. Después de enumerarlas todas, una a una, la otra responde: Comprendo perfectamente las razones por las cuáles no quiere ser usted español; pero, por esas mismas razones, no comprendo por qué entonces quiere ser catalán.
Ahí lo dejo.
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