Hola, soy 450 millones de dólares.
Quienes siguen un poco por encima las noticias relacionadas con el arte, habrán oído hablar del Salvador Mundi, una obra encontrada como por casualidad, comprada por cuatro perras, vendida por una cantidad importante y luego revendida con tanto bombo y platillo que se considera el cuadro más caro de la historia. No es para menos: ¡450 millones de dólares!
El precio venía dado por su condición de Leonardo. Con ella se expuso en la National Gallery, pero sin ella iba a ser expuesta en el Louvre, donde finalmente no se expondrá, porque las dudas de su atribución son muchas y parecen cada día más fundadas. ¿Por qué antes sí y ahora no? ¿Qué ha pasado? Que había demasiado dinero en juego, demasiada presión sobre los expertos, sea por anunciar un nuevo Leonardo y la fama que eso lleva consigo, sea por la especulación financiera que despertó la subasta... Nada bueno podía esperarse de una situación así.
Tanto los expertos y académicos como museos muy prestigiosos y subasteros de toda clase y condición se han visto afectados por el fiasco. El árabe que compró el Salvador Mundi dicen que lo tiene colgado en una de las paredes de su yate y lo imagino maldiciendo el día que se dejó engatusar por un Leonardo.
Digo todo esto porque en 2014 unos vecinos de los alrededores de Toulouse fueron a reparar un escape de agua, tiraron abajo un tabique y ¿qué se encuentran ahí? Un cuadro, protegido por un colchón. Oscuro. Sucio. Del siglo XVII, sí, y pintado al estilo caravaggesco. Como tantos otros. Pero cuando empezaron a limpiarlo, comenzaron a darse cuenta de que tenían algo grande entre las manos.
Comparación de la copia de Finson (izquierda) con la encontrada en Toulouse (derecha).
Imagen del blog Pinacoteca Brera.
Se trata de una segunda versión del tema Judith y Holofernes. La primera la pintó Caravaggio en Roma, en 1599. Sabemos que pintó la segunda hacia 1607, en Nápoles. Sabemos cómo era, porque un pintor flamenco, Louis Finson, la copió y parece ser que llegó a tener el original entre sus propiedades, como dijo, en ese mismo 1607, Frans Pourbus, otro pintor flamenco, en una carta desde Nápoles. ¡Pagaría entonces mucho por ella! También existe diversa correspondencia de compra-venta de esta obra, posterior a la muerte de Finson. Es decir, es una obra documentada... que se perdió. Como tantas otras, insisto.
La cuestión es si ésta que encontraron en un desván es obra de Caravaggio o no lo es.
El lienzo en cuestión.
La espada es una bastarda (mano y media), y parece de bastante calidad.
La pregunta es pertinente para los aficionados a Caravaggio y ha desatado mucha polémica. Pero también ha levantado la liebre del negocio. Pretendían subastar este Caravaggio en unos días y creían que podrían venderlo por más de cien millones de euros, quizá por ciento cincuenta millones. Pero ¡ah, amigos! La subasta se ha suspendido porque un coleccionista ha hecho una oferta que los vendedores no han podido rechazar. ¿Cuánto habrá pagado por el presunto Caravaggio? ¿Habrá sido otro multimillonario árabe? Son muchos los rumores y la verdad saldrá a la luz tarde o temprano.
La sirvienta, arrugada y con bocio.
Judith, que nos recuerda tanto a Filis Melandroni.
(Caravaggio tenía una gran memoria visual).
Pero ¿es un Caravaggio o no lo es? Hay quien sostiene que es un Finson, directamente, pero no lo parece, o no del todo, y quien afirma que podría ser una copia del original de otro diestro discípulo, anónimo. Ésa es la opinión, por ejemplo, de Mina Gregori. Porque, hay que decirlo, el cuadro tiene calidad y algunos detalles excelentes. Los vendedores, naturalmente, aseguran que es un Caravaggio auténtico, de pe a pa, todo él, y algunos expertos de renombre están de acuerdo con ellos. No lo ven tan claro otros expertos, unos terceros, que aprecian la mano de Caravaggio aquí sí, pero allá no. Éstos, en minoría, proponen que Caravaggio comenzó a pintar y que acabó algún otro, o que una parte la pintó el maestro y otra, el discípulo.
No entraré en el detalle de la polémica, porque creo que me faltan datos y quisiera informarme mejor, pero me intriga y fascina esa posible autoría doble de la segunda Judith y Holofernes. Les diré, a título personal, por mera intuición y azuzado por el atrevimiento de mi ignorancia, que no creo que éste sea un Caravaggio auténtico. No todo él. Dudo tanto al contemplar ciertos detalles que estoy inclinado a pensar que la mano del maestro pasó por ahí, pero otros me parecen de menor calidad, y además va por días: tendo días crédulos y días escépticos. O bien fue un cuadro pintado con apresuramiento (Caravaggio pintaba rápido, pero con cuidado) o bien tenía un taller y algún discípulo puso su mano en la obra.
He subrayado lo del taller porque, de ser cierto, obligaría a replantear parte de la biografía de Caravaggio. ¿Llegó realmente a tener un taller en Nápoles? La posibilidad es tan interesante que sonrío mientras escribo. No sería descabellado, pero iría contra la imagen tópica del pintor solitario que nos hemos hecho de él, y nos obligaría a examinar algunas obras de esa época con nuevas luces.
No diré más. De corazón espero que el nuevo Caravaggio no acabe como el Salvador Mundi, como un mero objeto de especulación financiera y colgado en un yate. Sea o no sea un Caravaggio, merece mejor suerte. Pero, ay, mis deseos van por aquí y la vida, por allá.
Pues sí, es un tema que intriga. La autoría, el debate sobre la creación -el original y la copia-, la especulación de propietarios y galerías, el precio pagado por un cuadro, la biografía semiconocida de muchos autores del pasado, etc. etc. seguirá cuestionando el mercado del arte.
ResponderEliminarY seguirá en vigor aquello de Antonio Machado: "Todo necio confunde valor y precio". ¿Son sabios los especialistas? ¿Saben lo que compran los ricachones? ¿Por qué no se libra nada del mercado en este desdichado planeta? UNo también hace preguntas necias.
Gracias, Luis, tu entrada arriesgada me ha interesado y me hace pensar, aunque no está en mi mano llegar a conclusiones.