Seguro que les suena. Un político dice una cosa en privado y otra en público. En privado se muestra moderado y dialogante; en público, fanático y esencialista. El ultranacionalismo, el populismo de extrema derecha y la innegable carga de supremacismo y odio por quienes no piensan como él se vomita en los mitines, en los medios de comunicación, en las redes sociales... pero en privado, no. Ahí se muestran educados y moderados y admiten que ese discurso no lleva a ninguna parte.
Pregunta: ¿cuándo mienten? ¿Cuando hablan en público, dejándose ir rodeados por sus fieles acólitos, o cuando te miran cara a cara en un entorno formal y educado?
Mi opinión es que cuanto más fanático es uno, más miente en privado. Pero dejo ahí la pregunta, para que se sirvan ustedes mismos.
Fanático es sinónimo de mentiroso, de atropello a la razón, de sectario, de intolerante, etc. En medio de todo este discurso hay una hipocresía y una mala fe que sólo sirve para enfrentar a unos y a para que otros vivan de privilegios y corrupciones.
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Francesc Cornadó