Recuerdo esa regla mnemotécnica que decía: Eurípides, no me Sofocles, que te Esquilo. Esta tontería recoge los tres grandes autores de la tragedia griega, que se interpretaba en clave religiosa, en una especie de catársis colectiva. Cuentan que, para que una tragedia sea considerada como tal, tiene que enfrentar a sus personajes con el destino y mostrar un problema político (en el sentido más amplio del término, social).
Pueden leer Las troyanas sabiendo estas cosas y muchas otras sobre la tragedia griega, pero también leer la obra directamente y sin intermediarios, con ojos de hoy mismo, los del lector, y dejándose llevar por un texto que es a la vez magnífico y terrible. En mi caso, he leído la traducción de Ramón Irigoyen que publica Alianza Editorial. Es impresionante.¡Por algo es grande Eurípides!
El argumento es simple y se centra en un puñado de personajes y un coro. Los griegos acaban de caer sobre Troya y la están arrasando a sangre y fuego. Un puñado de mujeres ha sido capturada por los aqueos; su suerte está echada: han sido sorteadas y serán el botín de los vencedores. Todas ellas han visto caer a sus padres, a sus maridos, hermanos, hijos, bajo la espada y el fuego de los invasores y ahora sólo les aguarda la esclavitud. Hécuba, la mujer de Príamo y madre de Héctor, su hija Casandra, Andrómaca, la viuda de Héctor... Hasta Helena, quien se dice que provocó la guerra, aparece en la obra. Terrible es su suerte y horrible su destino, y hasta aquí puedo leer.
Las mejores obras antibelicistas son aquéllas que presentan la realidad de la guerra tal y como es. Las troyanas es una obra antibelicista, que muestra el lado oscuro y lamentable de las armas, tan alejado de la gloria y el triunfo. ¡Bien conocían los griegos los males de la guerra! La muerte, la esclavitud, el dolor de la pérdida. La denuncia de los horrores de la guerra proporciona la crítica política de una sociedad que vivía la guerra con orgullo y cotidianeidad; la suerte de esas pobres mujeres las enfrenta a su destino. De principio a fin seguimos la suerte de estas desgraciadas con el corazón en un puño.
Les recomiendo muy vivamente leer Las troyanas. Por algo Eurípides está en el Olimpo de las artes.
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