Hoy, en los periódicos

Se ha hecho público el balance de la juerga barcelonista en Canaletes: 104 personas detenidas y acusadas de desórdenes públicos, daños y atentado a la autoridad; 32 agentes de la policía y 87 personas más pasaron por los servicios de urgencias, heridos de diversa consideración; los gamberros se cargaron dos semáforos, dos cabinas telefónicas, un banco, diecinueve contenedores, tres papeleras y los cristales de un autobús; se requisaron tres mil latas de cerveza y casi setecientas botellas de licor. Las autoridades aseguran que ha sido una celebración tranquila, comparada con las anteriores.

Siguen vigentes los acuerdos entre el FC Barcelona y el Bunyodkord, propiedad del presidente de Uzbekistán.

Se publica que el señor Millet, con el consentimiento tácito de las autoridades y los patronos del Palau de la Música Catalana, recibía alrededor de 50.000 euros al mes para gastos domésticos (sic), aparte de sueldos, primas y salarios. Del agujero que dejaron Millet y compañía en Agrupació Mútua casi no se habla, pero parece ser que multiplica por dos, tres o cuatro el agujero que dejó en el Palau de la Música (que ya va por treinta y tantos millones). El despropósito es monumental, pues el latrocinio escapó de todo control público o privado.

Se publica que el salario medio de un empleado público en Cataluña es de 32.000 euros brutos al año, y que la diferencia entre los salarios más bajos y los más altos en la administración pública en Cataluña se ha multiplicado por tres los últimos cinco años. También se publica que el sueldo de un director general de la Generalidad de Cataluña equivale al sueldo del Presidente del Gobierno Español. Con el sueldo medio de un ejecutivo de una de las empresas del IBEX-35 se pagan once sueldos del Presidente del Gobierno Español.

Entre tanto, el Excmo. Sr. Hereu, alcalde de Barcelona, vive la espantá de todos los que en su día patrocinaron y acordaron el referendo de la Diagonal. El fiasco ha sido monumental. Los munícipes acuden a la televisión con el rostro desencajado, la mirada errática, manos inquietas y voces trémulas.

Finalmente, el Obispado de Girona se enfrenta al caso de A.V., de 78 años de edad, párroco de Sant Miquel de Fluvià y Sant Mori, que había rogado jubilarse en varias ocasiones, acosado por la depresión, la senectud y la chochez. El obispado lo mantenía en el cargo a falta de sustituto, sosteniendo que todavía era capaz de ejercer el cargo. En éstas, A.V., en plena eucaristía, se despojó de la casulla, se quedó en sandalias y calzoncillos y pretendió flagelarse con un cinturón delante de todos los feligreses, para escenificar el arrepentimiento de los pecados y la reconciliación de la comunidad. Pero la comunidad pudo reducirlo y convencerlo para que prosiguiera la misa con la casulla puesta y luego acudieron a los médicos. Los vecinos hacía tiempo que señalaban la extenuación y la enfermedad de A.V.

No creo que sea necesario el concurso de los arúspices: no vamos bien.

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