El acuciante caso del bogavante y los gasterópodos


Se equivocaron los pro-taurinos en Cataluña cuando quisieron esgrimir que se comienza prohibiendo torear y se acaba prohibiendo comer langosta. Se equivocaron de pe a pa, y eso que se equivocaron gente de mucha categoría y enjundia. El caso es que se comenzó prohibiendo hervir una langosta para comérsela después (en público) y se ha acabado prohibiendo torear.

Hagamos memoria. En mayo de 2007, se denegó el permiso al espectáculo, quizá una performance, del polémico artista medio argentino, medio español, Rodrigo García en el Teatre Lliure de Barcelona. El espectáculo se llamaba Accidents y el protagonista se enfrentaba a un bogavante vivo (sic). Se dijo que la performance entreteje la naturalidad y el artificio, la crueldad y el refinamiento, con alta carga simbólica, a partir de la idea de que en esta época contemporánea y consumista el hombre ya no mata para comer. Vale.

En un primer momento, el protagonista fumaba y le echaba el humo al bogavante, con intención de asfixiar al pobre bicho. Ya saben, fumar es malo. Luego venía la parte más cruel. El protagonista ponía a hervir un cazo lleno de agua y echaba dentro al bogavante. Una cámara de vídeo ampliaba la imagen del crustáceo mientras hervía y unos micrófonos amplificaban sus gritos mientras moría. Aterrador. Según los censores, el espectáculo vejaba la dignidad del animal y por lo tanto, no podía tolerarse, amparándose en las leyes autonómicas vigentes, porque ese maltrato afectaba a un ser físicamente y psicológicamente sensible (Ley 22/2003, de 4 de julio, de protección de los animales).

El espectáculo fue traducido a otros idiomas. Fue relativamente fácil. El protagonista sólo come, el bogavante habla bogavante y Accidents, el título de la obra, pasó a llamarse Accidens para facilitar la exportación. No sirvió de nada: también fue censurado en otros parajes. En Madrid, por ejemplo, en Italia, en Polonia. El recreo en la crueldad había sido censurado, pero Rodrigo García persiste y triunfa en Sudamérica y en Europa (en Francia, especialmente). En uno de sus últimos espectáculos toma un conejo vivo, un horno de microondas... y no les cuento el resto. También ahoga hamsters en el escenario. Qué animal.

Ya entonces se denunció que Rodrigo García sufriera tantas penalidades por hervir y comerse un bogavante delante del respetable cuando en el Aplec del Cargol de Lérida (Lleida) se ejecutan brutalmente y de manera mucho más cruel a más de un millón y medio de caracoles cada año, en público, etcétera... y nadie dice nada ni se queja, y eso que se ha demostrado que los gasterópodos padecen en el proceso.

Les recuerdo que los caracoles no se matan así, rapidito. En primer lugar, los caracoles se mantienen en ayunas durante diez días, apretujados unos contra los otros de manera obscena. Si se cocinan a la llauna, se ponen sobre una plancha al rojo uno a uno, donde mueren cocidos mientras intentan huir. Si se guisan, es la norma hervirlos un poco para quitarles la porquería y la baba, pero ese primer hervor no los mata, sino el segundo. Eso duele. Estéticamente, además, el gasterópodo es devorado de manera un tanto cochina por decenas de miles de visitantes del Aplec del Cargol, donde nunca falta la clase política vigente, que se pone de caracoles a reventar.

Una matanza parecida se produce en el Maine Lobster Festival, pero no faltan las voces que claman contra la fiesta. Aquí, sin embargo, predomina la hipocresía: se censura a un tipo por hervir y comer un bogavante en público y luego se tolera el lamentable espectáculo de la agonía de millones de gasterópodos en Lérida, con la excusa de la promoción de la helicultura. ¿Por qué no actúan las autoridades con la celeridad exigible? ¡Seguro que obtienen algo a cambio!

Más información aquí.

3 comentarios:

  1. Sin ánimo de exhaustividad y con información de prestado, enunciaré algunos mártires cristianos que fueron cocidos, que podrían apoyar la causa del bogavante (y la de los caracoles). Serían: Santa Salomonia y sus siete hijos, cocidos todos antes delante de ella; Santas Marcela y Potamiena, madre e hija, la segunda cocida lentamente durante tres horas; Santa Juliana de Nicomedia; Santa Venera o Veneranda; Santa Regina de Alesia; Santa Justina de Antioquía, hervida con San Cipriano; Santa Cristina de Bolsena; Santa Crescencia, que fue cocida en familia, con San Modesto, el marido, y San Vito, la criatura, y de ahí el baile; Santa Fausta; Santa Caridad, hija de Santa Sofía; Santa Julita, madre de San Quirce o Quirico; Santa Régula, cocida con Félix y Exuperancio; los santos Crispín y Crispiniano, que primero fueron hervidos en plomo fundido (sin resultado alguno) y luego en brea, en grasa y en aceite, para morir después no se sabe cómo; Santa Lidia de Roma, frita en aceite; San Eleuterio y su madre, Santa Antia; Santa Cecilia, cocida al vapor (que no sumergida en agua hirviente)... También hubo santos hervidos o cocidos que sobrevivieron al martirio: los santos Jonás y Baraquiso, hervidos en pez; San Bonifacio de Tarso, también pasado por pez hirviente; y el más notable, San Juan Evangelista, que fue frito, pero murió anciano, asegurando que la fritura le había hecho mucho bien.

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  2. Buenísimo!!!!

    Con perdón, creo que me falta un santo... San Lorenzo??????

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  3. ¡Efectivamente! San Lorenzo fue pasado por la parrille.

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