La partícula Dios, llamada bosón de Higgs, y la Conferencia Episcopal



Hay que ver qué fiesta la de los físicos del CERN, y que alegría la del doctor Higgs, que todavía vive y no esperaba vérselas con su bosón de tú a tú. Ha sido maravilloso, ha dicho. No es para menos, pónganse en su lugar. Lo que era un modelo teórico que pretendía explicar ciertas relaciones entre partículas elementales se ha convertido en una de las aventuras científicas más importantes de la historia, y lleva su nombre. ¡Qué emocionante...!

Que me aspen si sé qué narices es un bosón de Higgs. Intuyo alguna cosa después de muchas lecturas, pero no sé exactamente qué. Un campo, como el electromagnético, que está por todas partes desde el principio de los tiempos, que interactúa con las partículas elementales; en algún caso, no resulta masa de esta relación; en algún otro caso, sí que aparece la masa. Lo mejor de este asunto es que el campo de Higgs, ése que da o no da masa según sea atravesado o no por una partícula, puede interactuar consigo mismo por aquello de que el espacio se dobla y tal; entonces, voilà op!, aparece el famoso y tan buscado bosón de Higgs. El bosón de Higgs dura un visto y no visto, pues muere así que nace. Verlo es difícil y hay que buscarlo por el estropicio que deja a su paso.

Con un margen de error muy pequeño y en dos lugares diferentes, se han recogido pruebas de la existencia de este bosón. Aunque fue el doctor Higgs en 1964 quien apuntó que podría existir, y algunos fenómenos nucleares parecían darle la razón, no ha sido hasta ahora que los científicos se han enfrentado con una prueba sólida y bastante contundente de la mal llamada partícula de Dios.

Ese nombre se lo puso el doctor Glashow, un Premio Nobel. The God particle, dijo, que no es la partícula de Dios, sino la partícula Dios, y usó la expresión para señalarle a un periodista que el bosón de Higgs era, uf, el dios de la física de las partículas elementales, la más importante, la que nos ayudaría a completar de manera coherente el rompecabezas del Modelo Estándar. ¡En mal momento empleó tal nombre, el de Dios! Porque el periodista creyó que los físicos buscaban a Dios, o quizá negarlo. Imagínense los titulares.

Ahora que los físicos se felicitan por el hallazgo de esta partícula divina, los obispos encienden las alarmas y se apresuran a sumarse a la fiesta. Al menos, algunos, como el portavos de la Conferencia Episcopal Española.

En verdad, el bosón de Higgs, sea lo que sea, ni es Dios ni es prueba de su (in)existencia. Pero ¿qué más da? Le ha faltado tiempo a Su Eminencia, don Juan Antonio Martínez Camino, para, cito, dar la bienvenida a la partícula de Dios. Su Eminencia es el portavoz de la Conferencia Episcopal Española, y el asunto del bosón lo ha pillado en la presentación de un documento de los obispos que se titula La verdad del amor humano. Orientaciones sobre el amor conyugal, la ideología de género y la legislación familiar, un texto que no tiene desperdicio.

A la vista del revuelo del bosón, Su Eminencia ha despachado el asunto con prisas y ha dicho que Dios está en el origen del Sol y las estrellas, así como del Amor. Acto seguido, ha insistido en querer hablar de su informe.

Pero los periodistas se saben de corrido lo que dice la Conferencia Episcopal Española del amor humano, que es, llanamente, el sexo. Es lo mismo de siempre (es pecado y es malísimo) y ya lo tienen sabido. Los periodistas han insistido con el bosón, que era un asunto más jugoso. ¿Acaso no tienen nada que decir los obispos de la partícula de Dios?

El portavoz de los obispos no podía dar la callada por respuesta. Se ha visto obligado a declarar que le llama la atención que los científicos hablen mucho de Dios (por eso de la partícula) y luego aseguren que en la ciencia no hay lugar para Dios. Luego se ha ido animando él solito y ha añadido que es bueno que la física (o quién sea) hable de Dios. En sus justos límites, se ha apresurado a señalar, no vayan a pasarse.

Luego ha asegurado que ésta [la ciencia] no puede asegurar por qué existe algo en lugar de nada. Más exactamente, ha concluido su observación con la siguiente frase, que guardo para los anales de la oquedad: La física da respuesta a cómo funcionan las cosas en el mundo de lo que se puede medir y pesar, y el Amor no se puede pesar y, sin embargo, ésa es la razón de que exista algo. [...] Dios ha creado todas las cosas por Amor y para que haya seres capaces de responder a ese Amor.

Ay, señor obispo... La ciencia no busca un sentido a las cosas. La ciencia sólo dice que si el Amor no se puede pesar es porque no interactúa con el campo de Higgs, y será así hasta que no se demuestre lo contrario. En tal caso, el Amor, si existe, viaja a la velocidad de la luz.

Pero si no iban por ahí los tiros, y creo que no, la ciencia no tiene nada que decir sobre el Amor y el obispo mejor que hable de su informe y de sus cosas y deje a César lo que es del César y adiós, muy buenas.

1 comentario:

  1. Si los obispos hablan de temas de los que no tienen ni p**a idea, como el sexo, no me extraña que opinen también de esto. Propongo a Nacho Vidal para dar clases de celibato en las iglesias.

    Mi primer comentario tras leerte durante una temporada. Será un placer seguir haciéndolo.

    Saludos.

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