Creo que es Tele 5, pero no estoy seguro y en el fondo, da igual. Por lo visto, han alquilado la película Avatar, de James Cameron, y el permiso para pasarla por la tele. Han echado el resto en publicitar el suceso, porque Avatar fue una película de mucho éxito y ellos quieren conseguir mucha audiencia. La película la vi por televisión hace más de un año, en Italia. No la soporté entera, me pareció cursi.
En Tele 5 (creo) se enfrentaron a un problema. Avatar es una película que dura demasiado. Titanic, también. Tanto que, a mitad de película, uno ruega que salga el iceberg de una puñetera vez y nos ahorre tanto azúcar. También duran mucho otras películas míticas, como Ben-Hur o Los Diez Mandamientos, incluso Lawrence de Arabia, aunque quizá no duren demasiado. Quiero decir que no es un problema que les pille de sopetón, que han tenido tiempo para pensárselo. Películas largas, buenas, malas y regulares, ha habido unas cuantas y se han emitido la mayoría de las más famosas.
En Tele 5 calcularon que si pasaban la película en horario de máxima audiencia, les tocarían las dos y todavía no se habría acabado. Porque la película no se acaba ni para atrás, es cierto, pero es que además meten cortes publicitarios uno tras otro. Que las televisiones no emiten nada sin anuncios por medio. Demasiados. Ahora, en franjas de seis o siete minutos, que cortan las escenas sin avisar, en medio de la frase mítica del malo de turno, por ejemplo. Cortan cuando marca el cronómetro, ni siquiera cuidan que sea entre escena y escena. ¡Zas! En medio del tiroteo van y te anuncian las rebajas del Corte Inglés. Un desastre, vamos.
En Tele 5 decidieron hacer como en los cines de barrio, meter un intermedio. Parten la película en dos y emiten la primera parte un martes y la segunda, un miércoles. Así meten más publicidad, atraen audiencia no un día, sino dos, y pueden acabar la proyección de la película poco después de las doce de la noche.
Pocahontas, pero de color azul y con cola.
Avatar explora el mito del buen salvaje y del ecologismo chachi.
Imagínense, los antropólogos son los buenos de la película.
¡Gran despliegue publicitario! Con polémica incluída. ¿Es lícito que Avatar acabe partida en dos? ¿Es más lícito que Avatar acabe a las tantas de la madrugada por culpa de una hora larga de anuncios de champú y telefonía móvil? Lícito, sí, porque es legal, pero es una murga, en ambos casos.
Hace ya muchos años, hubo un Festival de Cine de Barcelona. Ese festival parió la llamada Declaración de Barcelona. Grandes cineastas firmaron una declaración que pedía, por favor, que sus películas no fueran mutiladas por la publicidad. Tanto los cortes publicitarios como la aparición en pantalla de un anuncio sobrepuesto van en contra de la obra de arte que es la película. Si obra de arte les va grande, digan película, simplemente. ¿Verdad que en las salas de cine no hacen cortes publicitarios?
Esa declaración ha pasado a engrosar el capítulo de las palabras que se lleva el viento. También, de ésas que se llevan los picos y palas. En la Rambla de Catalunya, tocando a la Diagonal, cerca de la famosa jirafa, se había instalado en el suelo una losa circular con la Declaración de Barcelona. Hace poco, un periódico recogía la voluntad del Ayuntamiento de Barcelona de rescatar la inscripción y volverla a instalar en su lugar tan pronto como las piquetas acaben una obra de no sé qué. Ya nadie se acordaba de tal declaración, ni de la inscripción que, visto lo visto, parece más bien lápida.
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