Paradojas a derecha e izquierda


¿Nuevas ideas? ¿Progreso? ¿Izquierda? ¿Conservadurismo? ¿Derecha? 
¿O simplemente ridículo?

El mundo de las encuestas de opinión está lleno de paradojas. Así, por ejemplo, los catalanes confunden el nacionalismo catalán con la izquierda y a los datos me remito. Dos de cada tres catalanes sostienen ser de izquierdas o acaso de centro-izquierda. Eso está mucho más a la izquierda que la media española. A la hora de votar, en cambio, el voto catalán se decanta claramente hacia la derecha y supera en derechismo al voto español (sólo sumando CiU y PP).

En España en su conjunto tampoco se libran de la paradoja. Aprovechando que los militantes y simpatizantes del PSOE se reúnen el fin de semana para ver qué quieren ser de mayores, hoy se ha publicado una encuesta de la Cadena SER (que vamos a suponer fiable y no sesgada, sin entrar en detalles) en la que se pregunta si usted es de derechas o de izquierdas. 

Según esta encuesta, el 40% de los españoles se considera socialdemócrata (sic), uno de cada cuatro se dice de centro y otro de cada cuatro directamente conservador (interpretado como de derechas). El resto, un 10%, se lo reparten minorías extremistas y los que no saben o no contestan.

Aprovechando la ocasión, los encuestadores han preguntado por la intención de voto y les sale que sólo uno de cada cuatro españoles votaría al PSOE. Los periodistas (de la SER) se muestran estupefactos y exclaman: ¿Cómo es posible que un 40% de los españoles se considere socialdemócrata y sólo quiera votar al PSOE un 25%?

La pregunta admite varias respuestas, todas con parte de razón. Por ejemplo, podemos poner en duda que el PSOE sea socialdemócrata. Si me permiten una opinión personal, creo que hace mucho que dejó de serlo. Quizá lo sea, pero entonces tiene un problema: si lo es, no lo parece. 

También sería interesante preguntarle al entrevistado qué entiende por socialdemocracia. Quizá nos llevaríamos alguna sorpresa. Fíjense en el señor Trias, alcalde de Barcelona, que milita en CiU y sostiene en público que él es socialdemócrata de toda la vida (sic) y que por eso está donde está. Si éste, que es personaje leído y ducho en los intríngulis de la política, dice semejante barbaridad, ¿qué no dirá el españolito de a pie?

Aquí unos señores discutiendo sobre socialdemocracia.

Una forma de despistar al entrevistador y sacarse las pulgas de encima es afirmar que uno es de centro. Pero, ¡ojo! El centro no existe, dijo una vez un tipo cargado de razones. El centro es cómodo y libre de compromisos, moderado y muy conservador. No es una ideología, sino una actitud. No una actitud cualquiera, sino una actitud conservadora, que prefiere las cosas tal y como están y sólo cambia de bando si aprecia que el actual gobierno se descalabra.

Cuando un partido político pelea por hacerse con el centro quiere decir que ha perdido el norte. La izquierda o la derecha moderadas no son centro, y una ideología que mezcla un poco de aquí y un poco de allá, tampoco. El centro es en verdad y para que se entienda la posición camaleónica de la gente de bien y de orden que no quiere líos innecesarios. No quiero decir con esto que sea mejor o peor que otra postura cualquiera, porque es una postura válida y razonable. Tampoco quiere decir que el centro es de izquierdas o de derechas; ha sido socialista y hoy es popular. El centro es lo que toca ser. 

Eso me hace pensar en otra confusión habitual. Se dice que los conservadores son de derechas y los progresistas, de izquierdas. En verdad, los conservadores son los que prefieren no tocar nada, que ya está bien así, y los progresistas los que van probando novedades. Por eso pueden imaginar una izquierda conservadora y una derecha progresista. 

Durante muchos años, (parte de) la izquierda progresista se opuso al progresismo del sufragismo por considerar que las mujeres eran mayoritariamente conservadoras y de derechas. Las estadísticas demuestran que las mujeres no son ni más conservadoras ni más progresistas, ni más de izquierdas o de derechas que los varones.

Si analizamos el caso de UPyD, por ejemplo, apreciamos rasgos de partido progresista, porque quiere cambiar muchas cosas. En otras, en cambio, es conservador. Dejo a cargo del lector considerar si UPyD es de derechas o de izquierdas (de centro no es); lo único que quería decir es que el progreso no es exclusivo de la izquierda ni la actitud conservadora lo es de la derecha. 

Un sindicato obrero sostiene con frecuencia posturas conservadoras (pero de izquierdas).

En ocasiones, el PSOE parece más conservador que progresista ejerciendo de izquierda. Veámoslo. Resulta muy difícil decir en voz alta que algunas reformas del PP son progresistas sin acabar tragándose los dientes en una convención sindical, porque esas reformas han provocado un retroceso evidente en los derechos de los trabajadores. Sin embargo, lo son, porque han supuesto un cambio radical en la relación entre los trabajadores y los empresarios. En este caso, la posición conservadora era la posición de la izquierda, que intentó defender estos derechos adquiridos y dejar las cosas tal y como estaban. ¿Pillan qué quiero decir?

Si estos matices ya son complicados en la práctica de la política económica o social, imagínense si nos ponemos a hablar de ideologías o creencias. No entro al trapo, que bastantes tonterías he dicho ya.

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