Qué ocurre con nuestra policía


El origen del suceso es un tanto confuso, pero cómo acabó está claro. La policía se echó encima de un individuo y le dió una soberana paliza. Atado e inmovilizado, recibió porrazos y puñetazos en la cabeza, quizá patadas, repetidas veces. Varios agentes se sumaron a la tunda. 

Se lo llevaron en volandas, inconsciente. Dejó atrás un charco de sangre, que uno de los policías limpió vaciando una botella de agua. Mientras le daban de hostias, algunos policías tomaban nota de los vecinos que presenciaban el suceso asomados a los balcones. Luego, una pareja de uniforme y otro de paisano pasaron casa por casa para preguntar si habían grabado la escena e instaron a borrar las imágenes a los vecinos que las habían filmado. Tal afirman algunos testigos. Los otros, callan.

El detenido amaneció cadáver. Murió. La primera versión oficial negó la mayor. La segunda, también. Los policías declararon que el sujeto se desmayó en el automóvil y que no le habían golpeado en ningún momento.

El responsable político de la policía y la misma policía quedaron en evidencia cuando los periódicos publicaron las películas de la paliza. La víctima es golpeada con saña y repetidas veces. No hay duda. Pero el responsable político insiste: la policía no tuvo nada que ver con la muerte de la víctima. Los policías implicados en este homicidio siguen en la calle, patrullando. 

¿De qué policía hablamos? Del cuerpo de los Mossos d'Esquadra, la policía autonómica catalana. Qué pena.


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