Cada 14 de abril


Olé, que hoy celebramos la proclamación de la II República Española. 


Tengo a bien recordar que uno de mis tíos invitaba a champán a todos los mecánicos del taller en el que trabajaba tal día como hoy, aquí, en Barcelona, y el muy sinvergüenza (dicho con mucho cariño) esperaba a que pasara la pareja de la Guardia Civil para invitarlos a una copa. 

No se moleste, le decían, que estamos de servicio. Mi tío insistía: Sólo una copita. Los picoletos cedían, al fin, y se sumaban a la fiesta. Acababan todos hablando de su pueblo, que solía estar en la otra punta de España, un lugarejo pobre, del que habían huido para escapar de sus miserias, que aún así añoraban. Corrían los años cincuenta y asomaban en Barcelona gentes en busca de pan y trabajo, que a duras penas obtenían. 

¿Qué celebran?, preguntaban los guardias, una copa después. ¡La República!, respondía mi tío. ¡Qué bromista que es usted! Y así quedaban, tan amigos. Los picoletos proseguían con su ronda, después de una breve pausa. Un día te van a dar, susurraba entonces un mecánico. Y mi tío reía.

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