Poco después de señalar desde estas páginas que la palmera de la Rectoría se inclinaba demasiado sobre los asuntos del señor rector, se procedió a una poda que la dejó más pelada que un quinto, pero menos inclinada a dar con su copa en el suelo. Nos felicitamos por la poda, aunque el aspecto de la planta sea ahora mismo un tanto desgarbado, el de un adolescente recién crecido que espera a que le cambie la voz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario