Disputas filosóficas


Kant no combina bien con la cerveza.

Ya lo dijo Nietzsche: Kant no combina bien con la cerveza. La frase es más profunda de lo que parece a simple vista, pero esta vez quédense con la superficie.

La traían los periódicos, una breve noticia de agencia. Faltan muchos detalles, que tendremos que completar con la imaginación, detalles y sutilezas que nos habría gustado conocer. Ha sucedido este domingo, en Rostov, en el Don, allá por Rusia. 

Dos jóvenes en la veintena pasaban el domingo como podían, en sus cosas. Para matar el rato, discutían sobre filosofía. Más exactamente sobre Kant. Decidieron comprar una cerveza y mientras esperaban su turno en el quiosco (en Rusia, venden cerveza a granel en quioscos callejeros), seguían con lo suyo. Que si la razón pura por aquí, la razón práctica por allá, que sí, que no, qué me dices, lo que oyes, no vuelvas a decirlo, cómo que no, que yo digo lo que me da la gana, etcétera. 

De los argumentos a los gritos, de los gritos a darse de puñadas y mordiscos y en éstas, uno saca una pistola de balas de goma (algunos periodístas dicen que era de aire comprimido), apunta a su adversario y le vacía el cargador encima. 

Lo imagino gritando aquello de ¡Canalla! ¡Toma razón práctica! ¡Toma! ¡Pam! ¡Pam! ¡Pam! El susto, la gente huyendo, la policía... El tipo asegurando que él no quería hacerlo, que ha sido el otro, que no sabe distinguir una relación categórica de la sustancia inherente ni que se la pongan delante de las narices. El policía diciéndole que sí, pero que tire el arma, no vaya a hacerse daño.

A Dios gracias, el herido está en el hospital, fuera de peligro. Magullado, eso sí. El otro, el de la pistola, arrestado. El dueño del quiosco todavía sigue con el susto en el cuerpo y nosotros, dándole la razón a Nietzsche.

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