El tebeo que vio nacer la prueba de Bechdel.
De ahí el test, mejor dicho prueba, de Bechdel. Es una prueba a la catalana. Véase:
¿Cuenta la película con dos personajes femeninos con nombre propio? Sí/No.
Si Sí, entonces ¿hablan entre sí? Sí/No.
Si Sí, entonces ¿hablan de un hombre (varón)? Sí/No.
Superan la prueba de Bechdel las películas Sí/Sí/No.
En el mundillo que hablan de género por no decir sexo, la prueba de Bechdel se ha hecho muy famosa. En Suecia ha causado furor y unas cuantas salas de cine se han inventado una clasificación de las películas basada en la prueba de Bechdel. A partir de ahora, cuando quiera ver una película en un cine sueco sabrá si:
a) Es una película más o menos violenta.
b) Es una película con escenas de sexo más o menos explícitas.
c) Es una película sexista (i.e., no supera la prueba de Bechdel).
De hecho, en Suecia no puede usted participar en un festival de cine si no supera la prueba de Bechdel, para garantizar la igualdad de género (sic, y perdonen ustedes). Llegados a este punto, lo que parecía un divertimento se convierte en una gilipollez. Porque el punto c) es polémico.
Grandes obras maestras de la historia del cine no superan la prueba de Bechdel y la tentación de discriminar el nuevo cine en sexista o correcto en función de un criterio como éste... En fin, que no queda del todo claro que sea un buen criterio.
El acorazado Potemkin, de Einsenstein, ¿es sexista? No, que yo sepa. ¿Supera la prueba de Bechdel? No. Otra: 2001, de Kubrik. Tampoco supera la prueba de Bechdel. Ciudadano Kane tampoco la supera. El Padrino, menos. Aunque quizá estas dos sean sexistas, quién sabe. En cambio Lo que el viento se llevó ¡supera la prueba de Bechdel! ¿Es sexista Lo que el viento se llevó? Ahí queda eso, ustedes mismos. Busquen ejemplos y apliquen el criterio de Bechdel. Se llevarán alguna sorpresa.
Una gran película feminista, Lo que el viento se llevó.
El caso es que ya se han elevado quejas sobre la estricta aplicación del criterio de Bechdel. Puede coartar la libre creación del guionista o del director de cine, por ejemplo. Puede calificar como sexista una historia que, la verdad, no lo es, o puede calificar no sexista un novelón rosa lleno de niñas tontas estereotipadas que luchan por calentar las braguetas de vampiros cursis mientras protegen su virginidad. Basta con que dos personajes femeninos entren en una tienda y se pongan a hablar de trapitos, no hace falta más. Manda narices, la prueba ésta.
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