Cosas que dice ERCiU de Podemos (y II)


El señor Iglesias, en la palestra, con cara de mala leche (como siempre).
Hasta ahora, el demonio comunista con coleta y camisas de Alcampo.
Ahora también lerrouxista, jacobino y caballo de Troya del PP (sic).

Recordemos al inefable señor Rull, que ha dicho de Podemos que es jacobino, lerrouxista y un caballo de Troya del PP. Tal cual. Fantástico. Una cosa es no compartir el credo político de Podemos, o su programa político, o simplemente, desconfiar. Pero otra cosa es decir barbaridades. El señor Rull las ha dicho, de grueso calibre. De hecho, ha mostrado ante los micrófonos no sólo que era un tipo mediocre, algo que ya sabíamos, sino también inculto. Véase por qué.

El señor Lerroux, de imponente presencia y verbo.

Lerrouxista. Lerroux fue un cordobés que se crió en Barcelona. El señor Montilla, que fue presidente de la Generalidad de Cataluña, podría decir algo parecido. Para algunos, el señor Montilla, como Lerroux, no es catalán. A otros, la verdad, no nos importa de dónde sea y será catalán mientras viva esté censado aquí. Bah, no discutamos de eso. 

Lerroux nació en 1864 y murió en 1949. Fue famoso por su verbo, exaltado y populista y pese a tantos defectos (un no parar) fue uno de los políticos más influyentes en el primer tercio del siglo XX español. 

Era lo que se decía entonces un comecuras, porque su discurso era anticlerical las más de las veces. La política catalana, tradicionalmente, era anticlerical en las ciudades (anarquismo, socialismo, liberalismo) o ultracatólica en el campo (carlismo, pujolismo), así que Lerroux sigue la tradición, como buen barcelonés. Su radicalismo le impedía ser uno más del nacionalismo catalán (un movimiento tradicionalista, burgués y por ende, conservador), pues Lerroux comenzó siendo un radical republicano de izquierdas. En los años veinte, poco a poco, fue derechizándose. Pese a su creciente moderación, fue uno de los que consiguió instaurar la Segunda República Española. Se sumó a los gobiernos de la derecha y acabó desacreditado por su implicación en grandes escándalos de corrupción. Exactamente igual que CiU y el PP.

A poco que uno examine su biografía, Lerroux y Podemos se parecen como un huevo a una castaña. Si que tienen trazos comunes, pero a poco que se arañe la superficie, se aprecian notables diferencias de forma y fondo. Podemos será populista, pero ser populista no es ser lerrouxista. Prueba de ello es Jordi Pujol.

Robespierre, que también llevaba coleta (en la peluca).
Una de las figuras más polémicas y apasionantes de la Revolución Francesa.
El más jacobino de todos los jacobinos.

Jacobino. El Club de los Jacobinos se formó en la Revolución Francesa. Su credo era republicano, defendían la soberanía popular (ergo, el sufragio universal) y defendían la indisolubilidad y la unidad de la nación. Puesto que la nación era la suma de todos los ciudadanos y todos los ciudadanos tienen los mismos derechos y deberes, si la nación se divide o disuelve, los ciudadanos ya no podrán gozar todos de la igualdad que propugnaba su ideología, porque dos naciones son dos naciones porque los ciudadanos de una y de otra son diferentes, es decir, no gozan de los mismos privilegios. Lógico. Suyo es el lema Libertad, Igualdad, Fraternidad... que seguía diciendo Unidad e Indivisibilidad de la Patria ¡o Muerte!

Los jacobinos del ala extremista de la Montaña (los que se sentaban en la parte más alta de la asamblea) tomaron las riendas de la Revolución, dieron el mando a Robespierre e instauraron el Terror. Por eso se llamaron exagerados o extremistas (se sentaban en un extremo de la asamblea). Igualmente, los jacobinos fueron el primer partido político de izquierdas, porque se sentaban a la izquierda cuando se reunía la asamblea. De ahí izquierdas y derechas y todo eso.

Defendían un gobierno de la república centralizado, en contra de la profusión de parlamentos regionales, comarcales o incluso urbanos del Antiguo Régimen, regidos casi todos por nobles, notables y eclesiásticos de forma estamentaria, que no democrática (como la Generalidad de Cataluña del siglo XVIII). Ese sistema, decían, va en contra de la igualdad de los ciudadanos. Por eso, cuando un regionalista le dice a otro ¡jacobino! pretende insultarlo, pero no por su exceso de celo revolucionario, ni por su empleo de la guillotina, ni por la famosa y reconocida incorruptibilidad de Robespierre, sino porque considera un insulto decirle a uno que prefiere una administración pública centralizada a una descentralizada. Lo que hay que ver.

En ese caso, llamar a Podemos ¡jacobinos! es ser gilipollas y poco leído. Porque uno podrá estar o no estar de acuerdo con Podemos, pero su modelo de gestión es todo menos centralizado (al menos, de boquilla). A mí, en cambio, pueden llamarme jacobino tranquilamente, no me sentiré ofendido.

Los ciudadanos de Troya tirando del caballo que ocultaba su perdición.
El argumentario de ERCiU es que el PP ha creado a Podemos para infiltrarlo en Cataluña.
Sin comentarios.

El caballo de Troya. ¡Ya conocen la historia! Fue una idea del astuto Ulises. Construyó un caballo de madera, escondió a un grupo de soldados escogidos en su interior y los troyanos vieron el caballo, creyeron que era un tributo a los dioses, les gustó y lo metieron dentro de las murallas de Troya. Aquella noche, se llevaron una mala sorpresa.

Si Podemos es un caballo de Troya en Cataluña, los que lo han metido dentro de la ciudadela son los catalanes, si hemos de ser fieles a la leyenda. ¿Por qué? Porque lo que han visto fuera les ha parecido mucho mejor que lo que han visto dentro. Con esto se ha dicho todo. 

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